EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Siri Hustvedt, el matiz del pasado en la autoficción

Federico Vite

Julio 26, 2022

En la película La notte (1961), de Michelangelo Antonioni, el personaje principal es un escritor, Giovanni Pontano, que durante una fiesta nocturna, coqueta y jovial conversa con un millonario, quien le pregunta con cierta banalidad sobre sus ideas al momento de escribir. Para sorpresa de los presentes, Pontano responde lo siguiente: “Yo no soy un escritor de buenas ideas, ni siquiera tengo ideas, solo buena memoria”. Traigo a cuento esta frase de Pontano porque en este negocio no hay nada nuevo, pero sí variantes en el ejercicio de la memoria. Por ejemplo, la novela Memories of the future (USA, Simon & Schuster Paperbacks, 2019, 318 páginas), de Siri Hustvedt, autora estadunidense que poco a poco ha ganado un espacio en el público hispanoamericano. Su nombre, después de haber obtenido el premio Princesa de Asturias en 2019, es mencionado con frecuencia entre lectores de México. El jurado, integrado por escritores e investigadores de reconocido prestigio en el ámbito de la literatura en español, señaló que la obra de Hustvedt es una de las más ambiciosas del panorama actual de las letras. “Incide en algunos de los aspectos que dibujan un presente convulso y desconcertante, desde una perspectiva de raíz feminista. Y lo hace desde la ficción y el ensayo, como una intelectual preocupada por las cuestiones fundamentales de la ética contemporánea. Traducida a más de treinta idiomas, contribuye con su obra al diálogo interdisciplinario entre las humanidades y las ciencias”, señala el acta del premio.
Memories of the future aborda la historia del primer año de vida de una joven del medio oeste estadunidense en Nueva York. Vive el final de la década de los 70 y, en especial, se concentra en la creación de una novela. “Me di doce meses para concluirla”. Al personaje S.H., voz narrativa y protagonista de la novela, le obsesiona una de sus vecinas que se comporta de manera inusual: Lucy Brite. La escucha a través de las delgadas paredes de un edificio viejo. S.H., también conocida como Minnesota, escribe en un cuaderno los extraños y cada vez más ominosos monólogos estridentes de Lucy; también anota otras aventuras, bastantes reflexiones y pensamientos lúdicos relacionados con la elección del héroe de su primera novela. Durante la madrugada de una noche extraña, Lucy irrumpe en el apartamento de S.H. Eso modifica el rumbo de la historia y permite un contrapunto con el presente del libro.
Cuarenta años después, S.H., ahora una autora veterana, descubre su viejo diario y el borrador de una novela inconclusa mientras traslada a su madre de una institución mental a otra. Yuxtapone los textos para construir el relato de una persona en distintos planos; el pasado remoto y el presente, un presente, sobre todo, caracterizado por la falta de emoción que tenía S.H. en las primeras anotaciones del diario.
Minnesota compara lo que recuerda con lo que escribió en 1978 y 1979. El resultado es un diálogo que modifica necesariamente el presente. Es un proyecto meticuloso y conmovedor. Memories of the future reúne temas fundamentales en el trabajo de Siri: la falibilidad de la memoria, la violencia patriarcal, así como un vago atisbo a la cordura y a la locura, un buceo entre los límites de la normalidad. Este caldo de cultivo encamina el diario de una adolescente, hacina los registros de un relato de indagación psicológica, a la vez conduce el relato por los senderos de la Bildungsroman (novela de aprendizaje) y hace hincapié en la experiencia de ser mujer en el otoñal Nueva York de 1978.
No sobra decir que en muchos momentos la autora describe aspectos que, matizados por la consciencia del presente, adquieren el rostro de una denuncia. Son un rechazo enérgico al abuso masculino, a la molesta invasión del cuerpo femenino; es decir, detalla escenas de la vida cotidiana de los años 70 del reciente siglo pasado en las que un hombre podía tocar la espalda o la cintura de un muchacha, aún sin conocerla, sin que ese hecho fuera mal visto. Aunque los personajes, transcribo la cita, vivieran esa experiencia como un martirio: “Algunas veces la memoria es un cuchillo. Leo las páginas de mi vieja libreta en el cuarto de huéspedes de la casa de retiro después de un día de bolsas de basura y cajas, y los chillidos de los paquetes envueltos con cinta adhesiva; riéndome con Kari después de ver nuestros dibujos tempranos, nosotras hicimos un escrutinio para identificar características –es tuyo, yo sé que es tuyo. Yo nunca dibujaría la nariz de un perro como ése– de esos momentos. Yo había puesto la libreta cara abajo sobre la mesa de noche atrás de mí, y observé el escritorio con sus paneles barnizados que habían sido hechos para parecer un roble, pero no eran de roble y la manzana de cera dentro de un cuenco que estaba encima para que yo lo recogiera. Cuando yo encontré las palabras: ‘Aaron cruza la mesa y me sujeta la muñeca’ comencé a temblar. No quiero decir de manera figurada. Mis manos se sacudían cuando leía. ¿Qué hace que ese idiota piense que él tenía derecho de sujetarme la muñeca? Y yo, o ella (fácil de decir ella), ¿por qué ella protegió los sentimientos tan delicados de alguien cuyas formas intimidatorias y descripciones mordaces de las prácticas de una tribu de Nueva Guinea se consideraban actos hostiles? En lugar de arrancarle la muñeca a ese pomposo idiota, y ladrarle, sale corriendo y una vez en la calle no puede comprender por qué se siente herida”. Recuerda, con ese gesto, un abuso que se fue fraguando a partir de ese hecho. “Él debería mantener sus malditas manos fuera de mí, sin mi permiso manifiesto”, finaliza el párrafo.
O este otro ejemplo: “Yo fui irguiéndome por las miradas ubicuas que pertenecían no a un hombre en particular sino a muchos, quienes me acompañaban calle abajo, y recordaba todas esas miradas sobre mi cuerpo en movimiento, que habían tenido el efecto de poner rígidos mis miembros, porque yo daba un simple paseo y fue como si entrara a una presentación involuntaria, y fingí sordera cuando explotaron los comentarios obscenos: ‘¡Pinche vagina malvada, sucia, repugnante perra!’”.
El otro ámbito de la novela es la relación entre S.H. y su madre, una mujer que se encamina a la senectud sin tener en cuenta que algunos de los momentos más bellos e intensos de la vida simplemente dejarán de tener sentido. El olvido y la memoria son recursos de este proyecto, alimentan y tensan la trama, que a final de cuentas, es la escritura de un libro, amalgama diversos instantes vitales de una mujer que deja por escrito la complejidad de generar vínculos de respeto entre congéneres y, especialmente, denuncia a hombres que sin motivo alguno la agredieron sólo porque era una mujer joven, blanca y guapa que deseaba a toda costa convertirse en escritora.
Memories of the future fusiona el pasado con el presente. Entre e-mails, monólogos, páginas de un diario y dibujos que ilustran algunos de los capítulos, la autora encapsula el tiempo, que aunque perdido, es capaz de enriquecer el presente y modificarlo. Es una sutil labor de autoficción que revitaliza los recursos que ya había mostrado muy bien Gertrude Stein en Autobiografía de Alice B. Toklas (1933), un género maleable y poderoso.