EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Sesenta días

Arturo Martínez Núñez

Febrero 05, 2019

Se cumplieron los dos primeros meses del gobierno de la República que encabeza Andrés Manuel Lo?pez Obrador.
Sesenta vertiginosos días en donde el presidente de la nación se mantiene en la punta de la ola y la oposición no acaba de entender su papel.
Durante este tiempo, aún con los errores propios del principiante y de la falta de experiencia en el ejercicio del poder por parte de algunos colaboradores de AMLO, hemos atestiguado a un gobierno cercano a la gente y a sus problemas. Un gobierno alejado de la pompa y el ceremonial imperial. Un gobierno austero y republicano; sencillo y humano.
Por el contrario, la oposición no termina de entender su posición estratégica. El PRI deambula tambaleante sin liderazgo, sin rumbo y sin estrategia. El PAN continúa su guerra fratricida e intenta reactivar viejas artimañas que no le funcionaron en el pasado como intentar asociar a Lo?pez Obrador con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Al mismo tiempo, Margarita Zavala y Felipe Calderón llaman a la fundación de un nuevo partido político que competirá por el mismo electorado que Acción Nacional.
El PRD se desgaja a cada vuelta que da igual que la rueda ponchada de un trailer en movimiento. La peor estrategia es intentar ser la oposición de Andrés Manuel. Las pocas bases que aún permanecen fieles, repudian estas prácticas. Sólo una parte de la dirigencia parece empeñada a aferrarse al poco poder que aún conserva. En Guerrero sus dirigentes no son capaces de ponerse de acuerdo en nombrar una dirigencia colectiva pero juegan con la idea suicida de una alianza con el PRI y con MC. Parece que no entendieron que aliarse al PAN en la pasada elección fue una de las principales causas de los pobres resultados electorales.
Solamente Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco postulado por MC y Javier Duarte de Chihuahua, postulado por el PAN, se presentan hoy como opciones reales opositoras a López Obrador.
Los medios de comunicación parecen también desconcertados sin decidir qué papel jugarán. Algunos se preparan para dar la batalla opositora y otros, la mayoría, creen que pueden jugar un pulso contra López Obrador en búsqueda de los millonarios contratos publicitarios.
Los intelectuales y la opinocracia tradicional critican al nuevo régimen desde sus disminuidos púlpitos y nichos específicos sin causar daño alguno ni incidir de manera alguna en el grueso de la población. Hablan y escriben para ellos y entre ellos. Debaten entre ellos, se retuitean y dan “like” entre ellos. Al grueso de la población le tiene sin cuidado lo que opinen a favor o en contra aquellos que siempre han opinado a favor o en contra de los distintos gobiernos.
La verdadera batalla no está en el aire sino en la tierra. Y es precisamente en ese gran ejército de tierra en donde López Obrador construyó y ahora ensancha su enorme base social de apoyo.
Una vez terminados los censos para poder comenzar a dispersar los apoyos sociales, la mayoría de los mexicanos comenzará a sentir en sus bolsillos un cambio que no se había vivido en generaciones. Es ahí donde la oposición se encontrará aún más desconcertada ante la imposibilidad de hacer frente al gobierno de la República.
Si los críticos oficiosos del nuevo régimen no alcanzan a comprender la profundidad de los cambios que se avecinan, carecerán de instrumentos para realizar una oposición como la que necesita México.
Atacar de frente a López Obrador es hundirse en arenas movedizas; el editorial de un periódico o una declaración en Twitter resultan ineficaces ante la verdadera arena política que es el territorio.
En 60 días Andrés Manuel ha demostrado y mostrado su estilo personal de gobernar. Los colaboradores que no comprendan ni estén a la altura se quedarán en el camino. Los opositores que no definan su papel estratégico quedarán reducidos a mero testimonio.