EL-SUR

Miércoles 31 de Mayo de 2023

Guerrero, México

Opinión

PRD: estas ruinas que ves…

Humberto Musacchio

Marzo 16, 2017

Todavía no hemos visto lo peor, pero el Partido de la Revolución Democrática avanza en su proceso de reducción a las dimensiones de un partido testimonial, como lo fueron durante muchos años el PPS fundado por Vicente Lombardo Toledano o el PARM, partido que generosamente regalara el presidente Adolfo Ruiz Cortines a los militares que en 1952 apoyaron la candidatura del general Miguel Henríquez Guzmán.
Por supuesto, el PRD puede desaparecer en las elecciones de 2018 o poco después, pero lo previsible, si el año próximo se impone el PRI –ganar es otra cosa– es que el gobierno lo mantenga con vida artificial para aprovechar su presunta filiación de izquierda y usarlo cada vez que se requiera quitarle votos a Morena.
Las maneras de hacer uso de un partido pelele son varias. En el caso del PRD, algunos de sus dirigentes se muestran muy entusiastas en su trabajo de combatir a Morena para favorecer al PRI o a su aliado el PAN, según el caso. Y si alguien lo duda, que siga las declaraciones que día a día expele un tal Raúl Flores, quien diariamente y en forma draculera trata de chupar la sangre, no de los partidos de la derecha, sino del verdadero rival del PRD, que es indudablemente Andrés Manuel López Obrador.
Hay una gran desbandada del PRD. Lo que vemos es el paso de algunos personajes a Morena, pero abajo, en las bases, el trasiego es masivo, entre otras razones porque las corruptelas y el oportunismo político de los jefes amarillos han acabado por descorazonar a los militantes que un día y otro están ahí, quienes poco o nada esperan pero lo dan todo.
Lo que estamos presenciando es la entrada en fase terminal de un partido que despertó la esperanza de un cambio, un partido en el que priistas inconformes ante la orientación neoliberal de sus gobernantes se fundieron con diversos destacamentos de izquierda, principalmente la militancia del Partido Comunista Mexicano que cedió cuadros, relaciones, representatividad, bienes materiales y hasta el registro electoral que a costa de muchos muertos, torturados y encarcelados había obtenido en 1976.
Los ex priistas fueron mayoría en el PRD, pero sería equivocado y muy injusto cargarles toda la culpa por la corrupción y las traiciones de ese partido. En el desastre influyó la marginación de los viejos cuadros comunistas, es cierto, pero lo es también que en el proceso de descomposición participaron los grupos de origen marxista, especialmente sus dirigentes, que enloquecieron ante los ingresos y las enormes canonjías que ofrece la política legal a la mexicana.
El más reciente drama del perredismo tiene como protagonista a Miguel Barbosa, un político que está lejos, pero muy lejos de ser un extremista o cosa parecida. Barbosa es un político que para ascender hizo de la tibieza su principal virtud, orgulloso de su amistad con los jefes priistas fue un senador incapaz de distinguirse de otros senadores de cualquier partido.
Hace unos días Barbosa anunció que apoyaría la candidatura presidencial de López Obrador, lo que causó una aparente indignación entre los dirigentes de su partido, que han visto partir a 14 de los 19 senadores con que contaban. La decencia política indica que antes Barbosa debió platicar el asunto con la dirección de su partido, pero optó por actuar de manera individual o, en todo caso, de acuerdo con otros senadores que han pasado a las filas de Morena.
Sin embargo, es del todo normal que en un partido los militantes planteen abiertamente sus puntos de vista en torno a la política de alianzas, pues no todos están de acuerdo en ir atrás del PAN a cambio de algunos cacahuates. Para no pocos perredistas, estar en las boletas con la derecha es una operación contra natura que se va haciendo costumbre entre los dirigentes del sol azteca.
La destitución de Barbosa como líder de la fracción amarilla, el nombramiento por los integrantes de la bancada de Raúl Morón como nuevo dirigente y el desconocimiento de éste por Dolores Padierna, a su vez designada líder de la fracción por la dirección del PRD, muestra, si todavía fuera necesario, que el PRD es un partido que se desgrana día a día, pero que ahí seguirá durante algunos años.
Por último, no sobra preguntar en qué principio jurídico se basa la obligación de que cada fracción parlamentaria esté integrada solamente por miembros de un partido. Hay otras afinidades que tienen tanto o mayor peso, pero el asunto no es de peso, sino de pesos.