EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

PRD, o la reinvención desde la desmemoria (a propósito de un mural)

Aurelio Pelaez

Mayo 19, 2022

El presidente estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida y la secretaria general de la Dirección Nacional Ejecutiva, Adriana Díaz, flanqueados por los diputados locales Raymundo García, Bernardo Ortega y Yanelly Hernández, el ex alcalde de Acapulco Evodio Velázquez en en el mural que develaron el jueves pasado en las oficinas estatales del PRD en Chilpancingo, y el cual tiene las imágenes de Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra, Heberto Castillo e Ifigenia Martínez Foto: Jesús Eduardo Guerrero

 

El presidente estatal del PRD, Alberto Catalán Bastida y la secretaria general de la Dirección Nacional Ejecutiva, Adriana Díaz, flanqueados por los diputados locales Raymundo García, Bernardo Ortega y Yanelly Hernández, el ex alcalde de Acapulco Evodio Velázquez en en el mural que develaron el jueves pasado en las oficinas estatales del PRD en Chilpancingo, y el cual tiene las imágenes de Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra, Heberto Castillo e Ifigenia Martínez Foto: Jesús Eduardo Guerrero

El artista realiza una composición, entre el libre albedrío y a pedido del cliente: imágenes tomadas de diversos momentos del axial 1988, el del rompimiento de personajes –los progresistas, se supone– del compacto grupo en el poder, el PRI, y de cuando éstos pasan a formalizarse en un contrapeso, lo que ahora –y aún– conocemos como PRD. En 1988 la izquierda, que hacía una nueva campaña presidencial destinada a ser testimonial, percibe que está ante un parteaguas histórico, se apea del caballo y se suma a la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que compite desde la disidencia y en el llamado Frente Democrático Nacional (FDN) contra el partido que fundó su padre, el PRI, el ex presidente Lázaro Cárdenas.
El FDN de 1988 pasa a ser el PRD en 1989 y se convierte, por la suma de trayectorias, en la referencia de la nueva izquierda en México.
Es la tarde del jueves en Chilpancingo, y se conmemora el 33 aniversario de ese acontecimiento, impreciso históricamente por las imágenes exhibidas. Son 34 años, por la referencia de las fotografías tomadas como base para el mural, son 33 por el motivo de la celebración, los de la fundación del PRD (desglosarlo es un sinsentido).
Pero no hay un error involuntario en lo que nos muestra ese mural, que camina a ser efímero (a que no pasa del 27 de septiembre, corren apuestas). Hay una intención, una revisión, reedición, reinterpretación del instante que vive ese partido, muy a modo de quienes hoy lo dirigen. La historia es así.
En El libro de la risa y el olvido (1979), el checo Milán Kundera refiere una anécdota de los tiempos del poderoso bloque comunista. Es una foto de 1948. Desde un balcón del Palacio de Praga, el líder comunista Klement Gottwald se dirige a cientos de miles. Está rodeado de la cúpula del partido, entre ellos un tal Clementis. Hace frío invernal. El líder tiene la cabeza descubierta. Clementis se quita el gorro y lo coloca en la cabeza del líder. El departamento de Propaganda publica la foto oficial. Aparece Clementis, quien después cae en desgracia y es fusilado. Se reedita la historia. En las reimpresiones siguientes de la imagen en lugar de Clementis aparece una pared vacía, pero el gorro en la cabeza del líder permanece como testimonio de su existencia. Como una impronta.
La historia la escriben los vencedores, es un axioma. En el caso del PRD, los pírricos. Las ausencias hablan en silencio de la historia de este partido que busca reeditarse, reinventarse. Alguna vez fue segunda fuerza política del país, alguna vez estuvo las puertas de ganar la presidencia de la República, con un candidato que ahora los defenestra, dos veces ganó la gubernatura de Guerrero –con candidatos prestados– y a 33 años de su fundación busca sobrevivir electoralmente de la mano de su némesis, del partido a cuya negación le debe su existencia, el PRI.
El editor, alguna vez respirando esos aires, busca en la memoria –es un decir, se recurre a internet– y trata de insertar las añejas imágenes en la versión que de los fundadores presenta el PRD de Guerrero, y que encargaron al artista David de Léon. Es una composición de diferentes tiempos y escenas. Está el personaje principal, Cuauhtémoc Cárdenas, pero la imagen parece corresponder a un mitin. Mira a la multitud lejana, saluda. Deben ser tiempos de la campaña del FDN, no de la fundación del PRD. A su lado, bajita, Rosario Ibarra, que fue candidata por el PRT a la Presidencia y por ende no estuvo en la campaña, pues se negó a declinar. Pero su popularidad la hace necesaria en esta versión de la historia. La imagen debió ser después de las elecciones, cuando se denunció el fraude electoral ante la Secretaría de Gobernación. Rosario Ibarra no fue fundadora del PRD y no se integró a ese partido, aunque el PRD la hizo senadora a propuesta de Andrés Manuel López Obrador –sin ser militante– de 2012 a 2018, y tan pronto entra al Senado se pasó al PT, para que ese grupo pudiera crear una bancada. Y está el generoso ingeniero Heberto Castillo, quien leyendo el momento crucial hacia la democracia en México, renunció a la candidatura presidencial por el PMS y declinó por Cárdenas.
Fundadora del PRD, sí, aunque poco proclive a las marchas, aparece la economista Ifigenia Martínez. La imagen debió ser de algún presídium, de las cuales fue habitual, porque el nuevo partido le encargó a menudo el trabajo de elaborar reformas y proyectos, en los que acompañaba a su amigo Porfirio Muñoz Ledo, desde tiempos en que ambos militaban en el PRI. Ifigenia, diplomática, diputada por el PRI, pasó luego a ocupar cargos en el PRD y ser senadora y diputada por ese partido, el último periodo 2009-2012, en donde al terminar pasó a integrase al proyecto convocado por un único personaje, Andrés Manuel López Obrador, Morena, que nació renegando del perredismo, para entonces en el discurso corrompido, aliado con la derecha, etcétera, etcétera, etcétera.
Y como el Clementis que refiere Kundera, borrado del mural y del mapa está –no está– Porfirio Muñoz Ledo, protagonista principalísimo de la historia del PRD en Guerrero, quien como presidente nacional de ese partido (1993-1996), articuló su formación en el estado, dirimiento conflictos entre personajes y grupos fundadores (cívicos y felixistas), y posibilitó las alianzas y candidaturas externas (Zeferino Torreblanca, por Acapulco en 1993).
El mural exonera (perdona) la deserción de Ifigencia Martínez (Ifigenia cruel), hacia Morena, no la de Muñoz Ledo. De paso está recordar que Cuauhtémoc Cárdenas formaliza su renuncia al PRD en noviembre de 2014, tras criticar que ese partido se manejaba por el sistema de cuotas y no había espacio a la militancia, para la discusión de procesos internos y externos. (Ya en 2002 había renunciado a sus cargos en el partido, aunque ahí lo reivindicaran como “líder moral”, y en 2005-2006 se ausentó de la campaña del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador). ¿Alguien se imagina como militante del PRD sin pertenecer a grupo, corriente o “expresión”? ¿Algún ciudadano de a pie podría aspirar a candidatura o cargo sin ser de esos eufemismos, que algunos refieren como “mafia”? ¿Queda algo de izquierda por ahí?
De paso, otra referencia histórica involuntaria, la de Mario Luis Valencia, quien funge como presidente del Consejo Estatal y se lanzó contra los pactos de la derecha del presidente de su partido, Jesús Zambrano. En alguna de esas fotos de referencia para el mural, precisamente en los momentos en que se lleva la denuncia de fraude electoral ante Gobernación –y en las que ya apareció Rosario Ibarra, de votación testimonial– tras la elección del 6 de julio estuvo la rechonchez inocultable del candidato del PAN a la presidencia Manuel Clouthier: la derecha.
Las referencias a Guerrero son unas palmeras, una bahía sin hoteles, un tlacololero, un diablo, una mujer y un plato de pozole. No hay fundadores locales. Ni su primer presidente, el ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), ya fallecido, Rosalío Wences Reza (1989-1990); Guillermo Sánchez Nava (1993-1994), ni las presidencias colegiadas –la fórmula salomónica para que el partido no se dividiera en dos grupos– con Félix Salgado Macedonio y Eloy Cisneros Guillén (1992-93); Ranferi Hernández Acevedo –asesinado en 2017– y Saúl López Sollano (1994-1995) . Los últimos cuatro pasaron a Morena (Del aliento al desencanto. La alternancia política en Guerrero 1989-2009. Netzahualcoyotl Bustamante Santín. Ensayo).
La voz cantante del acto del jueves 12, la llevó el presidente del PRD, Alberto Catalán Bastida, quien llamó ahí a mantener al partido cercano a los movimientos sociales y pidió a los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, permitirlos acompañar en su lucha (se dobla apuesta por la superviviencia del mural).
Catalán Bastida debe su meteórico ascenso en el PRD, diputado local es su mayor credencial, al ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, quien tras un breve receso al pedir licencia a la gubernatura, por el caso Ayotzinapa en 2014, regresó a la política y prácticamente subordinó a todas las “expresiones” del partido que lo había llevado a la gubernatura por segunda vez, cual si de una franquicia se tratara. ¿Y dónde estaba Aguirre en 1989, cuando se fundó ese partido? Era secretario de Desarrollo Económico, del gobierno de José Francisco Ruiz Massieu, operador para las elecciones locales en Costa Chica de 1989, proceso que devino en la toma por perredistas de alcaldías, alegando fraudes y su desalojo violento, muertos de por medio. Tras ello, la acusación por parte del gobierno de Ruiz Massieu, de que el PRD era el partido “de la violencia y la sangre”.
Wences Reza, Félix Salgado, Eloy Cisneros, López Sollano y Ranferi Hernández protagonizaron varias marchas y mitines con escenas similares a la del mural, imágenes convenientemente olvidadas.
Nada de esto es responsabilidad de David de León.

Para documentar el optimismo (con perdón de CM)

Y entre las reinvenciones del pasado quizá no haya mayor éxito que el de Benito Juárez, quizá el principal personaje de la historia reivindicado por el actual gobierno, del presidente López Obrador. Esencia de lo liberal y lo republicano, pero en sus años finales no tan venerado. A su muerte en Palacio Nacional, en 1872, vigente su ánimo reeleccionista que lo había confrontado con Porfiro Díaz, vino un periodo de reflexión a su legado. Es hasta 1891 que se comienza a articular su culto funerario: mausoleo, homenajes, fotografías, esculturas, efigies (“el guillotinado por excelencia”: Carlos Monsiváis), siendo el artífice de ello el presidente Porfirio Díaz, hoy antítesis histórica de su paisano oaxaqueño (El culto a Juárez, la construcción retórica del héroe. Rebeca Villalobos. Grano de Sal. 2020).
Nadie sabe para quien trabaja.

Etiquetas: Política, Chilpancingo, mural, PRD, aniversario, imágenes, deconstrucción, historia, reinvención, personajes