EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Reflexiones sobre la mariguana y otras drogas

Fernando Lasso Echeverría

Diciembre 01, 2015

La mariguana, hasta la primera década de la segunda mitad del siglo XX, era la droga prohibida más conocida y más usada por la población; sobre todo, por aquella perteneciente a las clases socioeconómicas bajas; su fama era y sigue siendo nefasta, debido a los prejuicios que la gente en general ha tenido sobre este estupefaciente, ligando siempre a los que la usan, con hechos violentos y comportamientos agresivos; por ello, el calificar de mariguano a alguien era –en la práctica– matarlo socialmente; nadie aceptaba a una persona con este estigma en su círculo social, laboral, ni familiar, y por otro lado, el hecho de que por su bajo costo – o poder producirla en macetas en casa– la utilizara más que nada el “pueblo”, hacía que esta droga y quien la usara, fueran despreciados por las clases sociales superiores. Usar pues mariguana, estaba visto como algo muy “corriente” e indigno de la “gente decente”, aunque en algunos círculos intelectuales y artísticos fuera común su uso oculto sin ningún problema. Por ello, esta droga sigue siendo la de los marginados y la más rechazada socialmente.
Por el contrario, la cocaína –por su alto precio y mayor dificultad para conseguirla– ha sido la droga de las clases sociales altas, y su consumo ha ido aumentando cada vez más, por la facilidad de comprarla en bares, en algunos restaurantes, tienditas de barrio o domicilios de distribuidores; esta droga provoca no sólo un mejor estado de ánimo a la persona que la consume, sino que también disminuye los efectos depresivos del alcohol en exceso, y en todo ello basa su atractivo. Es común ver en antros a gente hablando y caminando con dificultad entrar a los sanitarios y cuando salen de ellos, vienen como nuevos. Entre las altas clases sociales, nadie se espanta si algún amigo la usa, y casi se compara su consumo al del alcohol. Sus usuarios son llamados amablemente “coquitos” y a la droga se le da el nombre poético de la “Dama blanca”. Nada que ver pues, con la “pinche mota” y los “pinches mariguanos mafufos”.
Recientemente se llevó a cabo un juicio en la Primera Sala de la Suprema Corte del país, sobre un amparo solicitado por cuatro ciudadanos, para poder usar en forma recreativa la mariguana. Cuando se les preguntó públicamente a estas personas si usaban esta droga, respondieron que no, que el motivo de su solicitud –que finalmente fue aceptada– era propiciar un debate público, y un análisis político maduro de nuestras autoridades sobre el tema, con la finalidad de enfilar los criterios hacia la posible legalización del uso de esta droga entre la población, argumentando que lo que buscaban realmente era que el uso controlado de este estupefaciente (y quizá de otros más adelante), le restará poder económico a los violentos cárteles de la droga que se han posesionado ya de grandes zonas del país, causando hechos violentos cotidianos y afectando gravemente la economía de la población.
Por otro lado, alegaron –con razón– que las políticas prohibicionistas para su uso que los gobiernos del mundo han llevado a cabo hasta la fecha, han sido un rotundo fracaso, pues no sólo no han logrado disminuir su consumo, sino que éste ha ido aumentando, y que el terminar con su prohibición era terminar con su criminalización, hecho que provoca que cientos de campesinos que la siembran para subsistir y miles de usuarios de mariguana –adictos o no– fueran tratados como criminales y encerrados en prisiones, al igual que sucede con los asesinos, asaltantes o violadores, o como si hubiesen cometido algún otro delito en agravio de otras personas, cuando esto no es lo que realmente pasa. Se llegó al extremo de afirmar que al aprehender a los usuarios de esta droga, se lesionan gravemente sus derechos humanos con el argumento de que si bien es cierto que ellos dañan su salud personal, no afectan a nadie más con su adicción, enfocando el problema más hacia el concepto de la salud pública, que al de la delincuencia.
Este amparo concedido por la Corte, si bien sólo abrió la puerta para que cuatro ciudadanos consuman mariguana en privado sin ser sancionados, también facilitó un gran debate mediático en el país respecto a este tema, y provocó que el presidente Enrique Peña Nieto convocara a los ciudadanos a una discusión sobre lo mismo; merece mención que el tema ha estado permanentemente en la agenda de numerosas organizaciones civiles, y que personajes de la vida pública del país lo han tocado con regularidad en diversos foros, recomendando en su mayoría, la despenalización del uso de las drogas y en especial de la mariguana en forma regulada y controlada; la creciente violencia que sufre nuestro país por la producción y tráfico de drogas así lo exige, pues en regiones cada vez más grandes la población vive indefensa en manos de la delincuencia organizada provocada por este fenómeno, con su economía por los suelos y aumentando notablemente la emigración a otros lados, buscando seguridad y tranquilidad.
Este espinoso tema está siendo tratado asimismo en la ONU, mediante la Comisión Global de Políticas de Drogas, conformada por varios ex presidentes como Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Carlos Lagos de Chile, César Gaviria de Colombia, Jorge Sampaio de Portugal, y Ernesto Zedillo de México y otros personajes mundiales como el escritor Mario Vargas Llosa, el ex secretario general de la ONU Kofi Annan y el ex secretario de Estado estadunidense George Shultz. El objetivo de esta Comisión es generar propuestas que serán llevadas por los participantes a sus países en donde serán discutidas, y todo enfoca a crear conciencia de que lo que se ha hecho al respecto hasta ahora no funciona, y que se deben buscar alternativas con sustento científico. Es de desearse que esta Comisión rinda frutos lo más pronto posible.
En varios países se han llevado a cabo medidas que tienden a terminar con la criminalización del uso de la mariguana; algunos como Holanda ya tienen años que liberaron su uso recreativo en forma controlada, sin que esto haya provocado un aumento de usuarios ni que haya crecido el número de hechos violentos; recientemente, en varias entidades federativas de Estados Unidos de Norte América se liberalizó la mariguana para su uso creativo, estableciéndose en forma paralela un mercado controlado de producción y venta de la droga; las autoridades de esos estados estudian modelos ideales para regular esta nueva faceta mercantil de la droga, que traerá otros beneficios para la población involucrada, pues saldrán muchos prisioneros de las cárceles al desaparecer el delito; disminuirán los costos de la droga, y saldrán del mercado los productores y distribuidores criminales; por otro lado, el fisco cobrará impuestos (15%) por la venta y consumo del estupefaciente. Otros países que ya iniciaron la liberalización reciente de la producción y el uso regulado de la mariguana, fueron Uruguay y Portugal.
En México –para desgracia de la ciudadanía– el narcotráfico ha aumentado sus actividades de una manera exponencial, y a las cuales, estos grupos criminales han agregado otras como el secuestro, la extorsión, la extracción de combustible de los ductos de Pemex y otros métodos delictivos sofisticados para hacer dinero. Por ejemplo, el proceso de la amapola para convertirla en heroína –la droga más cara y la que más muertes produce en Estados Unidos– se ha perfeccionado a tal grado que se tienen laboratorios perfectamente equipados en todos lados, para ya no seguir enviando a los cárteles gringos materia prima barata (la goma), sino la droga perfectamente desarrollada que –por supuesto– les deja más dinero; mecanismo ejemplar que debería ser una política económica de alto nivel de nuestro gobierno, para no seguir regalando nuestro petróleo y otras preciosas materias primas al extranjero, y comprándoselas como productos ya procesados, al precio que ellos marcan, o sea el eterno cambio de oro por espejitos pues. Por otro lado, la droga que el pueblo estadunidense compra y consume allá y es distribuida discreta y exitosamente por viejas y nuevas organizaciones delictivas del vecino país (que tal pareciera que no existen o no son conocidas por el gobierno norteamericano) las pagamos los mexicanos, con la compra indiscriminada de miles de armas de alto poder que han matado todos los años –también– a miles de mexicanos. Todo lo descrito es lo que estos ciudadanos que solicitaron el amparo tratan de disminuir, al iniciar el proceso de legalización de la mariguana: quitarles un poco de poder económico a los cárteles mexicanos, pues la actitud gubernamental de prohibir el uso de las drogas con fines “morales” y actuando como “las buenas conciencias” de la sociedad, es una píldora que ya no “se traga” nadie.
Esta inútil “guerra” abierta contra los cárteles mexicanos, iniciada por el presidente Felipe Calderón y continuada por la actual administración gubernamental, no es comprensible, cuando nos damos cuenta que lamentable y sospechosamente, esta lucha contra el narcotráfico no ha incluido el verdadero talón de Aquiles de esta actividad ilícita: el ataque a las redes de lavado del dinero, y esto ha ocurrido por dos hipotéticas razones fundamentales: a) el dinero del narcotráfico se ha convertido en una de las principales fuentes de divisas del país; y b) en esta actividad están involucrados numerosos banqueros, empresarios y funcionarios de alto nivel, que se han enriquecido –y lo siguen haciendo– con esta complicidad. Este dinero no tocado por nuestros gobiernos ha servido en gran parte para fundar o comprar grandes empresas productivas que realizan actividades legales, y que le sirven al Estado –entre otras cosas– para mejorar la economía de nuestro país, pero también vigorizan a los cárteles que nuestro gobierno combate inútilmente con las armas; por otro lado, esta fortaleza económica le sirve a las organizaciones criminales para seguir corrompiendo a personal oficial de todos los niveles, y para seguir contratando sicarios, cada vez en mayor número.
Asimismo, la decisión básica de no permitir con argumentos hipócritas y moralistas el uso legal y controlado de las drogas –que sería otra manera de combatir y debilitar económicamente a los cárteles– es porque el negocio secreto se les termina a los funcionarios y grandes empresarios involucrados en él, la droga se abarataría y las grandes ganancias se acabarían. La gente que desea o necesita consumir drogas, no requieren que estos productos sean permitidos para usarlos… los consumen a como dé lugar, dando motivo para que los jóvenes se vuelvan criminales para conseguirla, o que chicas adolescentes se prostituyan con la finalidad de lograr la droga que requieren.
El alcohol y el tabaco son drogas permitidas que causan el mismo daño personal, familiar y social que las “otras” que horrorizan a nuestras autoridades o quizá hasta mayor; ¿Usted ha visto o escuchado de gente atropellada por manejadores mariguanos o cocainómanos? Yo no… pero he tenido la experiencia de haber presenciado o conocido después del hecho, un número muy elevado de accidentes de tránsito provocados por manejadores ebrios, que se han subido a las banquetas o impactado otros vehículos, causando la muerte a desventurados que caminaban por ahí, o que aún con la precaución debida, sus vehículos tuvieron la desgracia de atravesárseles a esta gente alcoholizada, provocando colisiones que han ensombrecido a muchos hogares; igualmente, los alcohólicos que cuentan con un empleo, faltan constantemente a sus labores hasta que los despiden, causando daño moral y económico a su familia; sin embargo, estos productos son permitidos, porque fueron admitidos por antiguas sociedades y gobiernos en situaciones diferentes a las que estamos viviendo; cuando no había otras sustancias mejores para “relajarse” o “mejorar el estado de ánimo”… es decir, para drogarse con fines recreativos.
Es hasta el último tercio del siglo XX cuando los gobiernos empezaron a tomar algunas medidas preventivas contra el uso del alcohol y del tabaco; fundamentalmente, por el gasto social tan elevado que causan los tratamientos hospitalarios y terapéuticos, para prolongarles la vida a los miles y miles de personas afectadas por las enfermedades que producen estas drogas, cuando se usan en forma crónica y sin limitaciones. En México este gasto es de 200 millones millones de pesos anuales, enorme cifra para un país con tantos pobres como el nuestro. En este punto, vale la pena recordar que en Estados Unidos se vivió la peor época de alcoholismo generalizado en su población, y el mayor éxito económico de la delincuencia organizada, cuando a su gobierno se le ocurrió prohibir la producción, distribución y el consumo de bebidas alcohólicas. Es lo mismo que está ocurriendo ahora ahí –y por supuesto en nuestro país– con la prohibición de usar drogas en una sociedad en la cual, quien quiere las compra y consume sin ningún problema.
En relación a la mariguana específicamente, existen muchos rumores positivos respecto a esta droga; por ejemplo, se dice que las poblaciones prehispánicas le daban muchos usos medicinales que ahora pocos conocen; se recuerda que durante los dos primeros tercios del siglo pasado, era un remedio muy popular –sobre todo en las personas mayores– para los dolores reumáticos, frotándola disuelta previamente en alcohol; ahora, la están reclamando familiares de enfermos crónicos que padecen crisis convulsivas, porque se ha estado usando con éxito en otros pacientes similares; al parecer, también mejora el sistema inmunológico de los enfermos de sida, y muchos con este padecimiento, la usan con este fin. En el medio intelectual y artístico se afirma que estimula las capacidades mentales. Algunos músicos famosos como Agustín Lara en México y Los Beatles en Inglaterra, confesaron abiertamente haber compuesto algunas de sus mejores canciones bajo el influjo de la mariguana.
Muchas voces públicas afirman que la única manera de poner fin al narcotráfico, a la violencia que lo acompaña y a la corrupción generalizada que provoca, es la legalización y reglamentación de las drogas; muchos personajes con calidad moral como el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, los distinguidos periodistas Ricardo Rocha y Lorenzo Meyer y muchos más, abogan por esta medida. Y esto, amigo lector, no es una apología de la droga ¡No!… es una franca llamada de auxilio a nuestros gobernantes para que ya hagan algo –aunque sea legalizar el uso de las drogas en forma controlada– porque el país se les está yendo de las manos, en beneficio de unos cuantos.

* Ex presidente de la Sociedad Médica de Chilpancingo y ex presidente del Colegio Médico Estatal.