EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

LA POLÍTICA ES ASÍ

Sin rebelión no hay cambio cultural

Ángel Aguirre Rivero

Octubre 02, 2020

He tenido oportunidad de leer algunos textos donde poetas de las nuevas generaciones marcan diferencias con sus antecesores, lo cual es comprensible, no podríamos imaginar un cambio cultural sin libertad creativa; no podríamos atestiguar creación sin rebelión.
La defensa que hacen de sí mismos y de la mirada de su tiempo, legitima a los jóvenes poetas, pero no descalifica a sus antecesores.
“El poema es una posibilidad abierta a todos los hombres, cualquiera que sea su temperamento, su ánimo o su disposición”, escribe Octavio Paz en El arco y la lira.
Cada generación enfrenta un gran suceso que irremediablemente transforma las formas sociales.
Y siempre será tiempo de que el mundo vuelva a cambiar. Los jóvenes se volverán viejos y los que lleguen continuarán con el ciclo de describirnos lo que ven, sienten y piensan.
Sin embargo, no creo que sea bueno romper con los poetas del pasado, mucho menos olvidarlos.
Estoy a favor de una visión que reconcilie, comprender que cada quien se expresa acorde a las circunstancias que le tocan vivir, con o sin rima, pero con ritmo y contundencia.
Los poetas describen la vida a través de metáforas, narran los cataclismos que han cimbrado y transformado la historia y sus palabras fluyen como un río incontenible.
Reconozco el aporte de las nuevas generaciones. Algunos llegaron de fuera para convertirse en guerrerenses por adopción, nos enriquecieron y detonaron el cambio cultural, como Isaías Alanís y Jeremías Maquines; otros, guerrerenses como Julio Zenón; Citlali Guerrero, Antonio Salinas.
En esta nueva propuesta poética Florencio Salazar Adame y José Castillo Quesada tienen su propio espacio. La lista no termina, son muchos más, por fortuna.
Por eso, me he propuesto seleccionar los mejores poemas de la nueva generación y entreverarlos con los clásicos como Rubén Mora Gutiérrez.
Soy afecto a la generación de Manuel S. Leyva Martínez, Rubén Mora Gutiérrez y Juan García Jiménez, aunque los califiquen como “una generación fantasmal”, “conservadores”, “costumbristas”, y “de folclor artesanal”.
Y es que si rompemos con nuestro pasado, tendríamos que empezar por olvidar al rey poeta Netzahualcóyotl, quien gobernó durante 40 años el valle de México a través de la Triple alianza: Texcoco, Tenochtitlán y Tacuba; construyó palacios, el acueducto, redactó leyes y legó bellos poemas, algunos con tintes proféticos: Ya se disponen aquí nuestros tambores, / ya hago bailar a águilas y jaguares / ya estás aquí en pie, Flor del Canto / yo busco cantos, son nuestra dicha.
O aceptar que don Rubén Mora no tuvo gran influencia, reconocimiento y que no hace vibrar los corazones con su poema Canto Criollo, dedicado a la Feria de Chilpancingo y que se convirtió en un himno que es recitado una y otra vez con orgullo, privilegio que pocos, muy pocos poetas pueden presumir.
¡Feria de luz y alegría! / Morena feria de amor, / morena por tu color, / morena porque eres mía. / De tu boca de sandía / voy a beberme el sabor, / que me matan de calor / tus ojos de mediodía.
Cuando todo esto pase, cuando la angustia y el distanciamiento generados por esta pandemia sean sólo cosas del pasado podremos volver hacia atrás con sólo hojear las obras que de esto surjan.
Es de lamentar el naufragio del encuentro de escritores El sur existe, a pesar de todo, una experiencia que debería ser retomada por nuestras autoridades para acompañar al Festival del Libro y la Palabra Acapulco en su Tinta que impulsa la Secretaría de Cultura estatal.
Hoy es tiempo para crear. En esta etapa de confinamiento por la epidemia, es oportunidad para que nuestros poetas, todos: baby boomers, millenials, generación X,Y; novatos y consagrados, miren hacia su interior para hacer un esfuerzo creativo auspiciados por los gobiernos.
Cada generación tiene sus momentos de gloria y sus tragedias. Cada generación tiene sus procesos de cambio y sus voces. Es importante reconocerlos, apoyarlos, alentarlos… Y que el guerrerense deje plena constancia de su paso por esta vida.

Del anecdotario

Quiso ser militar para complacer a nuestro padre, su vocación no era esa… Al segundo año en el Heróico Colegio Militar decidió renunciar para hacer lo que había deseado: ser libre como los pájaros y se fue a refugiar algunos años a su Costa Chica, a su Ometepec.
Trabajó y aró la tierra y sembró lo que alguna vez había soñado, se movía en su camionetita vieja que en la defensa delantera rezaba: “Che, comandante amigo”, y en la parte trasera “El Lobo Estepario” como una muestra de admiración por el guerrillero más grande que ha parido el mundo: Ernesto Che Guevara, a uno de sus hijos lo llamó Ernesto y admiraba a Herman Hesse, con quien compartía sus sueños y visiones.
Hablo de mi hermano Jesús Aguirre Utrilla, y lo digo con letras mayúsculas MI HERMANO. Algunos se preguntarán por qué no lleva el apellido Rivero como yo… Porque su madre fue una mujer esforzada y trabajadora: doña Carmelita. Sin embargo, a mi madre María Dolores también la vio como fue: una madre.
Se conocieron muy pequeños con mi hermano Rafael en la primaria, alguien les dijo que eran hermanos y empezaron a amarse fraternalmente.
Alguno de esos días Rafael invitó a nuestra casa a Jesús y mi madre lo recibió como un hijo más. La nobleza de Rafael le llevó a pedirle a mis padres que Jesús se quedara a vivir con nosotros y así sucedió.
Lo recuerdo cuando yo era niño con su barba tupida, su don en el uso de la palabra y su gran atractivo físico al que pocas mujeres se resistían.
Un día decidió regresar a la ciudad de México a concluir su carrera de abogado en la UNAM. Hoy goza de ser uno de los notarios más honestos y destacados de México y de Guerrero.
Su vena literaria la trae desde siempre. Les comparto uno de los poemas más hermosos que ha escrito en su devenir bohemio.

Centauro

Mi corazón es Pegaso, / que suda, piafa y relincha / y no soporta la cincha / rebelde tiene su paso
Es más bien potro salvaje, / con sus cascos corta rocas / y en sus estampidas locas / se desboca de coraje
Hipocampo quizás sea / de litorales y riscos / corcel marino y arisco / y de creciente marea.
Ni hipocampo ni pegaso, / tampoco potro de alzada / ni de crines agitadas, / es Centauro, en todo caso
Cuando mira el cielo raso, / bulle en él la desbocada / correr marisma y cerros / con manifiesto desdén / al sumiso palafrén, / y a los ladridos de perros

La vida es así…