Tlachinollan
Marzo 30, 2020
Este sábado 28 de marzo, en la conferencia vespertina el subsecretario federal de Promoción y Prevención de la Salud, el Dr. Hugo López-Gatell, reiteró en varias ocasiones el llamado a quedarse en casa, con el fin de reducir la velocidad de la propagación del coronavirus en el país. Explicó que es el momento más propicio para controlar la curva de la transmisión del Covid-19. Es la “última oportunidad” para frenar la proliferación de la pandemia. Remarcó que hay que quedarse en casa de forma masiva durante un mes (del 23 de marzo al 19 de abril). Auguró que seguirán aumentando los casos y que, además, habrá muertes. Le apostó a que con esta medida se pueda retardar la velocidad de los casos, para que las 26 mil unidades de salud que hay en el país, sean suficientes para atender a los pacientes.
Este anuncio fue un llamado urgente a la nación. El gobierno federal asumió el compromiso de suspender todas sus actividades con el fin de convocar al sector privado y social a que hagan lo mismo. Su diagnóstico fue alarmante porque manifestó que desde la segunda semana de marzo existe un crecimiento acelerado de casos a nivel nacional que llegaron este domingo a 993 personas contagiadas, arrojando un número de 20 defunciones. El 87% de las personas fallecidas son mayores de 65 años y padecían hipertensión y obesidad, y en menor medida diabetes y tabaquismo. Concluyó diciendo que esta medida de quedarse en casa tendrá sus efectos positivos en las semanas que vienen, y por eso hizo un llamado enérgico, enfático e infalible, de cumplir con esta medida. De lo contrario, auguró que estaremos enfrentando curvas epidémicas inmanejables como las que padecen en Italia, España, Estados Unidos y Francia.
Por otra parte, el gobernador del estado con el secretario de Salud, informaron este domingo que existen diez casos confirmados y una defunción, y reiteraron la recomendación a los guerrerenses de quedarse en casa, de cuidar mucho a la familia y de atender a los adultos mayores. Manifestaron que es una lucha que hay que dar entre todos, y el gobernador dijo que con la ayuda de Dios hay que salir adelante.
Este discurso desde el poder deja entrever una realidad devastadora, un escenario atroz, porque la pandemia no respeta hemisferios, países desarrollados, fronteras, ni el libre mercado. Más bien nos ha colocado en una situación sumamente vulnerable que ha hecho trizas todas las formas de como vivimos, producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza. El coronavirus vino a cuestionar de fondo las supuestas virtudes del capitalismo: la acumulación ilimitada, la competencia irrefrenable, el individualismo craso, el consumismo banal, el despilfarro de nuestra mediocridad y superficialidad, la indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del Estado y la exaltación de que la avaricia es buena. Con el Covid-19 esto ya no puede continuar.
El presidente francés Emmanuel Macron expresó recientemente que “lo que revela esta pandemia es que la salud gratuita, sin condiciones de ingresos, de historia personal y de profesión, y nuestro estado de bienestar social, no son costes o cargas, sino bienes preciosos, unos beneficios indispensables cuando el destino llama a la puerta. Lo que esta pandemia revela es que existen bienes y servicios que deben quedar fuera de las leyes del mercado”.
Por otra parte, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, manifestó recientemente que “en las esferas más altas del poder, la economía era lo primero … hasta que llegó el Covid-19. Advirtió que se avecina una recesión global que hará que el Producto Interno Bruto (PIB) de la región decrezca, el desempleo aumente y millones de personas se sumen a los índices de pobreza. Resaltó que la postura de los países desarrollados de cerrar las fronteras por el temor de la propagación del coronavirus, representa una coyuntura importante para repensar la integración y la autosuficiencia regional. Esto se va parecer mucho a una economía de guerra… porque se ha cortado el transporte y las barreras se han hecho enormes. Por lo mismo, habría que ver cómo se va a reconstituir una economía distinta más integrada hacia lo local, buscando también pautas de autosuficiencia, por ejemplo, alimentaria, que es otro de los temas que no ha salido, pero seguramente va a venir una muy importante escasez de comida, especialmente en las economías vulnerables que dependen de las importaciones.
Estas reflexiones colocan a más del 60% de la población pobre de México en una disyuntiva: de quedarse en casa o de salir a la calle para poder comer. ¿Qué hacer ante un país sumamente desigual donde el 48% de la población vive en la línea de la pobreza? El llamado del doctor López-Gatell a la autodisciplina del pueblo mexicano de quedarse en casa, debe de tomar en cuenta los índices de pobreza que siguen devastando a nuestro país. Las mismas estadísticas oficiales nos muestran dramáticamente a un pueblo con hambre. En estas circunstancias el llamado a todos los mexicanos y mexicanas a acatar una medida, que tiene implicaciones económicas sumamente extremas, pone en el límite la desobediencia de esta norma por su inefectividad. Apelar solo a la conciencia de que la permanencia en casa es la medida más segura para revertir esta pandemia, para la población que vive por debajo de la línea pobreza es imposible no salir a las calles en busca de la sobrevivencia. La mayoría de mexicanas y mexicanos viven al día, ante esta voracidad del modelo capitalista, que le apuesta a la acumulación de dinero y a la privatización de los bienes y servicios. No hay ningún país regido por la economía de mercado que no haya colapsado su sistema de salud, por esa tendencia obsesiva de fragmentarlo y privilegiar su privatización. Lo que hoy estamos viendo es que no son las empresas privadas, sino el Estado con sus políticas sanitarias generales el que podrá realmente salvarnos de esta pandemia. En los medios masivos de comunicación hemos testificado cómo el coronavirus ha producido el colapso del mercado de valores (bolsas), que es el corazón de este sistema especulativo.
Retomando al teólogo brasileño Leonardo Boff, “no basta la hiperinformación y los llamamientos por todos los medios de comunicación (ante la grave tragedia del coronavirus). No nos mueven al cambio de comportamiento exigido. Tenemos que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir con el corazón el dolor de los otros. Nadie está inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar de los otros y asumir una responsabilidad colectiva. No hay un puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en la misma casa común o nos hundiremos todos”.
Lo que más preocupa es que el sistema de salud de nuestro país tenga la capacidad de responder ante un escenario que nos coloca en el límite de la sobrevivencia. Además del llamado a permanecer en casa, los gobiernos tienen que garantizar la protección de los ingresos de las familias. En esta crisis ese es el tema central: ¿cómo apoyar a las familias que no tienen un empleo seguro y mucho menos un ingreso diario en casa?
Es sumamente preocupante que la epidemia ocurra en condiciones en las que la mayoría de la población no cuenta con un trabajo formal, con un seguro médico, con un salario suficiente para vivir dignamente. En Guerrero, donde las condiciones de pobreza se expanden por las siete regiones del estado, es urgente la implementación de un programa que garantice el reparto de alimentos suficientes para toda la población que está en situaciones de pobreza extrema. Sin una medida de esta envergadura no será posible contener la curva ascendente de enfermos por coronavirus y nuestro sistema de salud colapsará ante un llamado de quedarse en casa que nadie atenderá. Las autoridades tienen el gran desafío de implementar programas emergentes para mitigar el problema del hambre que amenaza con desbordarse, ante el déficit alimentario que existe en las regiones indígenas y ante el desempleo galopante que se multiplica en amplias franjas de la población que vive en las periferias de las ciudades. Tiene que garantizarse el abasto de alimentos y de agua para toda la población, así como aprobar un paquete de protección social que incluya el pago de rentas y todos los servicios públicos, para garantizar los derechos básicos.
¿Con qué ojos?, dijera popularmente la gente que a diario tiene que trabajar en la calle para poder llevar alimentos a su familia. Es importante quedarse en casa, pero las autoridades tienen que entender que este llamado no puede hacerse sin tomar en cuenta la abismal desigualdad que existe en nuestro país y en nuestro estado. ¿Qué compromisos asumen los gobiernos de los tres niveles para hacer viable este llamado? Son insuficientes los programas que se han aplicado para enfrentar esta pandemia. Por eso es importante tomar en cuenta a la sociedad que demanda abasto de alimentos, servicios básicos de salud, empleo seguro, vivienda digna y educación que rompa las cadenas del oprobio. El gran desafío es cómo fortalecer las economías locales y no seguir a la deriva de la dictadura del mercado. Los pueblos nos han enseñado que los seres humanos somos parte de la naturaleza y que la tierra no nos pertenece para explotarla a nuestro antojo; que más bien nosotros somos sus hijos, que ella es nuestra madre generosa pero en cualquier momento puede rebelarse y enviarnos un virus devastador, como el que hoy nos tiene en vilo.