EL-SUR

Jueves 20 de Marzo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Porteñas (VIII)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Enero 09, 2020

 

La Soledad

La parroquia de Nuestra Señora de la Soledad se abre en siglo XVIII, siendo su primer párroco el bachiller Joseph de Matamoros Céspedes. Así lo narra una crónica de su tiempo:
“La iglesia parroquial de Acapulco fue fabricada donde está la Plaza de Armas o Plaza Mayor con el frente al mar de la bahía. Lo localizaba de norte a sur en las estribaciones del cerro del Teconche y albergaba la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, Generala de Armas y Patrona Principal de la ciudad. Esto ocurrió el año de 1707”.
Setenta años más tarde, un terremoto (21 de abril) destruye el templo parroquial logrando rescatarse de entre los escombros la imagen de la dolorosa y llevada para su preservación a la fortaleza de San Diego. Permanecerá en ese lugar durante varios lustros y allí mismo será proclamada Patrona de Acapulco. El momento lo narra la misma crónica anónima:
“El 8 de diciembre de 1812, las autoridades religiosas, civiles y militares en fraternal consorcio proclamaron a nuestra Señora de la Soledad Patrona de Acapulco y Generala de las tropas acuarteladas en el Castillo (como era llamado el fuerte). El comandante de ellas, D. Pedro Antonio Vélez, ciñó a la venerable imagen con la banda de Generala y puso en sus manos un bastón de mando en señal de vasallaje. El pueblo que presenció la escena aplaudió emocionado aquél gesto filial y caballeresco mientras se disparaban salvas de artillería en manifestación de júbilo”.
Ocho años más tarde, una vez reconstruido el inmueble, la patrona de Acapulco es llevada en solemne procesión hasta su nicho en el altar mayor de su templo. La misa solemne Coram Sanctíssimo fue oficiada por el cura párroco Felipe Clavijero y estarán presentes el gobernador Nicolás Gándara, el Ayuntamiento en pleno y una muy nutrida concurrencia
Será en 1841, cuando el párroco José Ma. Lozano Daza envíe la imagen sacra a la Ciudad de México para que le sean retocados los daños sufridos durante su permanencia en la fortaleza. En la capital será bendecida por arzobispo Don Manuel Posada y Garduño, el primer mexicano en ocupar la sede primada de México. La vuelta al puerto de La Dolorosa es narrada por el mismo cronista:
“Todo el pueblo, llevando a la cabeza a sus autoridades, salió a recibir a la virgencita hasta el paraje llamado “La Huerta del Chino”. (?) Y desde ahí se condujo en procesión hasta la iglesia parroquial”.

Acapulco de Juárez

Apenas reelecto como mandatario de la entidad, Diego Álvarez cumple una promesa hecha a su padre don Juan; la de rendir un homenaje permanente a don Benito Juárez. El ex gobernador de Oaxaca había viajado a este puerto, procedente de Nueva Orleans, para unirse a la revolución de Ayutla contra el dictador Santa Anna. El gobernador Álvarez solicita al Congreso local un decreto declarando a este municipio “Acapulco de Juárez”, mismo que es promulgado con el número 24 del 27 de junio de 1873.

Trópico

Carnet Social es el título de la columna del semanario Trópico (4 de mayo de 1941) que ofrece la reseña de un baile a beneficio de la Cruz Roja, en el roof garden del hotel Tropical. “Lindas damitas de nuestra mejor sociedad asistieron engalanadas con elegantes vestidos, luciendo hermosas flores en sus blondas cabelleras, tan bellas que semejaban princesas orientales. Noches de embrujo tropical cargadas de misterio en las que brotan pasiones de fuego en nuestros corazones. El baile se prolongó hasta las primeras horas del amanecer”.
La columna sin firma anuncia el viaje de placer a la Ciudad de México de don Félix Muñúzuri y Doña Jovita A. de Muñúzuri. Da cuenta también de una boda celebrada en Tecpan de Galeana, la de la señorita Sara Ruiz Abarca con el señor Marcial Ríos Valencia, a quienes se desea, según los cánones de la época, “eterna luna de miel”.

Las hermanas Julián

La canción mexicana ha sido pródiga en intérpretes con lazos fraternos. Algunas muy celebrados como el trío Garnica Ascencio, las Hermanas Huerta, las Hermanas Ruiz Armengol, las Hermanas Hernández, las Hermanas Padilla, las Hermanas Aguila, las Hermanas Navarro y las Hermanas Julián. Estas últimas, Leticia, Rosalía y Elena, incursionarán en la radio siendo apenas unas chiquillas.
Leticia se separa más tarde de sus hermanas para cantar boleros en la onda feeling y lo hace con tanto éxito que será llamada La Voz de Fuego. Rehecho el trío con Araceli, las tres Julián adoptarán el estilo de las estadunidenses Hermanas Andrews, voces características durante la Segunda Guerra Mundial, pero cantando boleros y guarachas.
Tiene que ver esto último con Acapulco porque de aquí surgió el sonido ideal para el trío femenino. Habla un nada complaciente crítico musical sobre las interpretaciones de las Hermanas Julián. Estima que el mejor momento para ellas fue con el acompañamiento de Teddy Stauffer y Los Beachcombers, grupo del cabaret La Perla del hotel El Mirador. Anota el musicólogo anónimo que Stauffer, cuya orquesta animó en su país los bailes de la naciente juventud nacionalsocialista, supo darle a las Julián el ritmo tropical justo y preciso. Cita entre otras piezas: Cucurucucú paloma, Negra consentida y Serenata huasteca.

Recuerdos de Paco Escudero

“Cómo olvidar aquella noche del 28 de febrero de 1949, lunes de carnaval por cierto, en la que el presidente Miguel Alemán declaró inaugurado el paseo costero con su nombre. Lo hizo accionado un interruptor eléctrico situado en el hotel La Marina (hoy Bancomer), para así iluminar toda la avenida que según se dijo entonces parecía “un collar de perlas”.
“La belleza del paseo, creo yo, consistía en su sencillez. Su encarpetado de asfalto negro con sus banquetas muy transitables, por cierto, su camellón central sólo cubierto por pasto y sus postes de concreto con farolas de vidrio (mismas que hoy se usan en Beverly Hills). El camellón central lucía desde luego nuestras típicas palmeras de coco, mismas que llegaron con la Nao de Manila, para convertirse en un símbolo del trópico.
La remembranza de Paco es nostálgica pero de ninguna manera festiva, todo lo contrario. Se trata de un doloroso reproche porque entre todos hemos mixtificado el paseo porteño por excelencia –el rutilante “collar de perlas”–, hasta convertirlo en horrendo remedo de una avenida de Falfurrias (Acerca de la Costera, Diario 17, 6/12/04).

Milo Fares, candidato

El 24 de abril de 1968, último año del gobierno municipal del doctor Martín Heredia Merckley, se lanza la candidatura de Emilio Fares Zarur, un guaquero irredento, a la presidencia municipal de Acapulco. Milo es propietario de una tienda de ropa en el edificio Oviedo, lo que le permite visitar a toda hora las cafeterías de los alrededores. Sanborns, Woolworth, Tirol, Dennys y La Flor de Acapulco. Llegada la noche se multiplica para estar en sitios distintos y distantes.
Se dirige primero al frontón Jai Alai de Caleta, sitio que no abandona sin antes lanzar contra pelotaris el reproche de “pinches vendidos”. por hacerle perder todas sus quinielas. Sigue la “Casa Macabra”, así bautizado por él mismo un brinco donde se apuestan sumas respetables. Lo suyo es el “chiquichiqui”, un juego que se practica con dados pequeñísimos, amén de ser muy engañoso. Esto porque el monte de las apuestas muestra billetes extendidos de baja denominación, habiéndolos escondidos de muy alta hasta alcanzar sumas respetables.
El garito fue conocido como Canal 2 sin tratarse de una clave secreta, aludía simplemente a su domicilio: calle del Canal número 2. (altos de Radio Servicio Chavelas). Milo abandonaba al lugar maldiciendo “estar más salado que la bragueta de un pescador”. El tour terminaba en la Táhuer (nombre críptico del cabaret La Huerta, en la sonaja o zona de tolerancia), un periplo en el que consumía de tres a cuatro cajetillas de cigarrillos Y. claro, nunca faltaron las advertencias a Milo sobre su manera suicida de fumar, a quien reprocha:
–¡Me lo dicen hasta ahora, cabrones, ya que me revolotean encima los zopilotes!.

Luis Martínez Cabañas

El comité de la campaña electoral de Milo Fares lo encabeza el licenciado Luis Martínez Cabañas, un guaquero tan serio como solemne con otras candidaturas similares en su haber. Una reciente con resultados poco gratos fue la de un taxista con aspiraciones legislativas. Este tendrá que vender taxi y permiso para sufragar los gastos de una campaña sin mítines, pero sí con muchas chelas. Era secretario del comité de campaña Toño Pintos Carvallo quien tampoco entonaba mal las guacas.
El lanzamiento de Milo Fares como candidato a la presidencia municipal de Acapulco, marca un hito en la historia de los procesos electorales porque el aspirante presenta desde el primer momento su equipo de trabajo. Lo integran personajes acapulqueños: licenciado Manuel Saavedra Ramos (secretario municipal); Carlos Rojas Chami (tesorero municipal); ingeniero Jaime Muñoz Pintos (director de Obras Públicas); Fernando Villar (oficial mayor); Ivo Mazzini (Espectáculos); Ramiro Cora (Policía Auxiliar); Abraham Molina (Registro Civil); Rafael Quevedo Pintos (jefe de Limpia); doctor Leoncio González (director del Hospital Civil Morelos).
Jorge de Acha (Reglamentos); licenciado Sergio Pedro Jiménez (primer juez calificador); licenciado Fausto Calderón (segundo juez calificador); Raúl Echazarreta (Relaciones Públicas); licenciado Horacio Hernández Cifuentes (Juez Menor); Raúl Alcaraz Sánchez (Policía Preventiva): Fernando Vanmeeter (jefe de Panteones); Rogelio de la Paz (alcaide de la cárcel municipal); Juan B. Conde (Mercados); Eligio Gómez (Rastros) y José Chichín Elías (Monte de Piedad).
Aunque nunca fue buen perdedor, esta vez Milo Fares aceptará su derrota frente al licenciado Israel Nogueda Otero y será el primero en felicitarlo durante su toma de posesión el 1 de enero de 1969.
Un número cabalístico, opinará el propio aspirante.
(Hoy mismo y a pesar de que falta mucho tiempo para el relevo, los aspirantes a la Presidencia municipal de Acapulco se han multiplicado como los índices de inseguridad en el puerto. Los hay quienes creen que todo depende saber encubrir las mentiras con verbo florido y disponer de millones, propios o de patrocinadores, para el reparto de despensas y baratijas. Y los de siempre. Los que todavía confían en los padrinazgos, en la compra de votos y quienes siguen considerado a los acapulqueños menores de edad, por no decirles pendejos, en materia política).