EL-SUR

Martes 20 de Mayo de 2025

Guerrero, México

Opinión

Punto Cero, revista de los años 70

Humberto Musacchio

Diciembre 26, 2007

Llegó a mis manos, gracias al escritor y pintor Santiago Bolaños, la revista Punto Cero en Literatura, revista que a mediados de
los años setenta hacían los estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad Iberoamericana , cuando ésta se hallaba todavía
en la colonia Campestre Churubusco. En el número 4, el más antiguo que tengo, aparece como directora de la escuela Gloria M.
Prado y como coordinador de la revista Huberto Batis. Posteriormente el director del plantel es Ricardo Brehm y Batis sigue firme
hasta el número 11. Los “responsables”, supongo que alumnos, eran Jorge Cubría, Xavier Hernández, Gabriela Peyrón y Patricia
de la Cruz, en tanto que como redactores fungían Elena Buganza Salmerón y mi actual editora, Julia de la Fuente. El formato de la
publicación se le acreditaba a Maylo, homónimo del integrante del dueto Los Nakos o probablemente él mismo. En el número 12
ya no está Batis y la dirección la comparten Antonio Santisteban y Manuel Ulacia. Aparece ahí un consejo de redacción integrado
por Pablo Arrangoiz, Alberto Blanco, Luis Cortés (Bargalló), Tomás Calvillo, Alfonso René Gutiérrez, Víctor Soto y Luis Roberto
Vera. En el número 14 ya no figura ese comité, es responsable la maestra Gloria M. Prado y están como coordinadores Gabriela
Peyrón, Julia de la Fuente, Alma Rosa Zapata, Manuel Muñoz, Elvira Acuña, Carlos Trillas y Luz del Carmen Viñacárcel, nombres
que desaparecen en el número 15, donde termina mi colección.
Una nómina de vocaciones tempranas

Entre los firmantes de Punto Cero en Literatura había muchos traductores, entre otros Isabel Fraire, Esther Seligson y Mercedes
Benet; algunos profesores dedicados profesionalmente a las letras, como Dolores Castro, José G. Moreno de Alba, Francisco
Prieto o el propio Huberto Batis; alumnos de literatura y otras carreras entre los que cabe citar a los que han perseverado en el
oficio, tales como Luis Cortés Bargalló, Carmen Boullosa, Sabina Berman, José Manuel Pintado, Alberto Ruy (Sánchez), Coral
Bracho o Nelly Keoseyán; y aun estudiantes de otras instituciones, como Alberto Blanco, de El Colegio de México, Brianda
Domecq, Adolfo Castañón y Verónica Volkow, de la UNAM, así como el finado Paco Martínez Negrete. En el número 9 se informa
que Marinela Barrios Otero, hoy reconocida funcionaria cultural, había obtenido el primer lugar en el Certamen Literario
Hispanoamericano convocado por el gobierno de Campeche con su ensayo sobre El relojero de Córdoba, de Emilio Carballido.
Las tesis de letras en la Iberoamericana

En junio de 1975, Punto Cero en Literatura publicó los títulos y autores de las tesis de letras de la Universidad Iberoamericana.
Ahí aparecen los nombres de quienes se han dedicado a la investigación académica, como Luis Fernando Lara Ramos,
coordinador del Diccionario del español de México; y apellidos más o menos conocidos, como los María de la Concepción Barrios
Otero, hija de Clementina Otero y hermana de la citada Marinela; o María Teresa Estrada Sámano, hermana de un conocido
político panista. De los que se han dedicado profesionalmente a las letras destacan Luis Cortés Bargalló y el desaparecido
sacerdote Joaquín Antonio Peñalosa, de obra abundante en la que figura el libro Cien mexicanos y Dios, en el cual demuestra que
el ateísmo de nuestros jacobinos acaba donde empieza el temor a Dios. Cuando esa exigua nómina se publicó, la carrera de
Letras tenía más de 25 años de fundada, lo que permite deducir que esa carrera, en la Ibero como en otras universidades, forma
académicos, pero generalmente frustra las posibilidades de creación.
La vigencia de Nikito Nipongo

En el número 9, septiembre de 1975, Punto Cero en Literatura reprodujo un artículo de Raúl Prieto aparecido en Excélsior el 19
de agosto de ese año. Ahí, decía el gran Nikito Nipongo: “Que al idioma lo hacen el pueblo y sus literatos es hoy, por lo que al
español toca, un mito obsoleto tanto en España como en la América de habla española. Ciertamente la gente de España –y en
particular la castellana—agrega de continuo a la lengua giros y modismos autóctonos. Lo mismo lleva al cabo la humanidad
americana que se expresa en español. Pero indudablemente nuestro idioma debe el mayor número de sus nuevos términos y
cambios recientes, por lo común dañinos, degenerativos, a los traductores –a menudo malos traductores–, de modo especial
aquellos encargados de trasladar escritos ingleses a eso que siguen llamando español y que, por su culpa, debida a ignorancia o
mala fe o pereza, sólo es, lamentablemente, espanglés. El insolente güirigüiri de los negociantes de bienes raíces, la odiosa jerga
de los ejecutivos, el lenguaje aberrante de la computación, el vocabulario moderno de la sicología, etcétera, que por lo general
son consecuencias de una traducción torpe o servil del inglés, corrompen y debilitan a nuestra lengua…”.

Murió el gastrónomo Luis Marcet

Catalán nacido en 1941, Luis Marcet, quien acaba de morir en la ciudad de México, vino en los años sesenta y dedicó cuarenta
años a cultivar el gusto de los capitalinos. Aunque hizo estudios de derecho y trabajó en una agencia de publicidad, lo suyo era
satisfacer paladares. En 1972 abrió el Mesón del Cid (1972), cuya cocina tuvo al lechón como platillo rey. Posteriormente puso el
restaurante Costa Vasca, donde volvió a ganar premios con su creatividad culinaria. En 1975 fundó el boletín gastronómico Cinco
tenedores y a durante varios años publicó en Excélsior la columna Rincón de Gastrófilus, pseudónimo con el que también fue
conocido. Colaboró igualmente en revistas especializadas y dejó libros indispensables como La penúltima copa de champagne
(1983, con prólogo de José Fuentes Mares), de ¿Hamburguesas? No, gracias (1989, con prólogo de Paco Ignacio Taibo I) y Las
mejores recetas de la cocina española y cómo hacerla en México. Entre las distinciones que recibió se cuentan los
reconocimientos que le entregó la Commanderie des Cordons Bleus, el premio de la Excelence Gastronomique y el Premio al
Mejor Restaurante de Especialidades Extranjeras de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes de México. La suya fue
una vida dedicada a mejorar la vida de otros.