EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

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Opinión

¿Quién recibe primero la vacuna Covid?

Octavio Klimek Alcaraz

Octubre 03, 2020

En la edición de la reconocida revista científica Nature de fecha 17 de septiembre de este año. se publica un artículo suscrito por Nidhi Subbaraman, tiene por título de la traducción libre del inglés: Quién recibe la vacuna COVID primero. Los planes de acceso están tomando forma (https://www.nature.com/articles/d41586-020-02684-9).
Con base en la información sobre este artículo, me gustaría escribir este texto. En especial, cuando la población mundial tiene la esperanza puesta en ser inmune ante la pandemia de Covid-19. Se nos dice que el mediano plazo, es decir, en algún momento del primer semestre de 2021, habrá una vacuna para cumplir dicho propósito.
Se sabe que al inicio de la vacunación no habrá suficientes dosis para toda la población mundial, aunque en el día a día se espera un aumento progresivo de la producción. También se sabe que existen millones de personas con un mayor riesgo de enfermar gravemente e incluso fallecer ante el Covid-19; estamos hablando del personal de salud, las personas mayores y las personas con enfermedades preexistentes o crónicas.
A principios de septiembre de este año, un grupo asesor estratégico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un plan preliminar para la asignación global de la vacuna, identificando los grupos que deberían ser priorizados. Asimismo, se tiene un plan preliminar de un panel reunido por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (NASEM), publicado unos días antes.
En el artículo se observa estos planes como avances positivos. En especial, debido a que NASEM ha incluido en su guía a grupos étnicos y raciales minoritarios, a los que Covid-19 ha golpeado fuertemente, al abordar los factores socioeconómicos que los ponen en riesgo. Además, de que se observa un cierto consenso en estos planes.
El acceso para grupos desfavorecidos se aborda en ambos planes. Mirando los fracasos del pasado, la guía de la OMS insta a los países más ricos a garantizar que los países más pobres reciban las vacunas en los primeros días de asignación. Veremos si los criterios bioéticos tienen éxito en un mundo desigual.
Aunque en la orientación de la OMS se enumera sólo qué grupos de personas deberían tener acceso prioritario a las vacunas, la guía de NASEM va un paso más allá, al clasificar los grupos prioritarios en orden de quién debe recibir una vacuna primero. NASEM propone un plan de cinco fases para asignar de manera justa una vacuna contra el coronavirus a los residentes de Estados Unidos, acotando que las fases 1 y 2 pueden ocurrir al mismo tiempo. El porcentaje que señalan por cada fase es el porcentaje de la población estadunidense que recibe una vacuna, quedando su propuesta de la siguiente forma:
Fase 1: Trabajadores de la salud y socorristas (5 por ciento).
Fase 2: Personas con afecciones subyacentes que las ponen en alto riesgo de enfermedad grave por Covid-19 o la muerte, y adultos mayores en entornos densamente poblados (10 por ciento)
Fase 3: Trabajadores de servicios esenciales con alto riesgo de exposición, maestros y personal escolar, personas en albergues y prisiones para personas sin hogar, adultos mayores que aún no han recibido tratamiento y personas con afecciones subyacentes que los ponen en riesgo moderado (30-35 por ciento).
Fase 4: Adultos jóvenes, niños y trabajadores de servicios esenciales con mayor riesgo de exposición (40-45 por ciento).
Fase 5: Todos los residentes restantes (5 a 15 por ciento).
En ese enfoque de vacunación escalonado después de los trabajadores de la salud, los grupos médicamente vulnerables deberían estar entre los primeros en recibir una vacuna, según el borrador del plan de NASEM. Estos incluyen personas mayores que viven en entornos hacinados y personas con múltiples afecciones existentes, como enfermedades cardiacas graves o diabetes, que las ponen en riesgo de contraer una infección Covid-19 más grave.
El plan da prioridad a los trabajadores en industrias esenciales, como el transporte público, porque sus trabajos los ponen en contacto con muchas personas. De manera similar, las personas que viven en ciertos entornos abarrotados (refugios y prisiones para personas sin hogar, por ejemplo) son señaladas como merecedoras de acceso temprano.
En el artículo se señala que muchas naciones ya tienen planes generales de asignación de vacunas, pero están diseñados para una pandemia de influenza en lugar del nuevo coronavirus. Por lo general, dan prioridad a los niños y las mujeres embarazadas; sin embargo, los planes Covid-19 no lo hacen porque la mayoría de los ensayos de vacunas actualmente no incluyen mujeres embarazadas y el coronavirus parece ser menos mortal para los niños que la influenza. La guía de NASEM, de hecho, recomienda administrar a los niños las vacunas Covid-19 durante las fases finales de su plan de asignación.
Una nota interesante es que diferencia de la guía de NASEM, el plan de la OMS señala que los líderes gubernamentales deben tener acceso temprano, pero advierte que las personas priorizadas de esta manera deben ser “interpretadas de manera estricta para incluir un número muy pequeño de personas”. Es decir, a mi parecer su criterio no es debido al riesgo de enfermar gravemente. Además, de que puede permear el tráfico de influencias, lo cual es una preocupación real entre expertos en bioética.
Importante es que el plan del NASEM propone una lista larga de trabajadores esenciales que deberían tener acceso prioritario a una vacuna, incluidos los trabajadores de las tiendas de comestibles, los trabajadores de tránsito y los trabajadores postales. Las personas de los grupos étnicos y raciales más afectados están sobrerrepresentadas en estos trabajos. La razón es de su prioridad en la vacuna es que se les considera “poblaciones en alto riesgo”, en especial los “grupos raciales y étnicos” que se han visto afectados por Covid y han muerto de manera desproporcionada, con tasas más altas que las de otros grupos en los Estados Unidos. Los expertos del NASEM determinaron que estos grupos son vulnerables principalmente por razones socioeconómicas vinculadas al racismo sistémico (por ejemplo, tienen trabajos de alto riesgo y viven en áreas de alto riesgo) y, por lo tanto, abordó la solicitud a través de esta lente, sin señalar a los grupos debido a sus identidades raciales o étnicas.
Al respecto en el artículo se comenta, que los expertos del NASEM, proponen utilizar el índice de vulnerabilidad social de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) para ayudar a tomar decisiones sobre la asignación, sugiere el plan NASEM.
Una herramienta basada en la geografía que normalmente guía la asignación de ayuda después de un desastre nacional da cuenta del lugar donde vive la gente, así como de las condiciones de salud que están sobrerrepresentadas en personas negras e indígenas, y otras personas de color.
El grupo asesor estratégico de la OMS continuará actualizando sus directrices, primero para asignar una clasificación a sus grupos prioritarios y luego para incluir datos reales de ensayos de vacunas, como la eficacia de una vacuna, en particular en las personas mayores. Aunque la guía está disponible para todos los países miembros de la OMS, ninguno está obligado a implementarla.
En Estados Unidos, el comité NASEM debe emitir un plan final en octubre. En última instancia, los CDC considerarán estas recomendaciones, entre otras cosas, para coordinar la distribución de vacunas en su país. Esa será la guía que los departamentos de salud pública, los médicos y las farmacias de Estados Unidos deban seguir al distribuir vacunas, asumiendo que se ha demostrado que una es segura y que la gente está dispuesta a tomarla.
En conclusión, se espera que pronto México exponga su propio plan de distribución de vacunas Covid-19 a la brevedad posible. Es necesario.