Abelardo Martín M.
Septiembre 21, 2021
El sismo del pasado 7 de septiembre dejó una estela de daños que por fortuna son mayormente materiales y podrán recuperarse con trabajo, recursos y toda la solidaridad que el fenómeno telúrico provocó en el espíritu y en los sentimientos de los guerrerenses. En los últimos tiempos, Guerrero ha sufrido embates de diversos flagelos, aparentemente los más destacados la pandemia del Covid-19 y ahora el temblor que sacudió al estado.
Sin embargo, ya los guerrerenses han padecido la incapacidad de gobiernos chiquitos, incapaces no solamente de enfrentar las adversidades, sino que han caído en la corrupción, la cerrazón y no han podido lograr que el estado disminuya los rezagos, el atraso y surjan mejores oportunidades para todos, con base en servicios de salud, educación a la altura de lo que la Constitución garantiza para todos.
Hoy Guerrero vive un parteaguas, una oportunidad en los que la unidad, el dolor de la impotencia ante el embate de la naturaleza y el espíritu y enjundia de salir adelante, cueste lo que cueste, están a flor de piel. El nuevo gobierno que encabeza Evelyn Salgado, tiene frente a sí misma lo que se llama “bono democrático”, desperdiciado casi siempre por la soberbia con que inician la gran mayoría de los gobernantes. Los cambios tendrían que hacerse lo más pronto posible para que la corriente social tome el curso que marquen los nuevos funcionarios estatales, más allá de afanes puramente electorales o de reconocimiento individual y público.
Este espíritu de solidaridad coincide, como una suma positiva, con los sentimientos conmemorativos de la independencia en los que los valores patrios ocupan un lugar destacado. Todo ello enmarca la llegada del nuevo gobierno. A todo esto, se añadió, en los últimos días, la Sexta Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la CELAC, tuvo lugar en Palacio Nacional, convocada por el gobierno de México, que la preside desde el año pasado. Congregó a la inmensa mayoría de los gobiernos de la región, y logró la unanimidad en un documento de 44 puntos que resumen los objetivos y aspiraciones de los pueblos de la región, muestra de la voluntad de los gobiernos de ubicar y trabajar sobre los temas que generan unidad, pese a las diferencias naturales políticas e ideológicas, algunas de las cuales también afloraron en la cumbre.
Para el presidente Andrés Manuel López Obrador en lo personal, se ha tratado de una iniciativa de elemental congruencia, luego de que hace un par de meses, al celebrar el aniversario del natalicio de Simón Bolívar, su discurso se enfocó en la necesidad de la unidad y la integración latinoamericana y en un llamado al gobierno norteamericano a modificar su política respecto al continente.
Antes de la Cumbre se celebraron en México las fiestas patrias, a las que asistió como invitado de honor el presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, quien luego permaneció en nuestro país para participar en la CELAC. En sus palabras de bienvenida al abrir la Cumbre, López Obrador hizo hincapié en tres aspectos que consideró fundamentales para las relaciones al interior de América Latina y frente al resto del mundo. El primero, la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, la cooperación para el desarrollo y la ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación.
El segundo, construir un acuerdo continental con Estados Unidos y Canadá para fortalecer el mercado interno, que en la actualidad es deficitario con Europa y Asia.
Finalmente, que la integración productiva regional requiere contar con el componente de inversión para el bienestar, bajo el criterio de que el progreso sin justicia es retroceso.
En lo político, la sola presencia de los presidentes de Cuba y Venezuela fue noticia mundial, y al interior de la reunión generó alguna fricción.
Lo cierto es que el presidente López Obrador se colocó de golpe como un líder internacional, con un proyecto integracionista con justicia y democracia.
Los asistentes a la Cumbre apoyaron entre otros puntos esenciales la preocupación por el cambio climático, y apoyaron la composición de un plan de autosuficiencia sanitaria ante la pandemia.
Pero no sólo se estableció una sinergia regional; llama la atención la solidaridad de la República Popular China, cuyo gobierno estuvo atento desde el otro lado del planeta al desarrollo de la reunión, y su Presidente intervino por medio de un video grabado para manifestar el apoyo chino a los esfuerzos regionales de cooperación.
En culminación de las efemérides celebratorias de nuestro país, hacia el fin de mes, el 27, se celebrará el bicentenario de la consumación de la Independencia nacional.
Como triste coincidencia, también se cumplirán entonces siete años de la noche en que desaparecieron en Iguala 43 normalistas de Ayotzinapa. Este año, el preámbulo ha vuelto a ser trágico, al fallecer dos estudiantes de esa normal en un accidente del autobús en que regresaban de Acapulco luego de una manifestación con motivo del citado aniversario luctuoso.
El actual gobierno federal ha mostrado una decidida voluntad de llegar al fondo de lo ocurrido en ese terrible ataque de 2014, pero no es mucho lo que se ha avanzado, debido a la maraña de intereses que protegen a los verdaderos culpables.
Sea en cada rincón del país, o en las grandes extensiones que componen el subcontinente de América Latina, los grandes pendientes que tenemos son la paz, la justicia y la superación de la desigualdad.