EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

René Juárez

Ángel Aguirre Rivero

Julio 27, 2021

LA POLÍTICA ES ASÍ

 

Con René Juárez nos conocimos con don Alejandro Cervantes Delgado, a quien el entonces gobernador nombró coordinador de Copladeg por aquellos años, y a mí su secretario particular.
Aún lo recuerdo con su melena a lo “afro” y yo con el pelo largo; ambos recién egresados, él de la Escuela de Economía de la UAG, y yo de la Facultad de Economía de la UNAM. Éramos colegas pues, y habíamos impulsado el Colegio de Economistas Guerrerenses, del que fuimos presidentes ambos.
Le encantaban los autos de mucha velocidad, cuando tuvo la posibilidad económica se hizo de un Mustang, que mucho me presumía en nuestras largas convivencias.
Las raíces de René están muy cerca de Las Peñitas, perteneciente al municipio de Marquelia, de donde es el apellido Cisneros. Es hijo de una mujer afroamexicana, oriunda de Juchitán.
René Juárez nació en el histórico barrio de la Laja, en Acapulco.
Su padre fue campesino originario de San Luis Acatlán, quien después de algunos años emigró al puerto de Acapulco, en busca de mejores horizontes, como suelen hacerlo infinidad de guerrerenses.
René alguna vez me platicó que había trabajado como peón en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, lo mismo que de garrotero y mesero en alguno de los restaurantes de la familia de Ernesto Rodríguez Escalona, quien después fuera uno de sus más cercanos colaboradores, pero sobre todo su amigo.
Crecimos juntos en la administración pública, con la llegada a la gubernatura del licenciado José Francisco Ruiz Massieu, fue nombrado secretario de Planeación y Presupuesto, compartiendo el tercer piso del viejo Palacio de Gobierno en Chilpancingo, yo en mi carácter de secretario de Desarrollo Económico y del Trabajo.
Su nombre empezó a sonar muy fuerte para ser alcalde de Acapulco, donde se sometió a una consulta popular en urnas.
Era inédito el ejercicio de elección interna en urnas, en el que participaron Juan San Román, quien a la postre fue nombrado administrador del aeropuerto de Acapulco; Antonio Arredondo Aburto, quien se dice era apoyado por Maricela Ruiz Massieu, y René Juárez por José Francisco.
Durante esos años me trasladé a la Ciudad de México para fungir como diputado federal en la 55 Legislatura.
Después nos volvimos a encontrar siendo yo dirigente del PRI estatal, en donde al cabo de algunos años asumí el gobierno del estado en forma interina para relevar a Rubén Figueroa Alcocer.
Después de una larga conversación, le pedí asumiera la dirigencia de esta organización política en mi lugar, para después asumir la secretaría de Planeación y Presupuesto durante mi gobierno, donde tuvo un magnífico desempeño.
René fue un hombre brillante, fue presidente estatal y nacional del PRI, consejero, diputado, senador, alcalde y gobernador de Guerrero.
Fue un hombre de hablar directo, claro, que a algunos pudo parecer áspero, que según sé, hizo pasar por bastantes aprietos a su entonces director de Comunicación Social, Gaudencio Valente.
No obstante tenía un agudo sentido del humor irónico, que lo llevaron a establecer expresiones que quedarán acuñadas en nuestra memoria colectiva, como aquella de: “Guerrero no es Disneylandia”, al referirse a la complejidad de la vida en la entidad; o “No le busquen chiches a las culebras”, que era un llamado a la sensatez.
Como gobernador de Guerrero hizo un gran esfuerzo por reordenar el comercio ambulante en Acapulco y tuvo la intención de construir un segundo piso en la avenida Costera para mitigar los problemas de la vialidad, lo cual fue descartado al suscitarse una enorme polémica en la población.
René heredó a la capital obras importantes como el nuevo Palacio de Gobierno; dejó un gran avance en el auditorio Sentimientos de la Nación, así como el bulevar que lleva su nombre.
Pero quizá uno de los hechos más importantes sea que, con su trabajo, René Juárez dio condiciones a los inversionistas a la Zona Diamante, proyecto que reposicionó a Acapulco como destino turístico.
Durante el periodo de Juárez Cisneros, fue incesante la actividad de construcción tanto de la zona costera Diamante, como de los desarrollos habitacionales aledaños a la unidad Habitacional Luis Donaldo Colosio y el valle de Llano Largo.
Hoy se generan cada año corrientes de visitantes que establecieron en Acapulco sus residencias en temporadas vacacionales y fines de semana.
Se establecieron grandes centros comerciales, el Forum, restaurantes, agencias automotrices, y la zona tiene una gran vitalidad económica generando los tan ansiados empleos.
René también será recordado por legislar como diputado federal a favor de los pueblos afromexicanos, al ser aprobada su propuesta de reformar el artículo 2 de la Constitución, donde se mandata “a la Federación, las entidades federativas y los Municipios, para promover la igualdad de oportunidades de los indígenas y afro mexicanos , y eliminar cualquier práctica discriminatoria, establecerán las instituciones y determinarán las políticas necesarias para garantizar la vigencia de los derechos de los indígenas y afromexicanos”.
Hay dos cosas que nunca voy a olvidar de él: su eficiente desempeño frente al huracán Paulina, donde siempre me acompañaba a las evaluaciones con el gabinete federal, amén de convertirse en gran facilitador en las gestiones, dada su cercanía con el entonces secretario de Desarrollo Social federal, Carlos Rojas, con quien había cultivado una gran amistad de muchos años.
En alguna de esas noches tristes ante el sufrimiento de muchas familias acapulqueñas, que lo habían perdido todo a consecuencia de este terrible fenómeno metereológico, le hice una confesión: –Fíjate René que me siento muy triste y muy molesto, ante la actitud prepotente de la mayoría de los integrantes del gabinete presidencial, que sólo vienen a lucirse ante el Presidente (Zedillo) ante esta terrible tragedia, y todo lo malo nos echan la culpa.
“La verdad que estoy muy molesto con estos cabrones y mañana le voy a comunicar a Zedillo, para que ponga a coordinar al que quiera, pues no soporto que vengan a pisar nuestra dignidad”.
Sorprendido René me contestó: –cálmate brother, no lo hagas, no complazcas a esos cabrones como tú dices, hazlo por el amor que le tenemos a nuestro estado.
Nos miramos fijamente y nos dimos un abrazo; con él quedó pactada nuestra amistad para siempre.
Al siguiente día, al arribo del presidente Zedillo, me aparté unos minutos con él para darle mis impresiones de lo que estaba sucediendo, y le insinué que, si consideraba que mi desempeño no estaba a la altura de las circunstancias, pues yo dejaba el cargo sin ningún problema. Zedillo me abrazó y me pegó un golpe en el hombro para decirme: –¿Cómo crees gobernador?, no me digas eso ni de broma… y las cosas empezaron a cambiar… Sorpresivamente nos respetaban.
La otra razón por la que nunca voy a olvidar a René, es cuando partió mi hijo Ángel. Porque no obstante ocupar la Subsecretaría de Gobernación, siempre estuvo a mi lado para darme consuelo, y nunca faltó a ninguna de las misas que celebrábamos mensualmente para recordar su memoria de mi Angelito. Durante un año, no faltó a una sola misa.
Dos días antes de que mi hijo emprendiera su partida, René y yo hablamos, habíamos quedado de vernos en su oficina junto con mi hijo unos días después, ese día ya nunca llegó, pues mi hijo se había adelantado para darle cuentas a Nuestro Señor, estoy seguro que ahora habrán de conversar allá donde todos tendremos un día que llegar.
Me duele tu partida querido René, vamos a extrañar tu dinamismo, tu eficacia como funcionario, tu carácter a veces seco y a veces alegre, vamos a extrañar tu hiperactividad, tu amor por el deporte, pero sobre todo tu amor por Guerrero.
Me toca ahora, como tú lo hiciste, estar muy cerca de tu familia para que no se sientan solos, para que vean que tú sembraste en tierra fértil.
Guerrero ha perdido a uno de sus mejores gobernadores, pero, sobre todo, a uno de sus mejores hijos.
Descansa, en paz querido BROTHER…
La vida es así…