EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Porteñas (X)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Enero 23, 2020

México y La Habana,
dos ciudades que son
como hermanas.
Benny Moré.

La cubanidad

Las oleadas de artistas cubanos hacia México se sucederán una tras otra a partir de finales del siglo XIX, muy intensas en la mitad del XX. Figurarán entre ellas músicos, compositores, cantantes, cómicos, artistas de cine y hermosas bailarinas de rumba. El primer gran salto lo habrán dado tres géneros musicales, el son, el bolero y el danzón, seguidos del mambo, el chachachá, el fílin y el canto nuevo. Adoptados todos ellos como propios y entrañables.
Algunos de aquellos creadores fueron igualmente adoptados por México y no faltaron quienes hicieron de este país una segunda patria. Entre muchos Absalón Pérez, director de orquesta de la XEW y Consejo Valiente, un timbalero cuyo nombre artístico –Acerina–, identificará a su danzonera. Y en esa misma línea Arturo Núñez, también músico y compositor (Nuestra cita); lo mismo que el pianista y compositor Juan Bruno Tarraza, acompañante de Toña La Negra. Bruno se enamora de Acapulco y decide anclarse aquí para cubrir las noches del trópico con las notas no menos cálidas de su piano. Y entregar sus boleros Alma Libre, Oye, corazón; Como el besar y Soy feliz. Interpretando este último por María Victoria quien tocará los dinteles de la gloria: (¡ y es que estoy taaannnn… enamorada!…).
Otro cubano que se queda en Acapulco es el bongocero Pascual Capote, Chimmy Monterrey, (¡muchacho!), quien lo mismo le tocaba los cueros a María Antonieta Pons que a Ninón Sevilla. Con esta, por cierto, baila para el cine una rumba de antología. Chimmy crea del exitoso Jazz Bar al tiempo que forja con doña Graciela Orozco una familia acapulqueña ejemplar. Otro asimilado lo fue Enrique Tappan, Tabaquito, bongocero y bailarín de Tongolele; un yucateco que se decía cubano y hablaba como cubano. ¿Y cuál es la diferencia?, preguntaba irritado. También acapulqueño, el saxofonista Ezequiel Barreto.
Celio González, quien había llegado al país como cantante de la Sonora Matancera (Total, Amor sin esperanzas y Vendaval sin rumbo) hará de La Cabaña de Caleta su domicilio social y hasta se dará el lujo de guiar a turistas gringas. Otros talentos de la migración cubana: Mario Álvarez Jiménez (Rumbo perdido, Sabor de engaño y Vuélveme a querer). Oswaldo Ferrés, un músico cubano que abrevó en las fuentes larianas (Acércate más, Toda una vida, No, no y no, Tres palabras y Quizás quizás, quizás).

El Benny

Un autor e intérprete fuera de serie fue Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, simplemente Benny Moré, quien triunfa en México antes de ser conocido en Cuba. En opinión del sonero cubano Miguelito Cuní: “Benny se terminó de hacer en México como gran intérprete y fue también en México donde cultivó los tonos graves que antes no poseía”. “Cuando lo escuché en la isla le dije: “¡muchacho, ahora sí que estás completo!” Fue “el Benny”, por cierto, quien le abrió las puertas de México al “carefoca” Dámaso Pérez Prado, El Rey del Mambo”, de cuya orquesta habría sido cantante (Bonito y sabroso, Esta noche, corazón; Pachito e’ché y Cómo fue).Temas estos con los que alcanzará en Cuba el sitial como el mayor sonero de todos los tiempos.
El Benny coincide aquí con Isolina Carrillo, pianista del Cuarteto Siboney (Olga Guillot, Alfredo León, Conchita García y Macelo G.) y hará de su bolero Dos gardenias una auténtica creación. Apalancado por Moré, Roberto Bobby Collazo no necesitó otro bolero (La última noche) para escalar la cumbre del éxito. Caso similar el de Sergio de Karlo con Flores negras. Monstruos sagrados de la radio cubana fueron Rita Montaner (Angelitos negros) así como los cómicos de La Tremenda Corte: Tres Patines, Luz María Nananina y Rudecindo Caldeiro y Escobiña.
Cuando hayan pasado seis años de su llegada a México y tenga un pie en el estribo para regresar a su “isla parecida a un largo lagarto verde” (Nicolás Guillén, dixit), Benny Moré participa con toda la cubanada en la recepción a su presidente Carlos Prío Socarrás, de visita en México. (“México y Cuba son de un mismo pájaro las alas”, recurrirá al poeta). Viaje malhadado pues apenas regrese a Cuba, Prío será derrocado por Fulgencio Batista (visitante de Acapulco en tiempos del presidente Cárdenas). El expresidente regresará a México para esperar que Miami le conceda asilo.
Durante esa espera, Prío Socarrás usará como asesor de relaciones públicas al periodista Agustín Barrios Gómez, autor de la columna Ensalada Popoff de Novedades de México y propietario de los cabarets Afro de la capital y Rumba Casino de Acapulco. Alcahuete del desterrado será el gringo mafioso Alfred Blumy Blumenthal gerente de los hoteles Reforma de la Ciudad de México y Casablanca acapulqueño. El chaparro y rubicundo personaje le conseguía al cubano “viejorrones como de calendario”, según calificación del personal del cabaret Ciro’s, donde las presumía. El día en que Prío le lance los canes a la estrella del lugar, la actriz y cantante brasileña Leonora Amar, una auténtica estatua de carne de 1.78, metros, el galán cubano tendrá que echar reversa. Cuando el propio Blumy le advierta: “¡Cuidado, don Pío, que es la novia acapulqueña del presidente Miguel Alemán”. ¡Coño!

Voces y sonidos

Voces y los sonidos de Cuba cubrieron por muchos años los programas de mayor audiencia de la XEW. Allí triunfaron El Benny, por supuesto, Celia Cruz (Tu voz), Olga Guillot (La gloria eres tú y Miénteme); Bola de Nieve (Si me pudieras querer); Ernesto Lecuona (Canto Siboney, María la O); Miguelito Valdez Mister Babalú, cantante de la orquesta estadunidense de Xavier Cugat (México, yo te canto y Taboga), Bienvenido Granda, El bigote que canta (A la orilla del mar) y Julio Gutiérrez (Inolvidable).
Por ese tiempo estremece aquí el drama del compositor Pedro Junco, de Pinar del Río, quien fallece de una tuberculosis fulminante. Hasta entonces la novia del creador comprenderá el por qué la había rechazado sin ninguna explicación: Nosotros, que nos queremos tanto debemos separarnos, no me preguntes más… (Nosotros, la canción póstuma del poeta).
Aída Diestro conjunta en el Cuarteto D’ Aída a las más grandes voces cubanas de todos los tiempos: Elena Burke, Moraima Secada y las hermanas Haydé y Omara Portuondo –un asombroso prodigio de vitalidad esta última–(Yényere cumae y El bombón de Elena). El Cuarteto de Facundo Rivero, del que alguna vez formó parte Elena Burke, lo integraban por Welia Núñez, Elba Montalvo, Jesús Leyte y Abelardo Rivero Ebano. Facundo presumía los muchos nombres de su pelo apretado llamado en Cuba pasa y frijolito; en México , chino y musuco; en Francia, frisé; en Buenos Aires, mota; en Brasil puncho y en Perú apretao”.
Ya sin Facundo, el Cuarteto de Rivero volverá a Acapulco para cubrir las temporadas invernales en el Bum Bum de Beto Barney en Caleta. Cecilia González y Elba Montalvo eran sus nuevas voces femeninas, continuando Jesús Varela Leyte y Abel Rivero Ebano. (Serenata mulata, Oyeme mamá, Cachumbembe). Los Hermanos Rigual, apoderados también del Bum Bum, cantaban justamente una de sus canciones: Cuando calienta el sol aquí en Caleta. El compositor y guitarristas Gilberto Urquiza estrena Hola, que tal. Suenan fuerte las orquestas de Mariano Mercerón (La Margarita); Chico O Farill (Suite Azteca); América, de Ninón Mondéjar (Los Marcianos) y de Enrique Jorrín, creador del chachachá (La blusa azul, La Engañadora) y el pianista Frank Domínguez triunfa con Tú me acostumbraste e Imágenes.

Salón México

Emilio Indio Fernández llama al son Clave de oro, de Orlando Guerra, para meter ritmo a su celebérrima película Salón México. Otros vocalistas del grupo serán Moscovita y Chepilla (Un Meneíto nomá, Camina como Chencha). El primer cantante de la orquesta de Pérez Prado fue Cecilio Kiko Mendive (México lindo y El Caballo y la montura). Barbarito Diez canta temas a ritmo de danzón o danzonetes (Lágrimas negras). Óscar López (Boquita azucará y Corazón no llores) y Rosita Fornés, deslumbrante vedette que estuvo casada con el cómico mexicano Manuel Medel y quien apenas el mes pasado cumplió 96 años. Se despidió de Cuba para radicar en Nueva York.
Más cubanos privilegiados: Mario Fernández Porta, pianista y compositor (Qué me importa y No vuelvo contigo). César Portillo de la Luz, uno de los iniciadores del filin (Contigo a la distancia y Delirio). Bienvenido Granda (Soñar, A la orilla del mar). Yeyo y Cané (Bembelem) y Francisco Fellove (Mango mangüé) El “cubanísimo” Cuarteto Rufino –Mamá Rufino era la única isleña– (Clavelito); Famie Kaufman Vitola (Chibiribirí); Miguel Licea, Puntillita; El quinteto cubano de las Hermanas Benítez, con un año en la marquesina del Club de Pesca (Corazón de melón), Luis Marqueti (Amor, que malo eres) y Dalia Íñiguez, declamadora y actriz de cine y televisión (La oveja negra, Yo no creo en los hombres y La rosa blanca. Eternos: Trío Matamoros (Lágrimas negras ) y Moisés Simons (Bilongo).
Las rumberas

De las rumberas venidas de Cuba, María Antonieta Pons será la primera en presentar en 1954 un fastuoso espectáculo en el cabaret Cantamar, del hotel de las Américas. La acompañaron las orquestas de Gonzalo Curiel y Luis Alcaraz y como primer bailarín Raúl Martínez, el más tarde villano y director de cine. Las otras tres rumberas cubanas, Ninón Sevilla, Rosa Carmina y Amalia Aguilar (Meche Barba era mexicana) fueron también figuras familiares en Acapulco.

José Antonio Méndez

José Antonio Méndez, uno de los más grandes creadores musicales de todos los tiempos, entrega a Toña La Negra su canción La Gloria eres tu para que la grabe por primera vez. Apenas sale el acetato, grupos moralinos de la Ciudad de México, apoyados por curas y obispos, combaten el disco calificándolo como irreverente y francamente blasfemo. Exigen el retiro inmediato del acetato y ni tarda ni perezosa la censura oficial prohíbe su venta en 1947.
Durante una larga estancia en Acapulco, José Antonio acostumbrará echarse todas las noches la paloma en la taberna El Pez que Fuma, de Manolo Pano, en los callejones de La Paz e Ignacio Ramírez. A su llegada a aquél reducido espacio, el compositor pedía sin falta:
“Ron con goma, mi “helmano”. Y es que hoy como todas las noches no sé dónde estoy, si en la Habana o en Acapulco. ¿Y sabes que, mi “helmano”?, ¡no quiero sabelo.”
Ya en plena paloma, la petición unánime para el cubano era su canción la Gloria eres tú, surgiendo entonces la explicación esperada por el público. “Si mi estancia en México y la supervivencia de mi canción dependía de sustituir la palabra “blasfema”, lo hice sin pensarlo dos veces. Entonces cantaba la cuarteta censurada
Dicen que la gloria está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir, desdigo a Dios porque al tenerte yo en vida no necesito ir al cielo tisú, si alma mía, la gloria eres tú.
Y enseguida la versión corregida y definitiva:
Dicen que la gloria está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir, bendigo a Dios porque al tenerte yo en vida no necesito ir al cielo tisú, sí alma mía, la gloria eres tú”.
Durante su estancia en Acapulco José Antonio habitó la bodega del centro nocturno Bambú del también cubano Manolo Viñas, junto al Palacio Federal. En tal sitio, según cuenta el abogado Pedro Larumbe Morales, el compositor conoció a Alicia Rodríguez Tenorio, una bella ometepequense. El flechazo no se hizo esperar y justo a los nueve meses ella dará a luz a un bebé morenito. Para esto, José Antonio ya había abandonado el puerto, desconociéndose si recibió noticias al respecto. El propio licenciado Larumbe ayudará más tarde al joven Antonio Méndez Rodríguez, que tal era el nombre del muchacho, para ingresar como alumno a una escuela de educación física, perdiendo luego todo contacto con él. Durante un viaje a Cuba, Pedro llevará la historia a familiares y amigos del poeta.
Otras canciones del poeta: Me faltabas tú, Mi mejor canción, Novia mía, Si me comprendieras y Decídete mi amor.