Después de años de lucha de la población negra de México, por fin se incluyó en estadísticas del Inegi, a la población que se considera afrodescendiente. Según los datos de la Encuesta Intercensal 2015, hay un millón 381 mil 853 personas afrodescendientes en nuestro país, lo que representa el 1.2% de la población nacional. Son 676 mil 924 hombres y 704 mil 929 mujeres. La mayor parte de esta población se encuentra en Guerrero, Oaxaca y Veracruz, su promedio de escolaridad es de 8.9 años, es decir cuentan con la secundaria prácticamente terminada, el 82.1 % está afiliado a algún servicio de salud y 53% de personas afrodescendientes de 12 años y más participan en actividades económicas.
Por primera vez en la historia de nuestro país sabemos cuántos negros o afrodescendientes (algunos se autodenominan negros, otros afromexicanos y otros afrodescendientes) habitan en él y la cifra es sorprendente, pues los pocos estudios que había al respecto antes de contar con los datos oficiales ahora conocidos, hacían referencia a unos 450 mil, casi una tercera parte de la cifra recién revelada por el Inegi.
Sin duda los resultados de este conteo son un primer paso importante para el reconocimiento de esta población, por lo menos ya existen oficialmente y esto debería permitir, por ejemplo, que puedan transitar libremente por el país sin que se les detenga por su apariencia, al confundirlos con migrantes ilegales. Sin embargo, falta todavía que se les reconozca en la Constitución.
Los afrodescendientes constituyen una cultura diferenciada del resto del país. Mantienen sus propias costumbres y tradiciones; sus danzas, música, rituales, gastronomía y medicina tradicional, entre otras. Al no contar con un reconocimiento constitucional, los negros mexicanos se encuentran en una situación de desventaja respecto a otros sectores de la población, pues no se reconocen sus derechos como pueblo ni se generan políticas públicas para impulsar su desarrollo y su cultura.
En anteriores legislaturas de la Cámara de Diputados, se han presentado iniciativas de reforma constitucional para que los derechos de los afromexicanos sean reconocidos en la Carta Magna, pero han quedado en el olvido. Ahora que ya es oficial que hay negros en nuestro país, debería ser retomado el tema.
Hay varias organizaciones de afrodescendientes que llevan años luchando por su reconocimiento, que organizan eventos culturales, foros académicos y buscan espacios para difundir y promover su cultura o simplemente para decir que existen. A su labor e insistencia, así como a la de algunos académicos que los apoyan, se debe en gran parte que por fin los hayan reconocido en las estadísticas. Ahora, les tocará seguir luchando para ser incluidos en la Constitución, pero por lo menos ya pueden partir de la base de que sí existen, y son muchos.