El resultado negativo del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, llevado a cabo el pasado jueves, cimbró al mundo. El viernes, las principales bolsas del planeta sufrieron caídas estrepitosas de sus índices, a la par que la libra esterlina tuvo su peor cotización frente al dólar desde 1985. El primer ministro David Cameron, anunció su renuncia al cargo para el próximo mes de octubre, al tiempo que la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon declaró que está dispuesta a organizar un nuevo referéndum de independencia. ¿Frente a tal cataclismo, cuáles han sido las respuestas de los líderes políticos europeos?
El presidente francés, François Hollande, ha intentado mandar una señal de firmeza, tanto a los mercados financieros como a sus socios dentro de la Unión, al pedir que la salida del Reino Unido se realice de manera acelerada, para evitar todo contagio del mismo tipo de proceso a otros países. Desde la perspectiva de París, se debe evitar ese riesgo y, con ese fin, el gobierno galo busca relanzar el proceso de integración europea, con el apoyo del gobierno alemán. La lógica política de tal estrategia es clara: usar el símbolo de la unidad “franco-alemana” para evitar la parálisis política de la Unión, como en los años 1960 y 1980. En aquellas ocasiones, la voluntad política de Charles de Gaulle y de Konrad Adenauer, y más adelante de François Mitterrand y de Helmut Kohl, se sobrepuso a los intentos de ciertos países miembros de paralizar el proceso de integración europeo. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones del presidente francés, hoy en día las cosas parecen más complicadas. Si bien la canciller de Alemania anunció junto a sus homólogos de Francia, Bélgica, Holanda, Italia y Luxemburgo (es decir, los seis países fundadores de la Unión Europea) la voluntad de estos últimos de “acelerar la salida del Reino Unido” de la Unión Europea, Angela Merkel no ha sido tan clara. Por el momento ha decidido esperar, como lo suele hacer en tiempos de crisis. Y todo indica que no tomará posición de manera inmediata sobre la necesidad de relanzar el proceso de integración europea para evitar la debacle del proyecto. Si esta orientación política se llegara a confirmar en los próximos días, quedará claro que la Unión Europea vivirá tiempos muy difíciles en el futuro.
Y es que tanto François Hollande como Angela Merkel se preparan a disputar sus respectivas reelecciones el próximo año. Por ende, desde la óptica alemana, es poco probable que una iniciativa política de gran envergadura, que tenga como consecuencia una transferencia de soberanía de los Estados miembros hacia la comisión europea, pueda realizarse antes de estos escrutinios. Por el contrario, los resultados electorales de la mayoría de las elecciones locales en estos dos países han venido evidenciando un aumento del rechazo de los ciudadanos hacia los partidos políticos tradicionales, que han apoyado el proceso de construcción europeo. Si las elecciones presidenciales se llevaran a cabo hoy en Francia, Marine Le Pen, la probable candidata del partido de extrema derecha Frente Nacional, ganaría la primera vuelta. Si bien estas mismas encuestas muestran una ventaja en la segunda vuelta para los candidatos de los partidos “republicanos” (ya sea de derecha como de izquierda), queda claro que los valores defendidos por la extrema derecha están a la alza en Francia. En Alemania, el partido de extrema derecha AfD tuvo buenos resultados en las elecciones provinciales, lo cual nunca había pasado anteriormente. Es por eso que, sin una iniciativa política de peso, tomada al más alto nivel tanto de los países miembros como de la Unión Europea, es posible que la construcción europea pase por su crisis más profunda desde su creación.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
@Gaspard_Estrada