EL-SUR

Martes 30 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Prudencia y fidelidad*

Florencio Salazar

Julio 11, 2022

 

Mientras más envejezco más me queda de vida.
J. M. Caballero Bonald.

Escribí en FaceBook la felicitación a Héctor Astudillo Flores con motivo del aniversario de su natalicio. La nota dice que la amistad se vive, no se proclama. Ahora debo hacer una corrección: la amistad se vive y se proclama. Se vive: es la relación activa, afectuosa, entre dos personas, en la que se reconocen afinidades en los propósitos de la convivencia. Y se proclama: la amistad no se oculta, no es juguete de temporada, siempre está presente y se expresa. Porque se vive y se proclama, la amistad perdura en el tiempo y la distancia. Las personas que se estiman pueden pasar días, semanas, meses, incluso años sin verse. Y el día que se encuentran hay tanta cordialidad entre ellas como la de los pinos en el bosque.
La amistad siempre es entre dos aunque haya amistad entre muchos. Cada persona tiene determinado número de amigos y ellos pueden formar grupos generacionales, filantrópicos, laborales, intelectuales, empresariales o políticos. Aunque el grupo se reúna periódicamente, la amistad es de uno con cada uno. La identidad colectiva no significa amistad simultánea. Si pudiéramos obtener una radiografía del cruce de esas amistades podríamos compararla con la elaboración de un telar persa o amuzgo. Ciertos hilos y determinadas texturas otorgan al conjunto diversas imágenes y colores de distintas intensidades. La composición se convierte en un solo objeto, pero sus componentes no desaparecen.
Me parece que el agua es el elemento más apropiado para compararlo con la amistad. Ambas son intangibles y puede volverse concretas, compartiendo también la posibilidad de sus magnitudes. La amistad, a veces parece lejana, evaporada. En otras ocasiones helada y en otras más fresca o cálida. La naturaleza de la amistad es la misma; ocurre que cambia sus modos, sus humores, pero siempre retorna a su forma original. La comunicación ocasional y el encuentro inesperado no hacen a la amistad menos fuerte; al contrario, muestra su vigor. En cambio la exposición constante puede debilitarla. La amistad es acero y seda al mismo tiempo. ¿Cómo debemos calibrarla, entonces, para proclamarla y vivirla? Los componentes del agua son el hidrógeno y el oxígeno; los de la amistad, la prudencia y la fidelidad. Prudencia, “templanza o moderación en los actos”, para no desarticular el entendimiento ni sobrecargar los hombros del amigo; fidelidad, que “no traiciona la confianza”. Prudencia y fidelidad usted las tiene y las merece, Héctor.
Escogimos una profesión compleja, satisfactoria, apasionada; de resultados que complacen y de frustraciones que incomodan. La política es el constante desafío del conflicto para servir y ofrecer resultados. En la imbricación social existe la pluralidad profesional tan vasta como el conjunto celular de un organismo y todavía más por los alcances de la imaginación. El poder político tiene el atributo de la atracción, lo cual hace suponer que cualquier persona puede ejercerlo, sobre todo si un amigo ocupa un lugar preponderante en el ámbito de la influencia pública. Tengo amistad con pilotos aviadores, militares, marinos, médicos, chefs. Sin embargo, nunca se me ha ocurrido pedirles que me emplearan para tripular un avión, un barco, o hacerme cargo de una guarnición militar, de un quirófano, de una cocina. Esto debe ser siempre considerado, porque la evidente e inevitable frontera provoca efectos que decantan y desencantan la amistad ante los límites de la exigente política de las obligaciones. No se gobierna para la amistad. En ocasiones se gobierna a pesar de ella y aun en contra de ella.
El gobernador, Gral. Alberto F. Berber, fue despertado por su esposa Domitila para que se levantara y atendiera a las personas que le entonaban Las mañanitas. No son para mí –dijo– son para el gobernador, y volvió a dormir. Transcurrido el tiempo –ya fuera de su encargo– el general apresuraba a Tila, como era conocida su mujer, para recibir a quienes le cantaban Las mañanitas. “No oigo nada, Alberto”, contestó ella. “Ya ves, te dije que Las mañanitas eran para el gobernador”. La sobreviviente amistad en la política siempre será para el ser humano; nunca para el cargo público. Usted, Héctor, fuera del gobierno, tiene amigos ciertos y solidarios.
Javier Cercas, narrador contemporáneo, dice: “Nuestros ojos tienen un punto ciego, un lugar –escurridizo, lateral y no fácilmente localizable– situado en el disco óptico, que carece de detectores de luz y a través del cual, por lo tanto, no se ve nada; si no notamos la existencia de ese minúsculo déficit visual, es por dos razones: en primer lugar, porque vemos con dos ojos, y los puntos ciegos de ambos no coinciden, de manera que un ojo ve lo que no ve el otro, y viceversa; y, en segundo lugar, porque el sistema visual rellena el vacío del punto ciego con la información disponible: porque el cerebro suple lo que no ve”. Es decir, los seres humanos tenemos la maravilla de ver hasta lo que no vemos. Y esa es la esencia de la amistad, porque viendo todo lo que cada uno es y representa nos aceptamos como somos. El punto ciego del afecto oculta los defectos y el cerebro advierte las virtudes; virtudes que ofrecen la oportunidad de celebrar el 64 aniversario de su natalicio. Motivo también para que ésta Aula haya sido nombrada Héctor en honor de usted.
Con mi esposa Martha Ofelia, y con su esposa Mercedes, con todas las amistades, celebremos con el néctar del maguey –contundente y espinudo– y el abrazo del reconocimiento a su fecunda vida. Salud.

* Palabras pronunciadas con motivo del 64 aniversario del Lic. Héctor Astudillo Flores. 8 de julio de 2022. Chilpancingo, Gro.