Marcial Rodríguez Saldaña
Junio 08, 2017
En memoria de los compañeros Ángel Romero Morales, Juan de la Cruz Solís Medina y Noé Morales Rizo, en solidaridad fraterna con sus familias.
La jornada electoral del domingo pasado en los estados de México, Veracruz, Coahuila y Nayarit es el reflejo de la situación que guarda el sistema político mexicano y su status democrático. La violación a los principios constitucionales de equidad, imparcialidad, certeza y legalidad imperó en dichas elecciones.
1.- En la formalidad electoral, el principio de equidad se expresa en la asignación de tiempo en medios electrónicos para la difusión de spots relativos a las plataformas electorales y en el otorgamiento de financiamiento para campañas, sin embargo, en el fondo y esencia, este principio fue vulnerado por el propio gobierno federal de Enrique Peña Nieto y el de Eruviel Avila, quienes de manera especial en el Estado de México llevaron a cabo una elección de Estado ya que derrocharon cientos de millones de pesos para comprar publicidad, en programas sociales, en tarjetas electrónicas, en tinacos, despensas y dinero en efectivo para comprar votos fraudulentos y así transgredir el ejercicio libre y democrático del voto popular que constituye la única fuente de legitimidad de la representación política en un régimen democrático.
2.- La estructura electoral institucional viola el principio de imparcialidad y legalidad, ya que a pesar de la reforma federal electoral que facultó al Consejo General del Instituto Nacional Electoral para designar a los integrantes de los organismos electorales en los estados, estos y todas sus estructuras en general siguen siendo controladas por los gobernadores bajo diversos mecanismos sobre todo financieros y de favores políticos. Esto se reflejó en el Estado de México con los funcionarios de casilla cuando al momento del cómputo hubo muchos votos a favor de Morena que no fueron contabilizados y otros fueron asignados indebidamente al candidato a gobernador del PRI modificando con ello los resultados en las actas; en el caso de Coahuila, el órgano electoral con base en su propio conteo rápido dio como ganador a un candidato y luego sin haber culminado el sistema de resultados preliminares dio como ganador a otro candidato distinto y allá mismo el ex presidente nacional del PRI Humberto Moreira afirmó que hubo un monstruoso fraude electoral.
3.- Con todas estas irregularidades y transgresión a los principios constitucionales rectores en materia electoral, según los resultados preliminares en el Estado de México la diferencia entre el candidato a gobernador del PRI Alfredo del Mazo y la de Morena Delfina Gómez es muy mínima, por tal razón deben abrirse los paquetes electorales para que se realice un recuento en todas las casillas que tengan inconsistencias de tal manera que se conozca con veracidad cuál fue el sentido de cada uno de los votos emitidos y se respete el principio de la plena libertad del sufragio; lo mismo debe ocurrir en las demás entidades donde hubo elecciones y existen señalamientos y evidencias de que hubo intervención de los gobernadores como en Veracruz y Coahuila, para que se reconozca a cada partido y candidatos el número de votos que efectivamente recibieron.
4.- Los saldos políticos de estas elecciones estatales están a la vista rumbo a la elección presidencial del 2018. El PRI fue el partido que disminuyó significativamente su votación respecto de elecciones anteriores, y sólo en el Estado de México perdió más de un millón de votos en comparación con los que recibió en la elección anterior de gobernador en el 2011. En el PAN se libra una batalla muy fuerte por la candidatura presidencial entre su dirigente Ricardo Anaya –quien afirma que fue una elección exitosa– y Margarita Zavala –quien sostiene que su partido salió perdiendo. En el PRD la dirigencia nacional se mantiene en la incertidumbre, no saben si apoyar al PAN, tener candidato propio o apoyar a Morena que es el partido ganador de estas elecciones, pues a pesar de su corta existencia recibió más de dos y medio millones de votos. La experiencia de estas elecciones, particularmente las del Estado de México, es que se requiere de la plena unidad interna de Morena, la consolidación de su estructura electoral y la formación de la más amplia alianza popular que sea lo suficientemente fuerte para lograr el cambio de régimen político en el 2018.
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