EL-SUR

Martes 08 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Sembrando vida

Silvestre Pacheco León

Diciembre 17, 2018

Este fin de semana reanudo mis caminatas vespertinas en el Parque Lineal de Zihuatanejo después de una ausencia de medio año. Voy haciendo recuento de los árboles que nacieron por su cuenta y de aquellos que son parte de las campañas de reforestación, y también de los que han sucumbido a la falta de riego y a los daños propios del medio ambiente.
Nada como disfrutar de la fresca sombra de las parotas, guamúchiles, robles y caobas diseminados a lo largo del canal de aguas pluviales que cruza la ciudad, desde la entrada al Puerto de las Maravillas hasta su desembocadura en los confines de la Playa Principal y la Madera.
Ha sido el calor imperturbable que ahora domina el ambiente como síntoma del cambio climático, y también algo de conciencia ciudadana, lo que veo y me detiene frente a uno de los sitios de taxis que hacen fila esperando clientes enfrente del súper.
Se trata de un taxista que ha sacado de la cajuela de su auto una garrafa de agua que vacía dosificándola en cada uno de los seis árboles de almendro que él con algunos de sus compañeros han sembrado pensando en los beneficios de la sombra mientras hacen su turno.
Luego de felicitarlo por esa iniciativa que todos deberíamos retomar, prosigo mi camino admirando la enorme variedad de plantas y árboles que han crecido por su cuenta entre tanta gente, contando simplemente con el respeto a su espacio vital.
Vengo de vivir una experiencia reciente con un bosque descubierto en un terreno de sembradío temporal que lleva unos cuarenta años baldío, ahora convertido en fraccionamiento.
Dejado simplemente a la buena de Dios la naturaleza casi logró hacer en él un nuevo bosque que apareció en todo su esplendor después de limpiarlo de las hierbas menudas del sotobosque.
Entre las plantas pequeñas que crecen a ras del suelo, se abrieron paso para crecer frondosos árboles de parota, abundantes huizaches y mezquites que con sus hojas menudas tienen la virtud de formar suelo en seguida.
También había cuahuilotes, guamúchiles y los apreciados árboles de Brasil que están en extinción. Encontré uno que otro ciruelo cimarrón y hasta dos palos mulatos, los cuales dan un alto valor ambiental al terreno.
Lo curioso del caso es que cada comprador ha gastado una fortuna “limpiando” su solar para después sembrar sus propias plantas y árboles ya conocidos y a la moda sin apenas reparar en lo que desperdicia.
La escasa cultura ambiental que se refleja en la limitada manera de entender los términos usuales lleva a un desperdicio apenas notorio de la riqueza que se tiene. En mi pueblo cuando contratas a un peón para la limpieza de un terreno debes explicarle con detalle lo que quieres, y además estar pendiente de lo que hace porque si no, corres el riesgo de que arrase con todo lo que encuentre a su paso, y te confunde y mira con desconfianza si le dices que no piensas utilizar el fuego para ese quehacer, y menos si le dices que usarás el rastrojo o la hierba derribada para hacer fertilizante. Para el común de la gente la limpieza de un terreno implica arrasar y quemar.

Cultivar la vida

Una de mis costumbres a favor del medio ambiente es sembrar árboles y plantas en cada acontecimiento singular de mi vida. Para festejar el nacimiento de cada uno de mis hijos, así como el día que dejaron la casa, sembré algunos de los árboles que hoy me acompañan.
Lo mismo hice para festejar el nacimiento de mis nietas y mi nieto. Tengo robles, ceibas y parotas, colorines, clavellinas y palmeras, almendros, truenos y bocotes que le dan frescura a mis recuerdos.
Junto las semillas que me encuentro en los caminos, las germino y las siembro procurando hacerme cargo de que los árboles crezcan, aunque por falta de espacio no guarden entre ellos la distancia recomendada en los libros.
Por esa costumbre he aprendido que la mayor diversidad de plantas en el menor espacio posible tienen más alto valor ambiental. En la casa de mi pueblo hemos intercalado árboles de diferentes tamaños para alcanzar hasta cuatro niveles entre el sotobosque y el dosel, la máxima altura donde se desarrolla un ambiente cuya vida es muy ajena a la que conocemos a ras de suelo.
En todo esto me ocupo pensando en las bondades que tiene el programa de reforestación anunciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para recuperar toda la biomasa perdida en nuestra patria por el modelo neoliberal que dejó al campo en el abandono.
El programa Sembrando Vida tiene la virtud de incorporar toda la rica experiencia de quienes se ocupan en la recuperación de la riqueza ambiental y en rehacer el tejido social recuperando las tradiciones que permitieron la sobrevivencia de los pueblos cuidando sus valores ancestrales.
La depresión que vive el campo exige medidas radicales que involucren y comprometan a la sociedad rural. Los ejidos requieren un apoyo sustancial para revitalizarse y hacerse productivos.
Inyectarle recursos financieros que lleguen directamente a las manos de los beneficiarios puede ser la medida más eficaz para reactivarlo. Con cinco mil pesos mensuales que se pretende entregar a quienes participen del programa aportando hasta 2 y media hectáreas de tierra en la que sembrarán los cultivos de temporal asociados con plantaciones de árboles frutales y forestales no sólo se involucrará el ejidatario titular, sino también a los miembros de su familia para trabajar la tierra.
No creo que los campesinos vuelvan a la agricultura de autoconsumo como antaño porque ahora que abundan las máquinas de hacer tortillas, las mujeres difícilmente volverán a las tradicionales y esclavizantes tareas del nixtamal, pero la siembra del maíz, frijol y calabaza puede ser atractiva si el gobierno garantiza la recuperación de la inversión vía el precio oficial.
Si dicha propuesta se acompaña con la asesoría necesaria para producir abono orgánico, se puede pensar en una era de abundantes alimentos sanos y de su futura certificación para convertir las gastadas y contaminadas tierras ejidales en un recurso limpio que también agregará valor al suelo sobre el que descansa nuestra patria.