Marcial Rodríguez Saldaña
Agosto 15, 2024
(Primera Parte)
Continuando con la presentación de las obras que por iniciativa de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, está editando y publicando la Secretaría de Educación Guerrero, como parte de la serie La Cuarta Transformación Educativa en Guerrero, presentamos ahora la novela El Zarco.
El Zarco es una novela escrita por Ignacio Manuel Altamirano Basilio, en el contexto del final de la Guerra de Reforma de 1861 a 1862, la cual comenzó a escribir en 1886 y la terminó en 1888.
Como en la novela Navidad en las Montañas, Altamirano describe el entorno natural en donde se desarrolla, que es la comunidad de Yautepec, muy cerca de Cuernavaca, Morelos, que en esa época pertenecía al Estado de México.
Refiere que es una población de Tierra Caliente, junto a un río que da vida a la comarca, rodeada de haciendas de caña de azúcar, cuyas casas de adobe y piedra se esconden en un bosque, un pueblo mitad oriental por sus abundantes árboles naranjos y limones, grandes y frondosos, que florecen todo el tiempo, y mitad americano, con plátanos de esbeltos troncos, anchas hojas y mameyes, frutos de los cuales viven los pobladores, quienes en su totalidad hablan español, compuesta de razas mestizas, ya que habían desaparecido los grupos indígenas.
El contexto de la novela se desarrolla en un ambiente de terror, de desorden, de inseguridad, provocado por la inestabilidad pública, institucional, que provocaban los grupos conservadores quienes habían quedado muy inconformes con el triunfo de la primera gran transformación de México, que fue la Independencia.
Esto se demuestra con el hecho de que la primera Constitución Federal de 1824, fue desconocida por estos grupos en 1836, para sustituirla por siete leyes con una república centralista y un Supremo Poder Conservador.
Luego, la Constitución liberal de 1857, que había sido producto del Plan de Ayutla, también fue desconocida por los grupos conservadores, quienes traicionando a la patria fueron a Europa a suplicar que viniera un emperador extranjero a gobernar a los mexicanos, que fue Maximiliano de Habsburgo, desconociendo el gobierno constitucional de Benito Juárez, quien con gran patriotismo defendió la República hasta lograr la restauración.
El presidente Benito Juárez, ocupaba su tiempo y esfuerzo en defender la República frente al emperador Maximiliano y los conservadores. Esta circunstancia era aprovechada por grupos de delincuentes y personajes, como El Zarco, que comandaba uno de estos, denominado Los plateados, quienes se dedicaban en Yuatepec, Cuernavaca y sus alrededores, a robar, extorsionar, secuestrar, torturar y asesinar a pobladores, infundiendo el terror.
Altamirano relata que en Yautepec, en una casa ubicada a la orilla de la población, en los bordes del río, vivía doña Antonia, con dos jóvenes: Manuela, su hija, blanca, hermosa, de 20 años, aristócrata disfrazada, soberbia y vanidosa; la otra, Pilar, su ahijada, como de 18 años, bella, morena, de carácter diametralmente opuesto.
El joven herrero Nicolás, que visitaba frecuentemente a doña Antonia, estaba enamorado de Manuela, con quien quería casarse, con la anuencia de su mamá, quien la animaba para contraer matrimonio, pero como era humilde, ella lo despreciaba, ya que anhelaba las joyas y los lujos.
Doña Antonia se acongojaba por las ideas vanidosas de Manuela, a quien le decía: “de dónde te vienen tantos humos a ti que eres una pobre muchacha; eres tan entonada que cualquiera diría que eras dueña de hacienda. Ni tu padre ni yo te hemos dado esas ideas, tu crianza ha sido humilde; te hemos enseñado a amar la honradez, no la figura ni el dinero, la figura se acaba con las enfermedades o con la edad y el dinero se va como vino, solo la honradez es un tesoro que nunca se acaba”.
En uno de sus viajes a Cuernavaca, Manuela aceptó una relación amorosa con El Zarco, con quien ya en Yautepec, a escondidas de su mamá, doña Antonia, se veía de vez en cuando en las noches, en la cerca de su casa, debajo de un amate, donde en una rama posaba un Tecolote que cantaba. Ahí se mostraban su amor y le entregaba joyas robadas.
En razón de la belleza de Manuela, muchas personas le aconsejaban a su mamá doña Antonia que se la llevara del pueblo, toda vez que corría el riesgo de que los bandoleros se la robaran. Nicolás, al convencerse que Manuela no se casaría con él, también sugirió lo mismo, y le avisó a doña Antonia que vendría un grupo de militares que las podrían acompañar a la Ciudad de México.
Ante el hecho inminente de que doña Antonia sacara de Yautepec a Manuela, esta decidió huir con El Zarco, lo cual realizó la noche siguiente, una vez que su mamá se durmió, era una noche lluviosa, escarbó en el patio para sacar las joyas que guardaba y se escapó.
*La novela se puede consultar y leer en la página oficial de la Secretaría de Educación Guerrero www.seg.gro.mx en la biblioteca virtual.
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