EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Reflejados en los ojos de otros y ellos en los nuestros

Adán Ramírez Serret

Mayo 04, 2018

El día de ayer, este periódico, El Sur, cumplió 25 años de una vida valiente. Me gusta pensar que no existen las coincidencias, pero si las hubiera, la del día de hoy resultaría muy afortunada. Pues el libro de esta semana es Caracteres de Álvaro Uribe (México, 1953). Quien como se verá más adelante, le da a esta palabra un sentido literario. Pero me gusta pensar en el periódico El Sur seguido de la palabra carácter. Pues me parece que le vienen muy bien algunas de las acepciones que arroja el diccionario. La primera, sin duda, “Señal o marca que se imprime, pinta o esculpe en algo”. Así, El Sur está pintado y esculpido en sus lectores. Y la otra acepción que se adecua al periódico es “Fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía”. ¡Enhorabuena y que vengan muchos años más llenos de estos caracteres!
Volviendo al libro de hoy, Caracteres, de Álvaro Uribe, uno de los mejores novelistas en México y en lo personal, mi favorito; escribe en el prólogo que así como los escritores que los practican, los géneros literarios tienen fecha y lugar de nacimiento. El género de los caracteres, que ha sido bastante olvidado, fue creado en Lesbos por Teofrasto en el siglo II a.C. Un género genial del cual nos podemos dar una idea a partir de su primo, la fábula. En donde se estereotipan diferentes tipos de individuos, flaquezas inherentes al ser humano que interpretamos en algunos rasgos animales como la avaricia, la astucia, etc. En el género de los caracteres se analiza al ser humano a partir de las máscaras e inclinaciones que tengamos. Similar, quizá para nosotros, a la lotería en donde aparece el mentiroso, el borracho o el jugador. Teofrasto, escribía, por ejemplo, sobre la rusticidad, sobre el complaciente, sobre la desvergüenza o el hablador. Por supuesto que en el autor griego hay una fuerte inclinación moral e incluso su obra era enseñada precisamente por eso. Sin embargo, Álvaro Uribe hace un ejercicio que no tiene nada moral y mucho de satírico, por lo tanto recuerda más a figuras literarias como Gustave Flaubert en Bouvard y Pécuchet o al diccionario de Cuévano de Jorge Ibargüengoitia. Así pues, la búsqueda como en muchas novelas, nos dice Uribe, es crear “un espejo de mano en donde pueda examinar con otros ojos las imperfecciones de su propio maquillaje”.
Es, por lo tanto, un libro hilarante digno de un Ibargüengoitia. Describe en este caso el complejo mundo cultural, por no decir la fauna (no se olvide el cercano género de la fábula) del mundillo literario.
Es un libro para ponerse uno mismo el saco e imaginar y así descubrir amigos y conocidos que lo portan.
Álvaro Uribe escribe en 50 caracteres: “El crítico: se dice que es un narrador frustrado. O un poeta frustrado. O un dramaturgo, un actor… En pocas palabras: un creador frustrado”. Aparecen otros como “El sentido: una persona que recuerda con exactitud fabuladora lo que tú le hiciste o le dijiste, pero no recuerda una ínfima porción de lo que ella te dijo o hizo a ti”. Pasa por El becario, El amigo informador, El amigo objetor, El intransigente, El mitómano y por momentos, es deslumbrante por inclemente, con El hombre bueno, por ejemplo, de quien dice: “Un señor ya maduro que de joven bebió hasta la ignominia. O que no necesitó estar borracho para acosar a sus alumnas. Incluso a sus alumnos. Y pateó a su perro. Y torturó a su gato. Y engañó a su esposa. Y abandonó a sus hijos. Y maltrató a sus padres ya viejos. Y se peleó con sus hermanos por la herencia. Y descubrió la bondad cuando ya se había cansado de hacer el mal”:
Álvaro Uribe, como buen novelista, creo que recuerda que lo importante siempre, más allá de la historia en muchas novelas, son los personajes.
Caracteres es un libro espléndido, en donde en menos de dos páginas, nos vemos reflejados en los ojos de otros y ellos, en los nuestros.
(Álvaro Uribe, Caracteres, Ciudad de México, Alfaguara, 2018. 161 páginas).