EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ser niños y ser ciudadanos

Abelardo Martín M.

Abril 21, 2020

 

El escritor y exministro de Cultura de Francia, Regis Debray explica, claramente, la importancia de que quienes viven en un país tengan conductas responsables con la familia (la célula básica), la sociedad y la República (con mayúscula) como la expresión más objetiva de la Patria (también con mayúscula).
Todos los países del mundo atraviesan una de las más graves e intensas experiencias de su historia, no únicamente por el esfuerzo que implica la paralización de casi todas las actividades sociales, sino por el ejercicio de control, disciplina y colaboración personal, familiar y social.
La pandemia del coronavirus ha logrado detener la velocidad y la actividad a la que iba la humanidad entera, pero a la vez dio un balde de agua helada a quienes creían que esta carrera era imparable, excluyendo a quienes se rezagaran o estuvieran afuera del modelo económico-político-cultural.
Debray señala la diferencia qué hay entre quienes son “habitantes” respecto de quienes son “ciudadanos”. En efecto, el escritor y filósofo explica que la formación y operación de la sociedad radica en el papel (y la responsabilidad) asumida por los ciudadanos, a quienes ubica como habitantes mayores de edad que aprovechan sus privilegios, pero sobre todo ejercen, practican y defienden las obligaciones que conlleva.
La casa, el hogar, la familia adquirieron su genuino papel en la sociedad, si en ella ocurren cambios, con seguridad tendrán definitivos cambios en el conglomerado social, lo que será para bien.
Mientras tanto, avanza el contagio del nuevo coronavirus que ha hecho estragos en el mundo, y se calcula que lo peor de la pandemia está por ocurrir en México entre la primera y la segunda semana de mayo.
En Guerrero, por lo pronto, hay una docena de defunciones y más de ciento veinte casos confirmados, en una tendencia al alza a la que no se le ve pronto freno. Menos aún, porque el comportamiento social es diverso y errático.
Justamente en los lugares de mayor incidencia, como Acapulco y demás centros turísticos, así como en Chilpancingo, la capital, la gente simplemente “no cree” en la existencia o la peligrosidad del virus, e intenta continuar con sus actividades cotidianas, como si nada ocurriera.
En las principales ciudades, los negocios establecidos hacen caso omiso de la disposición de cerrar en todos los giros que no sean esenciales, en particular bares, gimnasios, tiendas de ropa y accesorios, y otros que evidentemente no son de primera necesidad. Los más vulnerables, los ambulantes, contra los que se emplea la fuerza pública, protestan por lo que consideran una arbitrariedad que atenta contra su subsistencia.
De manera contrastante, municipios y comunidades pequeñas y relativamente aisladas, donde inclusive aún no se ha hecho presente la infección, inexplicablemente sí adoptan las recomendaciones oficiales e intentan blindarse a su manera, extreman las medidas de precaución, y bloquean sus caminos de acceso para impedir que algún extraño lleve a sus pueblos el temido virus.
En medio de la pandemia, los líderes políticos aprovechan para hacerse presentes. La alcaldesa de Acapulco distribuye despensas para aliviar las necesidades de los más pobres, aunque ése y otros repartos por parte de diversas figuras partidarias son vistos como estrategias de posicionamiento rumbo a la campaña para la elección del próximo gobernador, a la que le falta más de un año, pero en torno a la cual ya hay una encarnizada lucha entre quienes sienten que tienen la oportunidad de hacerse de la candidatura de su partido, primero, y después de la gubernatura.
Más a fondo de las veleidades políticas, el estado se aproxima a una grave situación económica, toda vez que una de sus mejores temporadas, la de Semana Santa, tuvo que cancelarse, una vez iniciadas las medidas de mitigación de la propagación viral; se cerró igualmente la llegada a los puertos guerrerenses de cruceros internacionales, y no queda claro a estas alturas si las playas y los centros de esparcimiento podrán ser reabiertos para las vacaciones de verano.
Esto tiene un grave impacto en el turismo, que es la principal actividad de Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo, Taxco y otras poblaciones menores de las costas guerrerenses.
En general, buena parte del estado se beneficia de la actividad de los visitantes, y su cese perjudica en alguna medida a todas las regiones de la entidad.
Mientras la epidemia golpeará en diversa medida la geografía de Guerrero, la caída económica se sentirá de manera generalizada, pese a la resistencia de pequeños comerciantes por avenirse a las disposiciones oficiales.
Entretanto, la que no cede es la violencia criminal. Luego de varios meses con una tendencia a la baja, en marzo, pese a que fue entonces cuando empezó la contingencia sanitaria por el coronavirus, el número de asesinatos se elevó a 94, once más que en febrero.
Entre el daño sanitario real y el pánico por la epidemia, la caída económica y el repunte de la violencia criminal, el futuro inmediato del estado ha vuelto a ensombrecerse.
En ese escenario es que, como apuntamos, empiezan a tener lugar las apariciones de quienes aspiran a la gubernatura para intentar posicionarse en su pretensión.
No la tendrá fácil ninguno, porque, aunque en los plazos tradicionales ya no falta mucho, lo que ocurra en las próximas semanas y meses es impredecible. En ese maremoto podrían hundirse los liderazgos que hoy parecen más sobresalientes, y surgir o fortalecerse otros y lo mejor es ser testigo vivo y activo de todo esto.