Marcial Rodríguez Saldaña
Abril 14, 2022
El domingo pasado 10 de abril, fue una fecha histórica en la vida pública del país, en la consolidación de su democracia, toda vez que fue la primera ocasión en que se realiza un ejercicio de revocación/ratificación de mandato del Presidente de la República.
1. En la transición de los regímenes políticos monárquicos –en los cuales no existía el derecho de elegir a sus gobernantes, pues estos asumían el poder por derecho de sangre– a los regímenes republicanos –cuyas características fundamentales son la renovación periódica del poder mediante el sufragio– se creó el concepto de la democracia representativa, que consiste en que al momento de votar los electores delegan su poder soberano en representantes. Luego este concepto se mejoró, agregando que los representantes deberían actuar acotados al Estado de Derecho Constitucional y legal, para evitar arbitrariedades y violaciones a los derechos humanos.
El desarrollo de la democracia representativa –referéndum, plebiscito, iniciativa popular, revocación de mandato etc.,– ha sido muy complejo, puesto que al inicio –últimas décadas del siglo XVIII– el derecho a votar era muy restringido, pues sólo se reconocía a quienes poseían bienes, y a fuerza de largas luchas se fue ampliando, hasta que en el siglo XX se reconoció el derecho al sufragio a las mujeres, hasta llegar al voto universal, libre, directo y secreto.
2. La democracia representativa ha tenido diferentes modalidades, así encontramos que en los regímenes políticos presidenciales –cuyo modelo se creó en Estados Unidos y se extendió a toda América Latina-, la ciudadanía elige al representante, jefe de Estado y de Gobierno, por periodos fijos, y sólo por cusas graves y en casos muy excepcionales, se puede cambiar a un mal gobernante; en los regímenes políticos parlamentarios, aún cuando se elije a los diputados por periodos determinados, siempre existe la posibilidad de cambiar el gobierno antes de que concluya su mandato, cuando este pierde la mayoría en el parlamento.
La democracia representativa en los regímenes presidenciales, como es el caso de México, tiene muchos inconvenientes, pues además de que en un sistema político autoritario, con partido hegemónico, en donde se asumía el poder mediante fraudes electorales, los Presidentes de la República podían cometer violaciones graves a los Derechos Humanos –como el caso de la masacre de los estudiantes en 1968– o en la época neoliberal –ocasionar daños irreparables a los bienes de la nación, a la economía y bienestar popular, sin embargo, no se les depuso de su encargo. Se les tuvo que soportar hasta que terminaran su periodo a estos gobernantes violadores de derechos humanos, antipatriotas y corruptos.
3. La democracia directa o representativa, no es un concepto nuevo, es un concepto que va aparejado al de soberanía popular, inalienable, imprescriptible e indivisible que creó Juan Jacobo Rousseau en su libro El Contrato Social (1762), sustentado en la tesis de que la soberanía pertenece esencial y originariamente al pueblo y que este no la puede delegar. Es por ello que textos constitucionales como el de Suiza, Francia, Italia, Colombia, Venezuela, Bolivia, lo incluyen como parte indispensable de sus principios democráticos y otras naciones europeas, latinoamericanas y en algunas entidades de los Estados Unidos, lo tienen como una práctica recurrente.
En nuestro país, tuvieron que pasar décadas de luchas populares, para que se incluyera la revocación de mandato como una figura de democracia participativa, hasta que por iniciativa del Presidente Andrés Manuel López Obrador se incorporó en la Constitución Federal –artículo 35 fracción IX– el 29 de diciembre del 2019.
4. La implementación de la revocación de mandato en nuestro país, ha tenido muchas adversidades, desde la oposición de los grupos y partidos conservadores, hasta de Consejeras/os del INE, quienes sólo instalaron un 30 por ciento de las casillas de las que se ubican en una elección constitucional, por haberse negado a aplicar un programa interno de austeridad republicana. A pesar de todo ello, el primer ejercicio de revocación del mandato en la nación resultó todo un éxito, puesto que participó el 17.77 por ciento de los electores, con un total de de 16 millones 502 mil 636 de votantes, de los cuales 15 millones 159 mil 323 –91.86 por ciento– sufragaron para que siga en su encargo el Presidente AMLO, un millón 063 mil 209 –6.44 por ciento– votaron por que se le revocara su mandato y hubo 280 mil 104 votos nulos –1.70 por ciento. Si las cifras se multiplican por tres, al haberse instalado el total de casillas, AMLO hubiese obtenido más de 45 millones de votos, con altísimo porcentaje de aprobación. La lectura política de este ejercicio es que AMLO cuenta con un respaldo mayoritario del pueblo, que la inmensa mayoría apoya las políticas públicas de su gobierno y que la revocación de mandato se irá consolidando como un ejercicio de democracia directa/parrticipativa como parte de los legados más relevantes de la Cuarta Transformación de México.
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