EL-SUR

Sábado 09 de Diciembre de 2023

Guerrero, México

Opinión

¿Por qué Raúl Castro fue a Francia?

Gaspard Estrada

Febrero 03, 2016

El inicio, el pasado lunes, de la primera visita de un jefe de Estado cubano a Francia, es en sí mismo un hecho histórico. Nunca antes en la historia la bandera tricolor de Cuba había adornado los Campos Elíseos. Sin embargo, este simbolismo no disminuye el alcance político y económico de esa visita. Desde hace algunos años, el régimen dirigido por Raúl Castro ha venido dando señales concretas de querer darle contenido a la llamada “actualización del modelo cubano”. En efecto, la experiencia de la caída de la Unión Soviética, en 1991, y el subsecuente “periodo especial”, cuando el PIB de la isla cayó más del 35 por ciento según datos del propio gobierno, fueron aleccionadores para el régimen socialista. A raíz de la muerte del presidente de Venecuela, Hugo Chávez, en 2013, Raúl Castro y su equipo percibieron que la ayuda del gobierno del país sudamericano podría interrumpirse, o al menos disminuir en el corto plazo, lo que equivaldría a repetir la amarga experiencia de los años 1990. Por ende, decidieron entablar una serie de conversaciones secretas con el gobierno de Estados Unidos para restablecer las relaciones diplomáticas entre los dos países. A finales del año 2014, en un mensaje conjunto, los presidentes Barack Obama Raúl y Castro anunciaron el éxito de estas negociaciones. Meses después, fue el turno del secretario de Estado estadunidense, John Kerry, de viajar a La Habana para declarar inaugurada la embajada en Cuba. Sin embargo, el primer presidente occidental en pisar el territorio cubano no fue Obama, sino François Hollande, en mayo pasado. ¿Có-mo puede entenderse esta iniciativa política franco-cubana?
En primer lugar, todavía no existen las condiciones para que la relación bilateral entre Estados Unidos y Cuba mejore a tal punto que el embargo comercial determinado por nuestros vecinos del norte desaparezca. Hoy en día, el Congreso de Estados Unidos es dirigido por el Partido Republicano, que siempre ha sido hostil a cualquier tipo de acuerdo relativo a la normalización de las relaciones bilaterales. Eso hace más que improbable un fin del embargo de aquí al principio del próximo año. Si bien Hillary Clinton (Partido Demócrata) encabeza las encuestas de intención del voto de cara a la elección presidencial de noviembre próximo, eso no significa que exista en el futuro una mayoría política en el Congreso a favor de la desaparición del embargo. Por ende, Cuba no puede quedarse esperando el resultado de las urnas y, sobre todo, no quiere depender de nueva cuenta de una relación bilateral que siente las bases de una nueva dependencia. De ahí el interés de multiplicar los posibles socios comerciales, con países de América Latina como Brasil o México, y también de Europa. Es ahí donde entra la ecuación francesa.
Desde la llegada al poder de François Hollande, Francia ha intentado darle un nuevo impulso al diálogo político y a los intercambios económicos con América Latina, en particular mediante la multiplicación de visitas ministeriales a los países de la región. A pesar de esta iniciativa, los flujos comerciales no se han incrementado como lo hubiese esperado el canciller francés, Laurent Fabius, padre del concepto de “diplomacia económica” que guía hoy en día la política exterior. En este sentido, promover un fortalecimiento de la relación bilateral con Cuba, en este momento de “actualización del modelo cubano”, permite a Francia posicionarse en la isla, pero también tiene como objetivo evidenciar el aumento del diálogo político con América Latina. Es por eso que, con el apoyo decidido de Francia, el Club de París (organismo informal de acreedores públicos, que tiene como secretaría técnica a la Secretaría de Hacienda de Francia) decidió transformar una parte de la deuda pública externa del país isleño, en inversiones. Para Francia, Cuba es un mercado po-tencial interesante en varios rubros como el turismo, obras de infraestructura o el sector energético. En el plano político, Francia tiene el interés de aproximarse al gobierno de Raúl Castro en un momento en el que este país es la sede de las negociaciones de paz para Colombia, tema crucial de la agenda política de América Latina en 2016. Durante la COP-21, Cuba medió para que algunos países de Centroamérica, como Nicara-gua, no boicotearan la firma del acuerdo final, tan importante para el gobierno francés. Es por eso que ayer por la noche, tanto Raúl Castro como François Hollande tenían más de una razón para celebrar esta visita de Estado en el Palacio del Eliseo.

*Analista Político del Obser-vatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

@Gaspard_Estrada