EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Política para el acuerdo

Florencio Salazar

Julio 24, 2018

José Francisco Ruiz Massieu habría cumplido 72 años el pasado 22 de este julio, si la perversidad no hubiera truncado una vida lúcida. Era un político de ideas y de hechos, y por ello de disciplinada voluntad y del constante afán de conocimiento. Como maestro digno de serlo, compartía su saber y lo estimulaba en otros, a partir del análisis crítico de la realidad.
La interrogante ¿Nueva política o nuevos políticos? generó una cantidad de respuestas que el mismo Ruiz Massieu fue reflexionando y en las que advirtió el decaimiento del régimen de la Revolución, el discurso político declinante y la pérdida del instinto, del olfato político del PRI.
La arquitectura ideológica de Ruiz Massieu y sus propuestas programáticas tuvieron oídos sordos. “Los mexicanos exigen –señaló– que al mismo tiempo haya más democracia y más desarrollo, y que México siga siendo un país gobernable y soberano”. La llamada clase política ignoró lo que ahora tiene al país al borde de la ingobernabilidad: la violencia y la desigualdad social.
Grave error de gobierno y partidos no haber realizado la transición política en el año 2000. El presidente Fox no la impulsó por la promesa de apoyo legislativo a las reformas estructurales, que no se cumplió; pero los partidos y la sociedad debieron haberla promovido. Los partidos se acomodaron al confort de la pecera, ahora rota, con fugas que los pueden dejar secos.
El primero de julio los partidos políticos pagaron las consecuencias de su incapacidad para entender los nuevos tiempos. Andrés Manuel López Obrador, un líder persistente, constructor de un movimiento masivo y variopinto, rebanó al régimen desde lo federal hasta lo municipal.
Si bien las elecciones despresurizaron un ambiente de tensión nacional, también es verdad que se corre el riesgo de la reposición del modelo de partido casi único, propio de un régimen autoritario, que estimamos ya superado. Mientras se regeneran –si se regeneran– los partidos, los contrapesos serán los medios, las redes, los intelectuales, la academia y la modesta sociedad civil mexicana.
Necesitamos la pluralidad social organizada políticamente y sin subterfugios: expresiones de izquierda, derecha y centro. (Esta última no es propiamente una posición ideológica, pero es un espacio de encuentro para quienes no se sienten cómodos en los extremos).
Las nuevas condiciones exigen una política, como diría Ruiz Massieu, de entendimientos. Es decir, llevar a la política a su expresión de calidad. Las elecciones le dieron una gran porción del pastel a Morena, pero no le dieron todo el pastel. Y deben reconocer los próximos gobernantes y legisladores que entre mayor es el liderazgo, también lo es la responsabilidad.
En Guerrero, el gobernador Héctor Astudillo Flores seguramente revisa las políticas de su gobierno para ponerlo a tono con las nuevas circunstancias políticas; y quienes ocuparán mayoritariamente el Congreso, deben reconocer la necesidad de establecer la necesaria colaboración entre los poderes del estado y los próximos ayuntamientos.
La política es pluralidad, debate y acuerdo, y en la política democrática se reconocen los ámbitos de competencia sin mengua de las posiciones de gobierno y de los partidos. El diálogo es consubstancial a la democracia y no son los medios los instrumentos adecuados para exigir o descalificar.
La obstrucción anticipada sólo expresa un voluntarismo alejado de prácticas elementales entre fuerzas políticas distintas, que constituyen y habrán de constituir esferas constitucionales en competencia.
Con Ruiz Massieu podemos decir que los ciudadanos han decidido “hacer una reforma con el poder a su alcance, que es el sufragio”.
Y también que “los partidos de oposición deben articular una propuesta integral, que no sea sólo un antiprograma oficial ni el aprovechamiento tendencioso del malestar social, ni tampoco una respuesta teorizante que carezca de viabilidad concreta”.
En el cambio de régimen político, de las palabras a los hechos el tramo es largo y complejo, y se requieren políticos diestros, que mengüen el voluntarismo y destaquen sus aptitudes para el buen gobierno.