Marcial Rodríguez Saldaña
Septiembre 19, 2024
(Tercera y última parte)
Por su parte Fernando Valle, expresa que el creía: “que el amor era uno de los grandes objetos de la existencia… que la mujer amada era el apoyo poderoso para el viaje de la vida… que sus ojos comunicaban luz al alma, que su sonrisa endulzaba el trabajo… que el fuego de su corazón era una savia vivificante que impedía desfallecer”. Lo cual fue calificado por Flores como poesía y lo invitaba a dejar de creer en eso.
Ante las confesiones de Enrique Flores, Valle le pregunto, que entonces ¿por qué en esa época de enormes dificultades para la patria, se había enlistado en el ejército?, que ¿si creía en el triunfo de los liberales sobre la invasión francesa? A lo cual contestó que sí, pero no sería uno de los que muriera, sino que llegaría hasta el final, que su patriotismo era parte de su ambición.
Flores le preguntó a Valle ¿si tenía fe en el triunfo de la independencia? A lo que respondió que sí, que tenía gran fe, le contestó que una fe incontrastable, que si creía que no moriría en la lucha, a lo que expresó que sí, pero que moriría con la conciencia de que finalmente triunfaría la república.
En un principio, en apariencia Enrique Flores se enamora de Isabel, a quien le dice que la adora y que pronto será su esposa. Clemencia le advierte que es un engaño, le confiesa que ella, se enamoraría de un hombre que muriese en un cadalso.
Por su lado, Clemencia provoca indicios de amor a Fernando Valle, ya que tiene detalles cariñosos, como el de regalarle una flor, un retrato, y él en realidad sí se enamora de ella. Sin embargo, Clemencia sólo finge su amor a Fernando, porque en verdad quiere a Enrique Flores. El comandante Valle, vive una profunda decepción.
Isabel se desilusiona de Enrique Flores, pues este, le muestra un panorama en el cual el ejército francés estaría a punto de tomar Guadalajara, por ello le pide huir con él, y ante su negativa, le pide que para asegurar su amor a su regreso, tengan relaciones íntimas, lo cual también rechaza.
En la cena de navidad de ese año 1863, Fernando corrobora el engaño de Clemencia, pues ésta demuestra señales amorosas a Enrique, con quien tiene roces verbales, por lo que indignado, al día siguiente, lo reta a duelo. Enrique, como un cobarde, delata a Fernando ante su superior, quien al advertirle que en el ejército republicano los duelos estaban prohibidos, decide arrestarlo.
Ante la inminente llegada del ejército invasor francés a Guadalajara, la familia de Clemencia, acompañada de Isabel, salen de la ciudad hacia Zayula. En el camino, el carruaje sufre un desperfecto. Un empleado va en busca de ayuda, en su trayecto –sin conocerlo– se encuentra al comandante Fernando Valle, quien deja temporalmente su campamento y en una población cercana consigue un carruaje para apoyar a Clemencia –sin que esta lo sepa– y a su familia. Clemencia cree y le dice a su familia que quien envió el carruaje era Enrique Flores.
Enrique Flores –antes de salir de Guadalajara– había sido ascendido a teniente coronel, por lo que Fernando Valle quedó bajo su mando, y aprovechó que éste se había separado de su campamento –para apoyar con el carruaje a Clemencia– para acusarlo de traición y lo envió preso ante el general del ejército republicano. Valle le explica al general la verdad de los hechos, le muestra pruebas de que Enrique Flores es un traidor al servicio del ejército francés. Un sargento confirma la traición.
Enrique Flores fue hecho prisionero, juzgado por un Consejo de Guerra en Colima y a pesar de que negó los hechos de su traición, fue condenado a ser fusilado. Fernando Valle es comisionado para custodiar al sentenciado a muerte. Clemencia, pensando que Enrique era inocente, pide a su padre que ofrezca parte de su fortuna para salvarlo; supone que las acusaciones de Fernando Valle son por odio y sufre ante la inminente muerte de Enrique, por quien estaba dispuesta a dar su vida para evitar su muerte. Clemencia ve a Enrique en la prisión, quien le pide que le lleve un veneno; ve también a Fernando, a quien ofende y desprecia.
Fernando Valle, va a la celda de Enrique Flores, siente remordimiento por su su inminente muerte, le dice que si fallece Clemencia también moriría y lo salva al cambiarse con el la vestimenta. Flores escapa y Valle queda en prisión.
Enrique, fuera de la prisión visita a Clemencia, quien se sorprende, le pide un caballo para huir y le dice que es Fernando quien lo ha salvado; le confiesa que sí eran ciertas las acusaciones de traición. Clemencia se da cuenta de su error y detesta a Flores, se convence que Fernando es un buen hombre y se siente culpable de que vaya a morir.
Fernando pide hablar con el Dr. L., a quien le cuenta parte de su vida, le pide que le entregue una carta a su padre, en donde le informa de su muerte; le dice que ha leído un libro que le obsequiaron que tiene los cuentos de Hoffmann, del cual escribió dos pensamientos en un papel, que le solicitó guardara, y que eran las frases que habían encontrado sus amistades en la tarde de invierno al quedarse en su casa.
Fernando fue fusilado, Clemencia asistió a la ejecución, sufrió la muerte de quien dijo debía haber amado, cortó unos cabellos de su cabeza para guardarlos como un recuerdo.
La carta de Fernando fue entregada a su padre, quien la leyó y el saber de su muerte provocó llantos de su familia. Clemencia se dedicó a ser hermana de la caridad, llevando consigo los cabellos de Fernando y después partió a Francia.
Altamirano expone en la novela sus principios patrióticos, que encarna en Fernando Valle, en una época de mayor adversidad, como lo fue la invasión francesa y exhibe en el personaje de Enrique Flores, a un conservador y traidor a la patria. Además, despliega con gran talento los falsos valores de la apariencia en los sentimientos, que se dejan llevar por la vanidad y los recelos, pero al final se descubre la esencia del amor profundo y verdadero. Lea la novela.
* La novela se puede consultar y leer en la página oficial de la Secretaría de Educación Guerrero www.seg.gro.mx en la biblioteca virtual
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