EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Prepara el gobernador la toma de Acapulco

Juan Angulo Osorio

Septiembre 19, 2006

El gobernador del estado y el alcalde de Acapulco me hicieron quedar mal y no se tomaron la foto el miércoles 13, cuando se instaló la de nombre rimbombante Mesa Central de Alto Consenso para la Reforma Democrática del Estado, a la que no asistió Félix Salgado al parecer sentido porque el secretario general de Gobierno, Armando Chavarría, lo invitó al acto al cuarto para las doce.
Sí se la tomaron, y doblemente, el sábado posterior en ocasión del desfile militar en Acapulco, en el que flanquearon al comandante de la Novena Región Militar, general Salvador Cienfuegos, y en que comparecieron juntos en una conferencia de prensa.
La conferencia giró sobre temas acapulqueños, y fue el gobernador quien llevó la voz cantante. Se refirió Torreblanca a un proyecto para la avenida Escénica con participación de empresarios, del caso de la desastrosa vía Cayaco-Puerto Marqués, y de la no menos destruida calzada Pie de la Cuesta en el área de Mozimba y el fraccionamiento Marbella. De todo esto, dijo Zeferino, ya habló con el alcalde, quien simplemente hizo mutis y dejó correr solo al gobernador ante las preguntas de los reporteros, alguna de las cuales parecía ser parte de la estrategia del gobernador para la toma de Acapulco por su grupo político.
Ya escribimos aquí que Torreblanca Galindo y Salgado Macedonio se mueven según las reglas de la República simulada, mismas que prohíben el debate abierto de las ideas y privilegian la politiquería y los golpes debajo de la mesa. Si aquí escribiéramos todo lo que se dicen por debajo del agua los equipos de uno y otro, incluidos sus capitanes, llenaríamos más de una plana del periódico. Ya se dará cuenta aquí de alguno de estos episodios que, por cierto, deja muy mal parado al grupo en el poder que se jacta de impulsar una nueva política en Guerrero. Por lo pronto me interesa destacar que sí hay diferencias de fondo, y no sólo de forma, entre el gobernador de Guerrero y el presidente del principal municipio del estado.
Todo indica que el controvertido proyecto de presa hidroeléctrica La Parota es el motivo principal de la molestia de Zeferino Torreblanca hacia la gestión de Félix Salgado Macedonio.
Como los lectores de El Sur saben muy bien, de la noche a la mañana, sin que durante su campaña electoral dijera una sola palabra sobre La Parota, ya como gobernador Torreblanca la definió como el proyecto más importante de su administración. Y el alcalde no lo ha seguido en esa definición ni apoyado la estrategia del gobernador para imponer la construcción de la obra, un multimillonario negocio que se pretende llevar adelante pese a la oposición de autoridades en la materia como el Tribunal Latinoamericano del Agua y el relator de la ONU sobre pueblos indígenas, el mexicano Rodolfo Stavenhagen.
Para algunos de los que conocen el conflicto de cerca, la ambigüedad del presidente municipal de Acapulco ante ese proyecto, su evidente falta de entusiasmo están detrás de las diversas ofensivas soterradas o mediáticas que ha enfrentado en sus nueve meses y medio de gobierno. Han sido estos embates de tal magnitud que otro que no fuera Salgado Macedonio ya hubiese tirado la toalla.
Por ejemplo, la acción para muchos heroica de los policías municipales que enfrentaron en La Garita a un grupo de presuntos narcotraficantes, al poco tiempo intentó ser trocada para presentarla como una supuesta prueba de que la policía acapulqueña estaba al servicio del cártel contrario al de las víctimas.
Diarios de la ciudad de México desplegaron en sus primeras planas videos que aparentemente acreditaban que en La Garita no hubo un enfrentamiento sino una ejecución –con tiro de gracia incluido–, mientras más de una columna periodística hacía eco de la versión de que Félix Salgado mismo estaba involucrado y que lo único que lo mantenía en el cargo era la cercanía de las elecciones presidenciales.
Simultáneamente se decía que el mismo gobernador Torreblanca hizo llegar al alcalde Salgado un mensaje del gobierno federal, en el cual éste le sugería que solicitara licencia antes del 2 de julio, pues de lo contrario sería asesinado por sicarios de uno de los cárteles que disputan la plaza acapulqueña.
Por esos días preelectorales, el mismo alcalde dijo que los ejecutados que aparecían por aquí y por allá un día sí y otro también, eran parte de una campaña de voto del miedo contra la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, hipótesis que puntualmente refutaba el gobernador Torreblanca.
Después de este momento crítico vino una especie de tregua. El lunes 24 de julio, en una columna como ésta escribí:
“El gobernador vino el sábado a Acapulco en plan de dejar claro que no está en la jugada de quienes quieren a Félix Salgado Macedonio fuera de la Presidencia Municipal, y se extendió sobre cuestiones que hasta entonces no habían pasado del nivel de los rumores o que ni siquiera han merecido la atención de la opinión pública.
No es ‘enano político’ ni un político ‘miope’ para querer quitar al alcalde porteño, dijo Torreblanca para salir al paso del rumor que lo señala como el responsable de las presiones para que Salgado dimita y que ha denunciado reiteradamente el alcalde, quien no obstante nunca ha mencionado públicamente los nombres de los autores de las mismas.
“Si el gobernador tuvo que salir al paso de un rumor… tal vez encuentre su explicación en que ya era muy extendida la versión de que él y su grupo político se encontraban detrás de las maniobras para una salida adelantada de Félix Salgado.
“En otras circunstancias nos congratularíamos del respaldo explícito que vino a dar el gobernador al alcalde del principal municipio del estado. Veríamos en él un principio de rectificación de Zeferino Torreblanca a su política de golpeteo y agresiones contra cualquiera que se atreva a criticarlo o a no comulgar con sus proyectos.
“Pero su desmedido interés por aclarar que no tiene nada contra Félix Salgado se presta al sospechosismo. Más cuando se sabe que le molesta que el alcalde no apoye sin reservas el proyecto de la presa La Parota, calificado como una prioridad estratégica por el mismo gobernador. Y cuando se sabe asimismo que la reunión del alcalde con su antecesor en el cargo, Alberto López Rosas, luego de las versiones de que se conspiraba para acelerar su salida del Ayuntamiento, encendió los ánimos contra Salgado en más de una oficina del Palacio de Gobierno de Chilpancingo.
“El alcalde ha manifestado su beneplácito por el apoyo que recibió del gobernador, y reveló al mismo tiempo que recibió otra amenaza de que sería asesinado si no dejaba el palacio del parque Papagayo esta semana. Enseguida anunció que ya no hablaría más de este tema, como si ese fuese el acuerdo con Torreblanca tras el espaldarazo de éste, que ha desestimado las amenazas desde la primera vez que se refirió a ellas Salgado Macedonio.
“De todos modos hay que seguir pendientes del caso”.
Y, ciertamente, sólo se trató de una tregua pública, pues el golpeteo del gobierno del estado contra el gobierno municipal no ha cesado, ni las respuestas de éste, algunas simbólicas y otras no tanto.
Así por ejemplo, la idea perversa de vincular al alcalde con el crimen organizado sigue difundiéndose. Hace unos días, en alguna columna de un diario del Distrito Federal se escribió que Zeferino Torreblanca preparaba el anuncio de un ambicioso plan de seguridad para contribuir al combate a la delincuencia organizada que, cito de memoria, “creció con la llegada de los nuevos gobiernos municipales”. Al parecer se trataba del sistema nacional de seguridad pública que aprobaría la Conferencia Nacional de Gobernadores a partir de un documento elaborado por 12 mandatarios, entre ellos el de Guerrero.
Permítaseme un paréntesis para decir que, como se sabe, tal proyecto no se aprobó ante la oposición encabezada por el gobernador de Sonora, Eduardo Bours, quien rechaza que intervenga el Ejército y que se establezcan delegaciones de la SIEDO en los estados, según lo ratificó este lunes en el programa de Denisse Maercker en Televisa.
De acuerdo con las notas periodísticas sobre la reunión de los gobernadores en Nuevo Vallarta, Nayarit, Torreblanca fue el principal defensor de que se aprobara el proyecto, mismo que no defendió ahora cuando fue requerido precisamente para ello en el mismo programa de televisión mencionado. Es sólo que los estados tenemos distintos ritmos, dijo nuestro gobernador, lejos de la definida postura que adoptó su par de Sonora quien, sin tapujos, señaló: “Ya tenemos delegados de la PGR y AFIs” en los estados como para además tener una base permanente de agentes de la SIEDO. ¿Dónde queda entonces la soberanía estatal?, agregaría yo. ¿Estamos ante la ratificación de aquella tristemente célebre frase del gobernador “con el narco no puedo ni quiero”? Después de este paréntesis, volveremos aquí sobre el tema del acoso del grupo político del gobernador contra el alcalde de Acapulco, y de las reacciones de Félix Salgado quien, por cierto, no está manco.