Tryno Maldonado
Mayo 22, 2018
Por convocatoria del EZLN y el Congreso Nacional Indígena a través del Concejo Indígena de Gobierno, el mes pasado tuvo lugar el Conversatorio miradas, escuchas y palabras: ¿Prohibido pensar? La cita para este también llamado “semillero” fue en las instalaciones del Cidei-Unitierra, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, del 15 al 25 de abril.
Hablando de los estragos que el capitalismo trae a la vida de la tierra y de los pueblos originarios, el escritor náhuatl Mardonio Carballo durante su intervención en una de las mesas del evento recordó que la tierra tiene memoria: sabe que los árboles deben crecer hacia arriba. Cuando el Subcomandante Insurgente Galeano –vocero del finado Subcomandante Marcos– llamó a nuestro colectivo Colmena para tomar la palabra, dijo que él no había visto nuestra Casita de Marichuy en Oaxaca, como llamamos a uno de nuestros módulos de recabación de firmas para lograr el registro en las boletas electorales de María de Jesús Patricio, vocera del Concejo Indígena de Gobierno. A lo que pensé más tarde que quizá estábamos mirando en la dirección errónea; es verdad que, como dice Mardonio, la sabiduría de la tierra hace crecer a los árboles hacia arriba, pero la tierra oaxaqueña en su misma sabiduría no fincó una casa hacia arriba que pudiera ser derrumbada por el tiempo y las fuerzas naturales, sino que hizo algo mucho más perdurable: echó raíz gracias a la semilla lanzada por Marichuy, el CNI y el EZLN.
Y es que todas y todos quienes acompañamos este proceso del Concejo Indígena de Gobierno y su vocera Marichuy, llevamos a cabo un trabajo arduo, un trabajo hormiga, un trabajo no visible. La imaginación política capitalista nos ha habituado a mirar hacia arriba, pero jamás hacia abajo, hacia lo más profundo, donde nosotras y nosotros estuvimos construyendo y organizándonos durante los últimos meses. Los modos y los tiempos zapatistas han invitado desde el inicio a emancipar nuestra imaginación política en sus siete principios, uno de los cuales dice “bajar, no subir”.
Durante su intervención en el conversatorio, Jaime Martínez Luna, pensador zapoteco de Guelatao, hizo referencia a los 417 municipios de Oaxaca que eligen por asamblea a sus autoridades y a las 150 radios comunitarias que existen en esa entidad. Dijo que las lenguas nos enseñan el mundo que habita en nosotros; por eso los procesos electorales capitalistas y los modos democráticos de los pueblos indígenas son dos lenguajes distintos, dos mundos incompatibles. Somos seres comunales, no individuales, dijo Martínez Luna, pero este sistema –y agregaría yo, este idioma, el español– nos ha oscurecido. No hay que olvidar que el español es una lengua que tiene un ejército y un Estado: un instrumento del colonialismo.
El trabajo implica movimiento. Es lo que construimos juntos como comunidad. El trabajo es lo que nos define, es nuestra personalidad, como afirmó Martínez Luna. Y quizá por ello durante este conversatorio el EZLN haya reconocido el trabajo de las y los auxiliares y a las redes de apoyo de Marichuy con la responsabilidad de encomendarles más trabajo. “Falta lo que falta”, dijo Marichuy. Además, reconocieron el trabajo y el compromiso de Pablo González Casanova al nombrarlo el primer miembro y comandante no indígena del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN en una emotiva ceremonia.
La invitación que nos hizo el EZLN y el Congreso Nacional Indígena fue a organizarnos. Pero a organizarnos de modos libertarios. A privilegiar lo organizativo sobre lo electoral. Construir confluencias entre esas organizaciones y resistencias. Además, como mencionó Carlos Mendoza en su participación, construir nuevas narrativas políticas y resistencias epistémicas ante las múltiples violencias del capital, el patriarcado, el colonialismo y la religión sacrificial. Carlos Mendoza mencionó la importancia de instaurar narrativas de espiritualidad emancipada ante el ego cartesiano impuesto en la modernidad colonial, la importancia de escuchar los saberes de los pueblos originarios y de sus espiritualidades anarquistas.
La vocera del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio, Marichuy, insistió –como hizo durante la caravana que recorrió 27 estados del país– en la idea de que la organización contra los embates del capitalismo debe nacer del mismo gozo y orden con que los pueblos se ponen de acuerdo para las fiestas. La fiesta en nuestros pueblos no es sino una irrupción colectiva en la realidad. La fiesta de los pueblos es también una revuelta. Para quienes asistimos a esta convocatoria, lo hicimos con ese mismo espíritu de una militancia del gozo. Este conversatorio-semillero convocado por las y los zapatistas no fue sino una gran fiesta. Y ahora, ante la proximidad de la larga noche que se acerca, “falta lo que falta”.