EL-SUR

Viernes 03 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Sombras, calor y ciudades

Octavio Klimek Alcaraz

Agosto 19, 2023

Conforme con los registros del Servicio Meteorológico Nacional, la temperatura media nacional del mes de julio fue de 27.6 grados, valor 2.9 grados por arriba de la normal climatológica 1991-2020. Así, con los registros históricos, julio de 2023 se colocó como el julio más cálido, además de ser el mes más cálido comparado con cualquier otro mes del registro. El registro máximo de temperatura en el país fue de 51.1 °C y se registró el día 19 de julio en la estación Mexicali, Baja California. (https://smn.conagua.gob.mx/tools/DATA/Climatolog%C3%ADa/Diagn%C3%B3stico%20Atmosf%C3%A9rico/Reporte%20del%20Clima%20en%20M%C3%A9xico/RC-Julio23.pdf).
Estas altas temperaturas se agravan en las ciudades donde el calor del concreto en las calles y la ausencia de vegetación produce el efecto de las islas de calor, que elevan aún más las temperaturas respecto a las áreas circundantes. Para protegerse, la gente se refugia en las sombras de la ciudad, dado que el diferencial de temperatura es menor, incluso pueden cambiar los hábitos de vida, ya que muchas actividades se trasladan a horas nocturnas cuando la temperatura se reduce.
Todas las ciudades y municipios de México, sin excepción, se enfrentan o enfrentarán a desafíos similares de aumento de frecuencia de temperaturas extremas como los de Mexicali. En especial, las temperaturas extremas pueden ser peligrosas, especialmente para los residentes mayores. El calor y la deshidratación exacerban los problemas de salud existentes y pueden provocar la muerte. Posiblemente en México existe todavía un subregistro de cuánta gente ha muerto por el aumento de la frecuencia de las temperaturas extremas. Pero por ejemplo, en países desarrollados, como son los europeos, según un estudio publicado recientemente, unas 62 mil personas murieron a causa del calor en Europa en 2022 (https://www.nature.com/articles/s41591-023-02419-z).
Sin embargo, las olas de calor de hoy son sólo un anticipo del clima futuro. La mayoría de las ciudades mexicanas aún no están preparados para ello. Presupongo que serán escasas las ciudades del país que cuentan con un plan de protección contra el calor o una estrategia de adaptación climática operando en los hechos.
En la revista Nature, los científicos solicitan en un artículo a los planificadores urbanos que hagan de la creación de zonas de sombra el centro de su planificación. En igualdad de condiciones, los estudios han encontrado que la carga neta de calor en climas secos, templados y tropicales en todo el mundo es de 20 a 40 grados centígrados menos en la sombra, que en las áreas cercanas expuestas al sol. Se necesita una “infraestructura en la sombra”, escribe el equipo dirigido por el urbanista V. Kelly Turner, de la Universidad de California en Los Ángeles (https://www.nature.com/articles/d41586-023-02311-3).
Sin embargo, Kelly y colaboradores señalan que las comunidades marginadas y de bajos ingresos tienden a ser las más afectadas, porque con frecuencia viven en las zonas urbanas más calurosas y carecen de los recursos, como aire acondicionado, para hacer frente a la situación. Ejemplifican que, en un estudio de 2019, de 25 ciudades de todo el mundo, desde Berlín hasta Buenos Aires, se encontró que las áreas cálidas generalmente se concentraban en los vecindarios más pobres, en gran parte debido a la falta de dosel de árboles. Según el American Forests Tree Equity Score, un indicador nacional de las disparidades en la distribución de los árboles urbanos, los vecindarios más pobres de Estados Unidos tienen un 41 por ciento menos de árboles que los más ricos, y las personas de color suelen vivir en áreas que tienen un tercio menos de sombra que las áreas donde la mayoría de los residentes son blancos. Habría que estudiar si este patrón es similar para las ciudades mexicanas.
Limitar la exposición al sol a través de la sombra es una de las formas más eficientes y rentables de reducir los riesgos para la salud relacionados con el calor al aire libre. La sombra es fácil de crear utilizando árboles, edificios, marquesinas, velas de sombra, toldos y paredes, pero con frecuencia se pasa por alto en la planificación urbana y las estrategias de mitigación del cambio climático. Muchas ciudades carecen de sombra en las aceras, en las paradas de transporte público, fuera de los lugares de trabajo y en las áreas de juego de las escuelas. Los denominados “desiertos de sombra” urbanos, son lugares que carecen de la sombra necesaria para reducir la carga de calor y proteger la salud humana al aire libre, son parte de la experiencia vivida por las comunidades de bajos ingresos y exacerban las disparidades de calor y salud.
Para hacer frente a este desafío, las ciudades deben gestionar y mejorar la infraestructura que proporciona sombra, al igual que lo hacen con la energía o el transporte. Los académicos y los gobiernos deben adoptar mejores medidas de la carga de calor humano causada por la luz solar directa, evaluar la distribución de la sombra y planificar y evaluar intervenciones que reduzcan esa carga de manera efectiva. Deben asegurarse que esta infraestructura reduzca las desigualdades en lugar de exacerbarlas. Cada ciudad debe planificar para tener más sombra, y los científicos deben apoyar esos esfuerzos.
De hecho, se sabe desde hace mucho tiempo que las ciudades en particular tienden a sobrecalentarse. La forma en que las superficies de agua, los parques, los techos verdes y el suministro de aire del área circundante tienen un efecto refrescante ha sido durante mucho tiempo parte del conocimiento básico de los urbanistas.
Sin embargo, hasta la fecha, se le ha dado poca consideración a esto porque otras necesidades se consideran más importantes. Los espacios verdes están mal mantenidos o de plano transformados en muchos lugares, por ejemplo, cuando las autoridades los consideran un espacio subutilizado y lo destinan para otros usos públicos, como la colocación de monumentos.
Los gobiernos, en especial los locales, no deben dejar al azar qué tan bien se preparan para los próximos periodos de calor. Sus programas de adaptación al cambio climático deben dar respuestas eficaces a la crisis del calor. En países europeos se tienen propuestas económicas en términos presupuestales, como el designar y publicitar cuartos fríos en bibliotecas, almacenes o edificios de iglesias como “cuartos de protección contra el calor”, también conocidos como “refugios de enfriamiento”. Se puede acordar que las personas pueden obtener agua potable y llenar botellas de agua en todas partes.
Tales medidas mitigan el riesgo para los habitantes de la ciudad. Sin embargo, se debe atender las causas fundamentales de los problemas de calor urbano. Entre otras medidas a impulsar a nivel nacional pueden ser: promover más techos verdes, caminos verdes, nuevos parques hasta la creación o revitalización de cuerpos de agua y humedales casi naturales. Otro ejemplo, la Agencia Espacial Europea ofrece en el llamado programa Ecostress imágenes de calor para ayudar a los municipios con su planificación para reducir el calor. Así, las imágenes señalan térmicamente dónde las ciudades se están calentando más, es decir, dónde es más urgente reducir temperaturas a través de acciones urbanísticas.
En Europa, por ejemplo, como primer paso en la planificación del calor, los especialistas en salud no solo exigen una remodelación urbana rápida más amable con la gente, sino una atención práctica para los ancianos que viven en sus propios hogares. Se debe asegurar que las personas en peligro sean conocidas y que alguien las contacte dos veces al día durante una ola de calor y, si es necesario, se les lleve a un lugar fresco. La protección intensa de la salud de las personas en riesgo y un urbanismo más ecológico deben ser parte integral de un plan efectivo de protección contra el calor para las ciudades.
Los árboles se consideran un arma universal en la lucha contra las olas de calor, y con razón. Funcionan como refrigeradores naturales. El número de árboles en las ciudades debe de aumentar y no disminuir. Las nuevas áreas verdes deben surgir, y no deben existir la reducción de áreas verdes como premisa, así sea un metro cuadrado. Para ello, se requieren inventarios de arbolado urbano permanentes al respecto.
Muchas ciudades del mundo han declarado la guerra a las calles y plazas sin sombras de árboles. Están reverdeciendo calles frente a las escuelas, convirtiendo los parques infantiles en “oasis” protegiéndolos de la luz solar directa. Esto es urgente hacer igual en México.
Pero no basta con árboles y arbustos, dado que crecen lentamente, además cuidarlos se vuelve cada vez más complejo debido al aumento del calor y la sequía. Se requiere rediseñar las ciudades para den más sombra, usando toda la gama de fuentes de sombra.
En arquitectura, por ejemplo, se diseñan nuevas técnicas de sombreado: estructuras artificiales como toldos, pérgolas, velas de sombra hasta túneles. Posiblemente sin tales innovaciones, el espacio público en muchas ciudades podría volverse intransitable.
Asimismo, se está buscando normar para que cada proyecto de construcción cumpla con los requisitos de protección contra el calor, biodiversidad y uso eficiente del agua. En los actuales proyectos de construcción, cada propietario puede elegir fachadas que no dan sombra y por tanto calientan el área circundante o convierten su suelo en una fuente de calor como un jardín de grava o un estacionamiento sin árboles suficientes al aire libre. Los nuevos diseños de proyectos deben orientarse a enfriar el medio ambiente cuando hace calor, capturar agua durante las lluvias intensas y almacenarlo para los periodos secos, además de fomentar la biodiversidad urbana.
Es peligroso seguir ignorando las advertencias del cambio climático, se requiere promover la protección preventiva contra el calor. Muchos responsables políticos aún no han entendido que ya no pueden excusarse si mueren personas en su área de responsabilidad a causa del calor o la gente padece en las calles sin sombra.