EL-SUR

Sábado 14 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Reforma del DF, ¿parto de los montes?

Humberto Musacchio

Enero 21, 2016

La reforma constitucional cuenta ya con suficientes votos de las legislaturas de los estados y, por lo pronto, los capitalinos ya no son habitantes del Distrito Federal, pues éste se convirtió en Ciudad de México, lo que atropella a numerosas poblaciones que nunca pertenecieron a la urbe y contaban con su propio nombre y tradición. Pero en fin, así estamos.
Lo que sigue es la convocatoria al Congreso Constituyente de la Ciudad de México (ahora deberemos escribir Ciudad con mayúscula porque el sustantivo común pasó a formar parte del nombre propio). Como se sabe, ese cuerpo estará integrado por 100 diputados, 60 de ellos electos por voto popular y 40 por dedazo, lo que de entrada mete un elemento antidemocrático y le resta representatividad a un órgano que, se supone, es de todos los capitalinos.
Los diputados de dedo serán designados por el presidente de la República, por el jefe de gobierno de la capital y por el Congreso de la federación, que fue quien así lo decidió, pues en ese cuerpo el PRI y el PAN tienen las fracciones mayoritarias, pero en la Ciudad de México son notoriamente minoritarios. El dedazo le dará a priistas y panistas una sobrerrepresentación en la idea de minar la capacidad de las fuerzas de izquierda.
Como en otros aspectos de la vida pública, el PRD aceptó mansamente la imposición. Para Miguel Ángel Mancera el de ayer fue un día histórico, pues se alcanzó un logro “que tomó muchos años y que no hubiera sido posible sin el apoyo de todos los ciudadanos”. Sin embargo, Morena, la principal fuerza política de la urbe, por boca de Martí Batres declaró que nada hay que festejar, pues se trata de un “agandalle” que tiene como fin “restringir libertades, acabar con los derechos sociales y privatizar lo público, como el suministro de agua”.
Entrevistado por el autor de este artículo para la revista Voz y Voto de febrero, Porfirio Muñoz Ledo, padre de la reforma capitalina, acepta que “evidentemente no ha habido una buena reacción contra el reparto de 60 y 40”, pero fue, dijo, “la única manera de dar un paso adelante” porque sin eso, los partidos que son menos votados no hubieran querido aceptar la reforma.
Le pregunté a Porfirio de qué manera se verá beneficiado el ciudadano de a pie y me respondió que con “mejores servicios, gobiernos de continuidad, más derechos, exigibilidad de los derechos, participación social en la toma de decisiones y mecanismos propios de la democracia”.
Lo anterior, le respondo, se oye muy bien, pero los que gobiernan una delegación no necesariamente quieren tener mucha presión. “Es que ya no van a ser delegaciones”, me responde, sino alcaldías. Le pregunto entonces ¿cuál es la diferencia entre municipalidad y alcaldía y su respuesta es la del político que debió vencer muchas resistencias: “es una diferencia de matiz, es un traje a la medida de la ciudad. Esas alcaldías estarán supeditadas a la sociedad, donde también habrá ciudadanos de a pie. Esto es progresivo, requerimos un régimen electoral que prevea la participación de los partidos y la participación de los ciudadanos en las alcaldías… El gran debate, o uno de los grandes debates del constituyente, va a ser el referente a las facultades de las alcaldías y el nivel de descentralización,”
A lo largo de toda nuestra vida independiente, la capital mexicana ha sido el asiento de los poderes federales y el Ejecutivo federal tuvo la facultad de gobernar a los habitantes de la jurisdicción conocida como Distrito Federal. Al convertirse la Ciudad de México en una entidad federativa, los capitalinos ganarán derechos, pero ¿qué pasará con los poderes federales?
“De acuerdo con el estatuto de capitalidad –responde Porfirio–, ellos son nuestros huéspedes, ya no somos sus vasallos. Van a pagar el costo de los servicios que les damos y se van a establecer compromisos mutuos”, habrá que dar “seguridad no solamente a las oficinas federales sino a las sedes diplomáticas, etcétera, pero (la federación) no va a tener ninguna facultad en el orden interno de la ciudad, ninguna facultad”.
Te veo muy optimista, le digo para concluir, y su respuesta es la de un guerrero: “Hay que rezarle a la virgen de Guadalupe, que es capitalina… Por razones obvias habrá resistencia ante ciertos aspectos de la reforma. Pero esa es la lucha que viene. Se ha ganado una batalla primordial, pero todavía no ganamos la guerra. La historia no se escribe en un solo día”.