Gaspard Estrada
Febrero 24, 2016
François Hollande emprende esta semana una visita a tres países de América Latina (Perú, Argentina y Uruguay), pocos días después de haber recibido en el palacio del Eliseo al presidente cubano, Raúl Castro. Este activismo diplomático del presidente francés ha sorprendido, pues históricamente América Latina ha sido una región “olvidada” por Francia. Lima, por ejemplo, la capital de Perú, no ha sido visitada por ningún presidente galo desde… 1964, cuando el general De Gaulle efectuó una larga visita de un mes a la mayoría de los países de la región. Sin embargo, los vínculos de América Latina con Francia son muy importantes, no solamente en el plano histórico –el concepto de América Latina nació en París, en el siglo XIX–, lingüístico –tanto el español como el portugués son lenguas latinas, como el francés–, y cultural –numerosos artistas e intelectuales latinoamericanos residieron en Francia durante la época de las dictaduras militares–, sino también en el plano de la economía y de la política.
Durante el gobierno de Nicolás Sarkozy, la política exterior hacia América Latina se redujo a las relaciones con Brasil, y en menor medida con México. Con relación al país sudamericano, la buena química existente entre los dos presidentes, Lula y Sarkozy, no impidió que la relación se enfriara a raíz del diferendo sobre el acuerdo impulsado por Turquía y Brasil sobre el tema nuclear iraní. México, por otro lado, estuvo presente en la agenda del Eliseo (el palacio presidencial francés) únicamente a través del prisma del conflicto diplomático causado por el laberinto judicial de Florence Cassez. La llegada al poder de François Hollande fue bien vista en la mayoría de los países de la región. En efecto, durante los años 1980 y 1990 en América Latina, muchos Presidentes construyeron su discurso contra los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para ellos, el debate existente sobre las políticas de austeridad en el seno de la Unión Europea (UE) desde hace más de seis años tendría que privilegiar las soluciones que favorezcan el crecimiento económico, y no la amplificación de la recesión. Ese fue en buena medida el discurso del candidato François Hollande. Este último consideró que la región podría permitirle demostrar a sus electores que un cambio en materia de política exterior podía ser perceptible. El desgaste de la relación bilateral con México era tal con Sarkozy que el restablecimiento completo del diálogo político entre los dos países fue muy visible, en particular a través la organización de dos visitas de Estado. En el aspecto económico, las empresas francesas tendrían interés en desarrollar sus inversiones en una región con buenas tasas de rentabilidad, a pesar de la desaceleración económica. Finalmente, la perspectiva de una cumbre de París difícil (la COP-21, en diciembre 2015) provocó que el Quai d’Orsay (la Secretaría de Relaciones Exteriores de Francia) se implicara en asociar con tiempo a todos los países del subcontinente, teniendo como aliado a Perú, que presidió durante el año pasado la COP-20. De tal manera que, durante los primeros años de la administración Hollande, el número de visitas presidenciales y ministeriales a América Latina se multiplicó, al tiempo que la red francesa de centros culturales y de investigación (una de las más importantes del mundo) se mantuvo intacta, a pesar de los recortes presupuestales del gobierno. Sin embargo, la falta de compromiso del gobierno Hollande en afrontar políticamente a Alemania en el debate sobre la austeridad en la UE pudo decepcionar a algunos gobiernos latinoamericanos. Esta decepción aumentó en el 2013, cuando el gobierno francés negó una autorización de sobrevuelo del avión del Presidente Evo Morales. Estados Unidos sospechaba que Edward Snowden se escondía en el avión. Sin embargo, a pesar del quid pro quo, el gobierno francés siguió insistiendo en la pauta latinoamericana. Para esto, aprovechó el contexto del restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba para montar una iniciativa política importante: el primer viaje de un jefe de Estado europeo a La Habana. A raíz del éxito de esta iniciativa, Francia quiere demostrar con esta visita a Perú, Argentina y Uruguay ahora que esta voluntad política es sólida. Esperemos que se traduzca en gestos concretos.
* Director ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
Twitter: @Gaspard_Estrada