EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Quién gana más

Silvestre Pacheco León

Junio 20, 2022

En el debate de Andrés Manuel López Obrador y el panista Ricardo Anaya sobre el tema energético y las decisiones que ha tomado el gobierno, se revelan los dos modos de pensar que dominan el mundo.
Para los conservadores la vida tiene sentido solo en la medida que sirva para acumular bienes para escalar socialmente sin sentir remordimientos ni escrúpulos por quienes se quedan atrás en la competencia, mientras que para los liberales la vida tiene sentido si la dedicas a buscar el abatimiento de la desigualdad.
Por eso el ex candidato panista
trata de convencer a los mexicanos que el presidente de México se equivocó en tomar la decisión de limitar la venta de petróleo crudo optando por su refinación. Aunque la primera opción deje una ganancia de 50 dólares por barril frente a los 3 dólares que produce la refinación el joven panista no alcanza a comprender que son mayores las ventajas de una política que permite a un pueblo quitarse la dependencia del extranjero para llenar el tanque de gasolina.
Ricardo Anaya prefiere optar por la ganancia de los 50 dólares a corto plazo, aunque esa ganancia se estuviera gastando ahorita en la importación de gasolina a un precio cien por ciento mayor al que pagamos.
Eso es así porque los conservadores viven convencidos de que el gobierno es de los ricos y que mientras ellos tengan asegurados sus privilegios importa poco o nada lo que le pase a quienes dependen de su salario.
Ricardo Anaya pretende ser vanguardista sobre los cambios que se avizoran en el mundo pero se mantiene en la vieja costumbre de razonar equivocadamente pensando solo en los beneficios del corto plazo que tendría la venta masiva de petróleo sin tomar en cuenta el valor estratégico de construir la autosuficiencia en combustible.
Decir que en poco tiempo el petróleo valdrá nada es como afirmar que su precio se mantendrá al alza. Por eso para no equivocarse ni depender de las coyunturas resulta mejor optar por el camino de la autosuficiencia y soberanía energética aunque este sea a mediano plazo.
Pero en este debate no hay que dejar de lado el hecho de que los panistas se han convertido en defensores descubierto de los intereses de las empresas trasnacionales que son las que dictan la política mundial.
Aunque a primera vista el planteamiento del ex candidato del PAN parece convincente, no se debe olvidar que en su razonamiento Anaya esconde a propósito el valor que tiene la política de agregarle trabajo al petróleo con la refinación y que con ella se gana en valor con lo que vale la capacidad instalada y los miles de empleos bien pagados que se han generado con esa decisión presidencial.
Ricardo Anaya se muestra también preocupado por la contaminación y dice estar a favor de las energías limpias, pero eso es una pose para aparecer como persona de progreso y sensible ante el cambio climático, pero todos sabemos que tanto él como su partido son los representantes políticos de los intereses de las empresas trasnacionales que hacen negocio con el aprovechamiento del sol en nuestro territorio, asentados aquí con el propósito a largo plazo de dominar el mercado nacional para su beneficio como lo hacen ya en España.
Los panistas junto con los priístas fueron muy aplicados en el período neoliberal para construir el andamiaje legal y económico para facilitar el crecimiento de esas empresas extranjeras.
Sin embargo los hechos parece que se niegan a confirmar como positivo el modo de pensar del panista porque en el arte de gobernar no todo se limita al dinero o la ganancia monetaria.
Para empezar, no se debe olvidar que nunca como ahora los empresarios están pagando sus contribuciones de manera puntual gracias a la eficaz reforma legal que ha prohibido la condonación de impuestos, lo que permite asegurar los recursos para atender la demanda social sin necesidad de endeudarse.
Si se hubiera seguido el modo de pensar panista y neoliberal de que es más barato importar gasolina que producirla, ahorita estaríamos viviendo una convulsión social por el aumento en el precio del combustible.
Recordemos que cuando los neoliberales llevaron a los hechos el razonamiento de que era mejor importar los alimentos del campo que seguir subsidiando a los campesinos, el país se hizo dependiente de casi de todo. La barriga de los mexicanos la controlaron las empresas a las que sirven los panistas, por eso creció la obesidad y las enfermedades crónicas que nos debilitaron al enfrentar la pandemia.
Hemos llegado a importar grandes volúmenes de maíz cuando éramos autosuficientes y la tortilla barata.
Ahora tenemos que gastar 2 mil 331 millones de dólares para importar ese grano que tuvo su origen en mesoamérica.
La superioridad de las ideas que guían al gobierno actual le ha permitido beneficiarse incluso de las adversas circunstancias actuales, por eso ha registrado la mayor inversión extranjera que de acuerdo con el último dato oficial fue de 31 mil 621 millones de dólares, lo cual expresa la confianza del propio capital que tiene como atractivo en un régimen que no tolera la corrupción y respeta la legalidad.
Otro ejemplo reciente del resultado que se alcanza velando por los intereses de la mayoría se ve en la compra directa de las medicinas del sector salud que anualmente dejaba una ganancia a laboratorios e intermediarios de 50 mil millones de pesos.
Con la decisión de terminar con la corrupción en el área de la salud, además de cancelar las llamadas compras de emergencia cuyas medicinas se pagaban por arriba del valor del mercado, ahorrando así la enorme cantidad de 50 mil millones de pesos anuales que ahora servirán para mejorar la calidad de los servicios de salud y el abasto permanente de medicamentos.
Esa es la superioridad que tiene el pensamiento del gobierno actual frente al de los conservadores quienes si por algo se han distinguido es por su insaciable voracidad y su espíritu entreguista.
En el debate protagonizado por el presidente de la república y el panista conviene irse a los hechos preguntando a los mexicanos y más concretamente a los trabajadores como a los huelguistas de la siderúrgica de Lázaro Cárdenas quienes en una huelga histórica ganaron a Arcelor Mittal de México que les pagara un reparto de utilidades de 200 mil pesos para los casi 4 mil obreros que antes, con un reclamo igual recibían represión de parte del gobierno. Que ellos digan quien gana más.