EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Que cierran Sinfonía

Aurelio Pelaez

Julio 12, 2006

Así como uno no entiende que se siga aplicando la ley seca en Acapulco, pese a que es una ley derogada, por no decir absoleta (“abril del 2005 no se olvida”, señores diputados), tampoco se explica el anuncio de que se suspenderá la convivencia en lugares públicos como Sinfonía del Mar y el Asta Bandera.
Lo de instaurar la sey seca en los dos días previos a la elección federal del 2 de julio, fue tan absurdo como el anuncio de que de las tantas miles de tiendas que funcionan en el municipio, Reglamentos y Espectáculos sólo haya sancionado a tres o cuatro por infringir la ley.
Durante el día previo a las elecciones y en la misma jornada electoral del domingo, cualquier ciudadano de bien podía comprar un saludable six de Tecate o Modelo en la tienda de la esquina simplemente llevando una bolsita no transparente (las de manta de las librerías Ghandi son excelentes para estos menesteres).
Pero bueno, el trago amargo ya pasó, y los ciudadanos responsables con nuestros deberes cívicos y nuestras obligaciones fiscales esperamos que los funcionarios locales estén a la altura de las circunstancias en la próxima, y de no ser así que la patria os lo reclame.
Ahora, poco duró el compromiso del alcalde con una parte de los acapulqueños –jóvenes en su mayoría– de mantener abiertas áreas públicas como Sinfonía del Mar y el Asta bandera. Desde este lunes comenzaron las medidas para retirar a quienes asisten a refocilarse en estos lugares, y un vocero (dicen que al buey se le olvida que fue becerro) justifica la medida porque argumenta que los jóvenes le faltan el respeto a las autoridades.
El asunto es que luego de reabrirse Sinfonía, a mediados de marzo de este año, la autoridad estuvo ausente. A pesar de que el alcalde Félix Salgado ofreció incluso una Policía Turística especial para esta y otras zonas, tales gendarmes nunca se apersonaron.
Por ello, de ninguna manera se justifica la razón para cerrar estos espacios de convivencia si no se toma en cuenta la incapacidad del municipio para imponer reglas mínimas de convivencia, como por ejemplo, un lugar para miarbolito. Desde el principio no hubo baños –estaban en reparación– y cuando los hubo tampoco había quien los atendiera durante la noche, a pesar de que cobraban la entrada a 3 pesos. Luego, nunca falta un güey que le dé por un arrancón en su auto, ni otro que agarre de punching bag al vecino de al lado, pero en esos momentos ni llamándolos por el 066 se apersonaba la policía.
En estos casi cinco meses de reabierto Sinfonía hubo incidentes mínimos, pero nada comparados con los que se presentaron en otras partes de la ciudad, aunque tampoco exentos de padecerlos. En estas cosas ya nada es seguro.
Pero de ahí a tomar una medida drástica, pues es como aplicar la ley en donde se puede y no donde se debe. Es un alarde que sencillamente no cabe en el contexto de inseguridad en el que convivimos. Sale sobrando una balandronada así cuando por todos lados la nave hace agua.