EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Retos de la política ambiental

Octavio Klimek Alcaraz

Octubre 15, 2005

 Primera de dos partes

En México el deterioro ambiental ha alcanzado niveles sin precedentes. La actual estrategia de desarrollo ha implicado la utilización irracional de los recursos naturales y éstos se agotan o se consumen a un ritmo mayor que el de su capacidad de regeneración empobreciéndose la base de recursos sobre los que se fundamenta la actividad económica.

A la par del papel histórico asumido por el país como proveedor de materias primas, que lo ha llevado a la explotación irracional de sus recursos naturales, no se ha formado suficiente conciencia en la población ni en sus dirigentes acerca del manejo racional y sostenido de esos recursos.

Agréguese que los problemas ambientales afectan de forma más grave a los ciudadanos más desfavorecidos y, por lo tanto, acentúan la desigualdad. Pobreza y exclusión social unidas al deterioro ambiental.

La responsabilidad de cuidar la diversidad biológica de México es enorme. Es el país con más tipos de ecosistemas en todo Latinoamérica. Se estima que aproximadamente de cada diez especies que existen en el mundo una se encuentra en México. Junto con Brasil, Colombia, Indonesia, México se encuentra dentro de los países con mayor riqueza de especies.

Sin embargo, se sabe que se está perdiendo rápidamente diversidad biológica y se reducen los recursos genéticos por efecto del deterioro de los ecosistemas. En especial, la deforestación por cambio de uso del suelo que provoca pérdida de espacios de vida de las principales especies de flora y fauna silvestre y la consecuente erosión del suelo.

Al respecto, conforme al Inventario Nacional Forestal (2000), se estima que de los 200 millones de hectáreas de territorio nacional, alrededor de 124 millones de hectáreas son forestales.

En el mencionado Inventario, se reporta que 55 millones de hectáreas son matorrales y arbustos de zonas áridas y semiáridas. Se calcula que la superficie forestal arbolada es de aproximadamente 64 millones de hectáreas: 29.8 millones de hectáreas cubiertas por bosques y selvas primarias y 34 millones de vegetación secundaria.

Sin embargo, las tasas de deforestación colocan a México lamentablemente como uno de los primeros países en el mundo en materia de destrucción de los recursos naturales. Se debe señalar, que hay múltiples estimaciones sobre la deforestación, una cifra conservadora es la de más de 500 mil hectáreas anuales deforestadas.

La desertificación en México es un tema preocupante. Sus principales causas han sido la deforestación, el sobrepastoreo y el cambio de uso de suelo. Se trata del proceso de degradación de las tierras en áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas provocada por cambios en el clima y las actividades humanas. Este proceso se acompaña por la reducción del potencial productivo de la tierra, de adelgazamiento de la cubierta vegetal, y el agotamiento del agua superficial y subterránea.

Conforme a los datos del Inventario Nacional de Suelos 2002 de la Semarnat, en México, 99.5 millones de hectáreas son susceptibles de desertificarse –más de la mitad del país–, de las cuales el 59 por ciento ya se encontraba degradado en 1999. De la superficie total desertificada, 47.5 por ciento se asocia al efecto de la erosión hídrica y 39 por ciento a la erosión eólica.

También, la situación del agua en México es grave. El deterioro de los ecosistemas hidrológicos del país es evidente.

Es una realidad que las principales cuencas de México han sido deforestadas, alterándose sus ciclos hidrológicos. Al mismo tiempo, muchos de los ríos y cuerpos de agua se encuentran contaminados. Agréguense los cambios en el clima global, que son cada día otras realidades evidentes, con mayor recurrencia de catástrofes naturales y la gran vulnerabilidad de los asentamientos humanos del país.

Un ejemplo de la gravedad de la situación, son los datos oficiales de la Semarnat sobre la disponibilidad del agua para México. Debido al crecimiento de la población en el país, ha disminuido la disponibilidad de agua, si se toma en cuenta que en 1920 la disponibilidad promedio era de 31 mil m3/habitante/año, mientras que en 1950 disminuyó hasta 18 mil m3/habitante/año y para 1970 se redujo por debajo de los 10 mil m3/habitante/año.

El censo poblacional realizado en el año 2000 mostró que el número de habitantes con acceso al servicio de agua alcanzó 97.5 millones, mientras que el volumen de agua por habitante en ese año fue de 4.8 mil m3; de seguir esta tendencia, se estima que para el año 2020, dicha disponibilidad de agua llegará a 3.7 mil m3/habitante/año. Es decir, en 100 años habrá disminuido la disponibilidad por habitante más de 8 veces por año.

El Informe México 2004, Objetivos de Desarrollo del Milenio realizado por el Ejecutivo Federal señala que: Con relación a la cobertura de agua potable persisten rezagos en las zonas rurales donde la cobertura apenas llega al 70.5 por ciento (en contraste con el 95.8 por ciento de las zonas urbanas). Caso similar presenta la cobertura de alcantarillado y drenaje donde la cobertura es mucho mayor en las zonas urbanas que en las rurales (90.55 contra 38.35 por ciento). Es importante señalar que en el 2000, de la población que contaba con alcantarillado, un 80 por ciento estaba conectado a la red pública, un 15 a fosa séptica y el resto a otras formas como desagües a barrancas, grietas y cuerpos de agua. Obvio decir, que el agua residual conectada a la red en su mayor parte no es tratada, con la consiguiente contaminación de nuestros ríos y cuerpos de agua. Estos datos dan una conclusión inmediata: los servicios del agua potable, alcantarillado y saneamiento en el país son totalmente inadecuados. Esto afecta a toda la sociedad, sin embargo son las familias pobres quienes padecen las mayores consecuencias de la falta adecuada de infraestructura y servicios de agua potable, drenaje y saneamiento.