Julio Moguel
Agosto 16, 2022
I
Un nuevo acontecimiento marca la ruta de lo que ya se presenta como parte de una tendencia sólida y creciente en el campo mexicano, y que se ha desarrollado a ras de tierra, desde abajo, con un nuevo tipo de reagrupamientos y de lucha de los ejidos y comunidades de México, a saber: la realización de distinto tipo de convenciones, locales, regionales y estatales, de autoridades de tales formas organizativas (ejidos y comunidades agrarias), empezando por la que se desarrolló en el estado de Guerrero hacia finales del año pasado, en Zumpango, cuando se llevó a cabo la 2ª Convención Estatal de tal naturaleza (La 1ª se llevó a cabo en el 2019).
El pasado fin de semana tocó el turno a la realización de la “Convención Campesina de Querétaro”, en donde se refrendó la síntesis-consigna de esta línea constructiva: por un “Nuevo agrarismo, desarrollo integral y gobernanza en el campo”, dentro del marco más global de cambios que se hace presente y que requiere nuevos impulsos, “desde abajo”, de la 4ª Trasformación del país que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Pero cualquiera pudiera preguntarse: ¿qué quiere decir o hacia dónde se dirige este “nuevo agrarismo” del que se habla? ¿No es una simple forma de promover o de reconstruir nuevas formas corporativas de control social y de manejo de “la cosa pública o política” al interior del denominado sector social de la economía? Y pensando el tema desde la perspectiva del gobierno “de la 4T”, ¿qué hace distintos estos reagrupamientos y estas nuevas formas de expresión organizativa a los que se llevaban a cabo en el pasado neoliberal?
Digámoslo rápido y de la forma más simple posible: los “aparatos” de gobierno que antes estaban dirigidos a apuntalar y ponerse “a modo” de cara a los procesos de despojo y de desamortización que eran parte del credo neoliberal desde la reforma constitucional de 1992, han cambiado de carácter y su perspectiva es diametralmente opuesta: justo la de evitar, mitigar o reducir tales procesos de despojo, convirtiéndose –en lo que es sin duda un proceso por demás complejo, dada el peso de las fuerzas que operan o que han venido operando por parte del capital inmobiliario y de otros agentes del capital– en “guardianes de la propiedad social”.
II
Pero ser “guardián de la propiedad social” puede ser una definición simplemente pasiva, si no se entiende cómo se ha venido asumiendo por parte de los “agraristas” del gobierno de la 4T este proceso. Digámoslo de nuevo de manera rápida y lo más directa posible: defender, apuntalar o ayudar a reanimar la propiedad social es hacer que ésta sirva a por lo menos tres fines deseables y alcanzables: permitir que “la propiedad social” se convierta en una fuerza de cambios o de transformaciones que sea un instrumento o una palanca poderosa para conquistar una nueva gobernanza en el campo mexicano, siempre con la idea de animar o apuntalar un “desarrollo integral” de los propios ejidos y comunidades, aprovechando las capacidades y facultades inherentes a tales figuras organizativas.
Ello supone que se camine por algunas de las vías que han sido marcadas por las convenciones o reagrupamientos de ejidos y comunidades a las que hemos hecho referencia, como la de Guerrero o la de Querétaro. Aquí apuntamos sólo algunas, tomadas literalmente del “Manifiesto de la Convención Campesina de Querétaro”:
*Transparentar los padrones de programas federales y estatales, que eran operados con la discrecionalidad del clientelismo y del paternalismo local de viejo cuño en programas como Bienestar para el campo, Precios de Garantía, Fertilizante y Sembrando Vida.
*Impulsar, desde esta perspectiva, demandas de carácter productivo, técnico, comercial y de financiamiento.
*Impulsar o acompañar, en consecuencia, lo que puede considerarse en efecto como un “nuevo agrarismo”, ajeno a la dádiva electorera y al clientelismo, orientado a un desarrollo integral y sustentable, soporte de, ya lo decíamos, una nueva gobernanza en el campo.
Conviene, para establecer los puntos en los que existe naturalmente una convergencia de propósitos entre este nuevo tipo de movimientos y el gobierno agrarista “de la 4T”, reproducir, por último, en esta breve nota, algunos de los puntos de acuerdo de la mencionada Convención Campesina de Querétaro:
1. Para salvar a Querétaro el campo es primero. Incidiremos a que en las políticas públicas el campo sea fundamental en todas las acciones de desarrollo y que se consideren presupuestos dignos.
2. El rezago agrario, un pendiente histórico. Gestionaremos ante el titular del Ejecutivo Federal la puesta en marcha del Programa El Ejido y la Comunidad son nuestros, como un instrumento público que contribuya a resolver el rezago agrario para devolver a los campesinos su papel de vanguardia en el desarrollo.
3. El medio ambiente una prioridad. Impulsaremos el ordenamiento ecológico de los recursos naturales en los territorios comunitarios, municipales y estatales.
4. La transición hacia la agricultura ecológica, una necesidad vital. Frente al incremento de los precios de los insumos químicos y el decreto que regula el uso del glifosato y semillas transgénicas, impulsaremos la transición agroecológica como política de Estado.
5. La economía social y el comercio justo, el camino para el bienestar. Para romper con el paternalismo y la dependencia alimentaria del exterior, promoveremos la valorización de los productos del campo a través de la agregación de valor, los mercados locales, los precios de garantía y la organización cooperativa, privilegiando a jóvenes y mujeres.
6. Que la obra pública llegue a todos los pueblos. Impulsaremos que la comunidad no sea sólo una ventanilla única que recibe los programas públicos de los tres ámbitos de gobierno, sino que también decida la operación de los mismos.
7. Llegó la hora del gobierno comunitario. Siendo la comunidad el espacio directo de participación ciudadana en donde aterrizan los diversos programas públicos, impulsaremos su reconocimiento jurídico como cuarto orden de gobierno, con facultades y recursos públicos descentralizados.
8. La paz no es (sólo) el objetivo; la paz es el camino. Bajo este dicho de Mahatma Gandhi, conformaremos territorios de paz en aquellas regiones azotadas por la delincuencia, concentrando ahí toda la fuerza del Estado para reactivar la economía, la vida social y la gobernanza en cada pueblo.
9. “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”. Para asegurar eficacia, transparencia y el combate a la corrupción, impulsaremos la instalación de todos los órganos institucionales de participación social, tales como cabildos abiertos, comités de planeación para el desarrollo municipal, comités de cuenca, consejos de desarrollo rural sustentables, contralorías sociales, entre otros.
10. La 4T sólo será posible si se impulsa a ras de tierra y con los campesinos y pueblos origina-rios. Para que los postulados de esta convención agrarista se conviertan en acción, es preciso que se extienda a todas las entidades del país. Por ello proponemos la realización de la Primera Convención Nacional de Comisariados Ejidales y Comunales para el próximo 2023. En esta perspectiva nos organizaremos para impulsar las nuevas leyes de Reforma Agraria integral, de Desarrollo Rural Sustentable, y de Derechos y Cultura de los Pueblos Originarios, así como la Ley por el Derecho a la Alimentación. Y manifestamos nuestro decidido apoyo a la Reforma Eléctrica y los proyectos estratégicos de bienestar social que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador.