Héctor Manuel Popoca Boone
Enero 06, 2005
Que eliminemos el terrorismo en el mundo, sobre todo el terrorismo de Estado que practica Bush.
Que una vez por todas nos decidamos a resolver el problema de los alzados de Chiapas.
Que la política de transición se vuelva más una bendición creativa y no una maldición paralizante.
Que los gobernantes se dediquen a gobernar y no utilicen la barandilla ministerial para disputarse el poder.
Que la redistribución del poder entre los poderes institucionales establecidos, a propósito de las controversias constitucionales, no derive en la anulación de los mismos.
Que los partidos políticos y quienes los integran, como organismos de interés público, sean más honestos, transparentes y congruentes consigo mismos y para los demás.
Que nuestra desgastada clase política vea más por México y su pueblo; y no tanto por sus intereses y conveniencias particulares.
Que desaparezcan todo tipo de mafias, corrientes, tribus, sectas, facciones, caciques y gamonales al interior de los partidos políticos, sindicatos y en la UAG.
Que las próximas elecciones en Guerrero se realicen en un clima de paz, ecuanimidad y civilidad. Sin mayor conflicto real, ficticio o provocado. Que enero sea el mes de las propuestas y no de las reyertas.
Que los políticos ya no sean tan proclives a aparecer en la nota roja de los periódicos o de los tele-noticieros; y si quieren seguir cometiendo tantos desvaríos, mejor se vayan hacer telenovelas.
Que la ley y los jueces estén al servicio de la justicia y no del poder político o del dinero.
Que la diversidad y la pluralidad florezcan al mirarnos y reconocernos, con aceptación y respeto.
Que en la globalización quedemos insertados y no ensartados.
Que ya no sigamos, con fervor fundamentalista, la doctrina neoliberal que enriquece a pocos y empobrece a muchos.
Que tengamos ya (hoy, hoy, hoy) verdadero crecimiento económico con equidad. Más empleo permanente y dinero bien ganado en los bolsillos de todos los mexicanos.
Que nuestros paisanos, allende el Bravo, encuentren en su tierra patria y con su familia, trabajo digno y decoroso.
Que el salario mínimo no sea de hambre y los productos agropecuarios tengan precio remunerador.
Que los políticos y empresarios nacionales ya no depositen su dinero en el extranjero y mejor lo inviertan en México.
Que si legalizan los casinos también legalicen la marihuana.
Que tengamos más disciplina y cultura del trabajo, con menos propensión a la hamaca.
Que de una vez por todas volvamos los ojos y nuestra atención al campo mexicano.
Que cuidemos el agua, no siendo tan depredadores de la biodiversidad y contaminantes de nuestros ríos y lagunas.
Que el maremoto ocurrido nos haga reflexionar sobre la insignificancia del poderío humano frente a las fuerzas desatadas de la naturaleza.
Que si queremos un México renovado, empecemos a ser ciudadanos de nuevo tipo.
Que seamos más éticos y menos etílicos.
Que disminuyamos nuestra fama internacional de corruptos, transas, simuladores y demagogos.
Que la televisión deje de ser la caja idiota por excelencia del núcleo familiar.
Que se haga realidad el ciclo escolar de 200 días de trabajo educativo efectivo.
Que a través de la paternidad responsable, bajemos el número de matrimonios precoces, de madres solteras y de embarazos no deseados.
Que seamos menos machos, nos miremos más a través del prisma de la equidad de género e impere la paz en la vida cotidiana intra-familiar.
Que nos obliguemos a que todos los niños gocen de una infancia feliz.
Que de fiestas, pachangas y puentes vacacionales moderemos nuestras ansias e ímpetus.
Que desaparezcan de la faz de nuestro país los homicidios, secuestros y asaltos; así como aquellos policías que los encubren.
Que como dijo René Juárez Cisneros, sigamos haciendo obra grande y duradera, porque grande y duradero es el pueblo de Guerrero.
Que sigamos teniendo la visión y la convicción de los soñadores, para que inspiremos en los demás el ánimo, la energía y el poder de hacer realidad nuestros sueños.
Que sigamos asumiendo los éxitos como caballeros y damas generosos y enfrentemos los errores y fracasos como hombres y mujeres responsables.
Que sigamos siendo seres humanos exitosos y triunfadores, no tanto por lo que sabemos y hacemos, sino por lo que estamos dispuestos a aprender y emular de los demás.