EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Por qué quieren borrarle la sonrisa a Rushdie?

Federico Vite

Agosto 16, 2022

El pasado 12 de agosto Salman Rushdie esperaba su turno al micrófono en el anfiteatro de Chautauqua, en Nueva York. El moderador, Henry Reese, daba un breve semblanza de la obra y vida del autor de Los versos satánicos, novela publicada el 26 de septiembre de 1988. Salman ofrecería un testimonio sobre la importancia de que Estados Unidos brinde asilo a escritores perseguidos por fanáticos religiosos. Ponía atención a Reese cuando un joven se abalanzó sobre él. De acuerdo con la periodista Viviana Mazza, corresponsal de Corriere della sera, Rushdie cayó al suelo. Los espectadores comenzaron a gritar. “¡Lo golpeó en el pecho y el cuello!”. Otros hablaron de puñaladas, de 10, de 15. La policía, horas después, confirmó que el escritor fue apuñalado al menos una vez en el cuello, en el abdomen, en el ojo y el brazo. Se temía que la vida del narrador medio británico, medio estadunidense, medio hindú hubiera terminado
A la reportera Mazza alguien le confesó que todo daba la impresión de ser un espectáculo. “Creía que era una puesta en escena para que el escritor siguiera siendo polémico”, indicó un testigo que pidió el anonimato a la periodista. Al ver la batalla en el escenario, algunos hombres subieron al entarimado para calmar al agresor. “Ni siquiera cinco de ellos fueron capaces de mantener inmóvil al atacante”, dijo una de las testigos, Linda Abrams. Otros rodearon al escritor y lo sacaron cargando del escenario. Henry Reese, el moderador, sufrió una lesión menor en el rostro. Horas después el agresor fue identificado como Hadi Matar, de 24 años, de Fairview, Nueva Jersey, quien aprovechó la oportunidad que tuvo para poner en marcha un plan a todas luces reprobable. Es el siglo XXI y la humanidad sigue estancada en viejos preceptos adustos, serios e incuestionables.
Otro de los periodistas que dan cuenta del hecho violento es Oliver Milman, quien labora para The Guardian. Él indica que las personas esperaban la conferencia de Salman en la Institución Chautauqua, un centro de retiro y educación sin fines de lucro. Vieron a Matar, vestido de negro. Llevaba una máscara, lo que hizo pensar a varios de los asistentes que el pleito en el escenario era un espectáculo bien planeado. Milman recoge algunos testimonios. “Pensamos que tal vez era parte de un truco para mostrar que todavía hay mucha controversia en torno a este autor”, dijo Kathleen Jones, quien estaba entre la audiencia, preocupada por todo lo ocurrido, “pero se hizo evidente en unos segundos que no lo era”. Milman informa  también que Matar compró un boleto para la conferencia de Salman con días de anticipación; de hecho, lo hizo con una tarjeta bancaria y presentó una identificación falsa. Las redes sociales de Matar indican que el agresor simpatiza con las causas extremistas chiítas y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Recordemos que Irán emitió una fatwa pidiendo la cabeza de Rushdie, en 1989, luego de la publicación de The Satanic Verses, novela que muchos musulmanes consideran una blasfemia. Las amenazas a la vida del autor lo llevaron a estar bajo vigilancia armada durante casi una década.
El ataque, que ha sido condenado por los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido, así como por varios escritores, fue bien recibido por algunos medios en Irán. El régimen iraní actual se ha distanciado de las amenazas contra Rushdie, pero la fatwa nunca se ha levantado oficialmente; de hecho, hace poco tiempo se aumentó a más de 3 millones dólares la recompensa por la cabeza de Rushdie. una aberración que ilustra esto es que el periódico Kayhan, cercano a Ali Khamenei, el líder supremo de Irán, dijo que se deben otorgar “mil bravos” a la “persona valiente y obediente que atacó al apóstata y malvado Salman Rushdie en Nueva York”.
Seguramente se pregunta, ¿es tan grande la ofensa de Los versos satánicos? Creo que no. El problema es que los autoritarios no toleran la disidencia; mucho menos, una disidencia iconoclasta.
De acuerdo con Andrew Anthony, articulista de The Guardian, los años 90 del siglo pasado fueron una época peligrosa y de aislamiento para Rushdie. Los guardaespaldas lo seguían las 24 horas del día y lo cambiaban de residencia cada vez que los servicios de seguridad descubrían un complot para matarlo.
Aparte de todo, los desplazamientos del autor era un terror administrativo. British Airways, por ejemplo, le dijo que no volara con ellos porque ponía en peligro a mucha gente. Y cuando se las arregló para ir al extranjero, quedarse con sus amigos fue un asunto horroroso. El narrador inglés Christopher Hitchens, un viejo amigo de Salman y defensor acérrimo de Los versos satánicos, habló de una visita de Rushdie a Washington: “Cuando él se hospedó en mi casa en el Día de Acción de Gracias de 1993, también estaban una docena de miembros fuertemente armados de los mejores anti-estadunidenses de Estados Unidos, literalmente fuerzas terroristas. Al otro lado de la cuadra estaban los pro Estados Unidos fuertemente armados. Era como una mala novela de Salman Rushdie”, comenta.
Los años posteriores a la fatwa (1989) fueron letales para mucha gente relacionada con Los versos satánicos, pocos de los cuales tenían protección; uno de ellos fue el traductor japonés, Hitoshi Igarashi, quien murió apuñalado. Otros casos ocurrieron en abril de 1989. Las librerías Collets y Dillons fueron bombardeadas por vender la novela de Rushdie. Un mes después hubo explosiones en High Wycombe y King ‘s Road, en Londres. Hubo una bomba en los grandes almacenes Liberty que albergaban una librería Penguin (Penguin era la editorial de The Satanic Verses; ahora Random House es la empresa que capitaliza las ventas de Los versos satánicos, novela que este fin de semana se agotó en algunas librerías del país) y en la librería York Penguin. También se descubrieron dispositivos, sin explotar, en las sucursales de la tienda en Nottingham, Guildford y Peterborough. ¿Usted puede creer que todo esto es por un libro? Yo sé que no, todo esto es porque alguien piensa distinto, imagina distinto y ejercita el humor. Quieren borrar la sonrisa de ese hombre. Quieren multiplicar el miedo y el odio. No pueden tolerar que la inteligencia florezca con el humor.
El escritor italiano Roberto Saviano, sentenciado a muerte por la Camorra, emitió un cariñoso mensaje en apoyo a Salman: “Rushdie ha tenido un comportamiento libre. Después de una fase en la que estuvo completamente vigilado, sistemáticamente cambiaba de domicilio y se movía con escoltas, ha renunciado a la escolta y mantiene un domicilio, ha demostrado que se puede vencer el fanatismo paseando libremente y amando, viviendo una vida plena”.
El 12 de agosto Salman se asumía como un ciudadano estadunidense, domiciliado en Nueva York. Estaba en un ambiente tranquilo. No había detectores de metales en el auditorio de Chautauqua. 2 mil 500 espectadores esperaban la conferencia. Estaba a punto de hablar sobre cómo Estados Unidos se convierte en un hogar para personas como él, quienes buscan la libertad del arte, cuando un hombre enmascarado, vestido todo de negro, corrió hacia el escenario y lo apuñaló.
Andrew Wylie, el agente literario de Rushdie, informó el domingo pasado que Salman empezaba una ruta larga de recuperación. “Las heridas fueron graves, pero su estado avanza en la dirección correcta”, dijo en un breve comunicado. Solo un titán puede bromear sobre lo ocurrido. Eso hizo Salman una vez que le quitaron el respirador artificial. Bromear, podría decirse, es la celebración de la vida misma. Déjeme decirle, por cierto, que la sonrisa de ese tipo, de ojos diabólicos y chispeantes, es beatífica. Plácida, como su humor e inteligencia.