EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Prevenir con actividad física y mental

Reyes Betancourt Linares

Abril 08, 2018

La semana pasada, en la ceremonia de bienvenida a los médicos residentes de nuevo ingreso a la especialidad de medicina familiar, realizada en la Facultad de Medicina de la UNAM, el secretario de Salud, José Narro Robles, afirmo que las enfermedades crónico-degenerativas, entre otras, diabetes y cáncer provocan el 50 por ciento de las muertes en nuestro país; añadió que estos males son producto de la obesidad y el sobrepeso. La obesidad, agregó el doctor Narro, propicia un gran número de enfermedades como las cardiovasculares, insuficiencia renal y cáncer, que son las primeras causas de decesos. Asimismo, dijo el ex rector de la UNAM que en las últimas tres décadas y media la tasa de mortalidad por diabetes se duplicó cuatro veces, lo cual representa un crecimiento de 300 por ciento.
En el ámbito mundial, las enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares son las primeras causas de muerte. El infarto al miocardio se presenta en 55.8 por ciento por cada 100 mil habitantes; en tanto que las enfermedades cerebrovasculares, casi a la mitad, 28.3 por ciento, en el mismo tamaño de población. Y es que cada vez más las enfermedades crónicas vienen desplazando a los padecimientos infecciosos agudos, que en el siglo pasado, para no remontarnos más en el tiempo, ocupaban los servicios de urgencias de los hospitales del sector salud en nuestro país. Un dato relevante relacionado con estas enfermedades es que en 2015, el 60 por ciento del total del presupuesto de los gastos en salud, se orientaron a cubrir la curación de solo seis enfermedades: cáncer, cardiopatía isquémica, diabetes, padecimientos reumáticos, VIH/SIDA y la hipertensión arterial, la mayoría de ellas son propias de las personas adultas mayores.
Por lo anterior, habrán de incrementarse los recursos destinados a cubrir los gastos del sector salud como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), que actualmente es del 5.9 por ciento, lo que nos coloca por abajo del promedio de los países de América Latina, que le invierten el 7 por ciento, y alejados de los países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es de 8.9 por ciento del PIB. Estimándose un incremento para 2030, de por lo menos, un 7.1 por ciento.
Asimismo, se requiere mayor eficiencia en el gasto, y entre otras medidas que deben tomarse será reducir el gasto administrativo, que es del 9 por ciento del total, cuando en los países integrantes de la OCDE, de la cual formamos parte, es del 3.7 por ciento; también será necesario incrementar recursos al primer nivel de atención, lo cual ayudará a reducir el tamaño de las hospitalizaciones por el mayor costo que tienen; igualmente será relevante hacer mejores actividades de promoción, prevención y diagnóstico para atender los padecimientos en sus etapas iniciales y no cuando los enfermos necesitan tratamientos más caros ante un peor diagnóstico.
Otro dato a destacar de los gastos en salud es su incremento en los hogares mexicanos como lo dio a conocer este 21 de marzo el Inegi, por los resultados de la Cuenta Satélite en Salud 2016, al pasar de 447 mil 59 millones de pesos en 2015 a 454 mil 143 millones en 2016.
Entre las actividades relevantes de promoción y prevención, destaca la actividad física que, desde el 6 de abril de 2002, impulsa la Organización Mundial de la Salud (OMS), como ocurrió el viernes de esta semana en 148 países del orbe. Y es que los beneficios que aporta el ejercicio son muchos: Previene enfermedades como la hipertensión arterial y la diabetes; mejora la salud ósea, reduce la ansiedad y el estrés, contribuye al control del peso corporal, que lo ayuda a ser saludable; vigoriza los músculos del cuerpo y ataca la depresión. La OMS sugiere que la actividad física en niños y jóvenes de cinco a 17 años sea de una hora diaria; y en los mayores de 18 años de 150 minutos por semana, o sea 30 minutos diarios cinco días a la semana.
Nunca es tarde para comenzar a tener hábitos saludables, ni siquiera después de los 90 años, pues la calidad de vida lo aportan las actividades físicas, a las cuales habría que añadir las mentales como la lectura. Hay que sudar y pensar para continuar en esta vida.