EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Rafael Pérez Gay y la ciudad de cristal

Adán Ramírez Serret

Septiembre 01, 2023

 

La sensación del tiempo varía según los años que se tenga. A veces, pareciera en la vida adulta que los años se van sin apenas haberlos visto. Un día se tienen veintipocos años y en un abrir y cerrar de ojos ya se hicieron cuarentaitantos años y al parecer, en poco tiempo, vienen los sesenta años, los ochenta… Y en el transcurso de todos esos años hay una constante para la mayoría de los seres humanos: un niño que nos acompaña, a veces olvidado, muchas veces presente, pero cuando se hace el silencio –cuando nos invade una terrible pandemia, por ejemplo– ese niño parece hacerse más presente y no sólo viene del pasado, está aquí para limpiar el cristal y observar con claridad lo que está del otro lado: el pasado cristalino y latente que nos confronta y quizás, confirma.
Sobre estas sensaciones y este caso en particular, trata el más reciente libro, Todo lo de cristal, de Rafael Pérez Gay (Ciudad de México, 1957).
Pérez Gay toma el camino de Lev Tolstói quien decía en el célebre inicio de Ana Karenina: “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”, para contar la historia de su familia y de su infancia en la que converge no tan solo su vida, sino la de buena parte de su generación y de la Ciudad de México de los años sesenta y setenta, de la que aún quedan algunos vestigios.
Uno de los rasgos distintivos de la familia de Pérez Gay era la errancia. Lo que detona el recuerdo es ver unas mudanzas, a Chapultepec, en específico. Y dice el narrador: “Sé de mudanzas. Si mis cuentas no me fallan, acompañé a mi familia en veintidós cambios de domicilio. Éramos maestros del desalojo y un poco ilusionistas: nos ven, ya no nos ven”. Continúa diciendo que cuando veía a su madre llegar con cajas de Fab, Roma, vacías, en cuestión de horas, en el transcurso de ese mismo día, se esfumaban del lugar en donde vivieran.
Así, Pérez Gay atraviesa el cristal del recuerdo y como en una máquina del tiempo estamos en la colonia Condesa en los años sesenta en el Distrito Federal. Pérez Gay recurre a esos otros artilugios que traspasan las barreras de los años que son las hemerotecas. Se sumerge en los periódicos en donde aparecen las noticias del momento. Partidos de futbol, propaganda política y, también, los anunciantes de aquellos años. No hay pasado en el siglo XX sin anuncios.
El personaje ya no es el Pérez Gay adulto, sino el niño que habitó esta ciudad y que se quedó enfrascado en esa burbuja del tiempo. El niño tiene mucho que decir. Está descubriendo la vida por lo que ve las cosas por primera vez. Sobre todo, a su familia. Su madre, por supuesto, recuerda las palabras de Octavio Paz en Pasado en claro: “Mi madre, niña de mil años, madre del mundo, huérfana de mí, abnegada, feroz, obtusa, providente, jilguera, perra, hormiga, jabalina, carta de amor con faltas de lenguaje, mi madre: pan que yo cortaba con su propio cuchillo cada día”. Es ella quien configura su vida y lleva la vida de la familia. Del hermano mayor que odia al padre y huye de México, de las hermanas creciendo y soñando con casarse. Del padre que tiene otra casa y que lleva incluso al niño narrador con la otra mujer.
La madre, quien tiene que hacerse experta en mudanzas, en embargos, en vivir en las penumbras porque les cortaban la luz. Y mientras tanto, el niño seguía creciendo en los siguientes departamentos, en las siguientes casas por las que iban errando sin parar crisis financiera tras crisis financiera.
Pérez Gay tiene el talento de expresar en literatura esos años difíciles en los que se va haciendo la vida, que, siempre, de manera incontrolable, pugna por ser bella. Porque está el amor a los padres, el descubrimiento de una ciudad que se expande de manera monstruosa con contratos vestigios que son suficientes para el narrador y para el lector, para saber de donde venimos. Algo así como otro verso de Paz, “ruinas vivas en mundo de muertos en vida”.
Rafael Pérez Gay, Todo lo de cristal, Ciudad de México, Seix Barral, 2023. 166 páginas.