EL-SUR

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Guerrero, México

Opinión

AGENDA CIUDADANA

Tarea que ni Hércules tuvo

Lorenzo Meyer

Febrero 03, 2020

Entre las razones de ser del Estado está la construcción y preservación de la paz interna. En México, ahora, esa es una tarea que ni Hércules hubiera podido cumplir.
Desde hace mucho los gobiernos fallaron en procurar que el Estado cumpliera con su papel de guardián efectivo de la seguridad. Una combinación de gran corrupción e ineficacia institucional llevaron a que no se evitara que la inseguridad y la violencia criminal llegaran al nivel actual. El tiempo perdido está pasando factura: casi un cuarto de millón de homicidios entre 2006 y 2018 y alrededor de 60 mil desaparecidos.
En 2018 los partidos políticos que auparon a los responsables de nuestra actual tragedia perdieron el control del sistema. Sin embargo, quienes les sustituyeron y hoy intentan llevar a cabo un cambio de régimen y una transformación social, se han topado con un problema monumental: la estructura institucional no sólo esta maltrecha en grado extremo, sino que en aspectos clave para recuperar la seguridad, está francamente contrahecha. Hay que rehabilitar desde los sistemas de inteligencia y policía, hasta la estructura que debiera procurar la justicia pero que sigue empeñada en lo contrario, sin olvidar la debilidad fiscal que impide contar con mayores recursos. Por otro lado, una buena parte de la sociedad, harta de los fracasos pasados, demanda resultados inmediatos en materia de seguridad pero que son imposibles.
Una organización internacional no gubernamental que monitorea conflictos armados –la Armed Conflict Location and Event Data Proyect (ACLED)– sostiene que la política del pasado, embarcada en descabezar a las grandes organizaciones criminales, no llevó al debilitamiento de éstas sino a su fragmentación: hoy operan en México y se disputan territorios al menos 37 organizaciones criminales, algunas de la cuales han logrado dar la apariencia de mayor capacidad que las fuerzas armadas, como sucedió en Culiacán en 2019. En cualquier caso, ACLED considera que el país enfrenta “un mercado criminal crecientemente complejo, fragmentado y multipolar” y supone que en el corto plazo la violencia puede aumentar e incluso adquirir el carácter de insurgencia, ().
Pese a diagnóstico y pronóstico tan pesimistas, el presidente y su secretario de Seguridad sostienen que, con la política anticorrupción y la entrada en acción de una nueva institución –la Guardia Nacional–, podrían lograr en este campo resultados positivos en el corto plazo.
El libro que Ricardo Raphael acaba de publicar, Hijo de la guerra (Seix Barral, 2019, 441 pp.) viene al caso. Con entrevistas sistemáticas al (posible) Zeta 9 en el penal de Chiconautla, el autor hace no sólo el retrato de un criminal profesional sino de todo el entorno que lo hizo posible y lo muy difícil que va a resultar para cualquier gobierno recuperar la seguridad perdida.
Adentrarnos, de la mano de Ricardo Raphael, en el mundo de un miembro original del violento grupo de Los Zetas es, también, explorar la naturaleza y características de su organización y la de su contraparte: el aparato de seguridad del Estado, y encontrar que tiene zonas de corrupción total, donde la información –elemento insustituible para las tareas de inteligencia– lo mismo puede ser verdadera que falsa y donde el elemento humano falla con tal frecuencia que eso ya no sorprende y donde la desconfianza es tan natural como el respirar.
Los Zetas originales fueron elementos seleccionados de las fuerzas armadas, especializados en el Fuerte Hood, en Texas, y luego, al sacarlos del ejército, asignarlos a la Procuraduría y situarlos en Tamaulipas, lo que se logró fue darles todos los incentivos para que terminaran en “el otro lado de la ley”, a las órdenes de Osiel Cárdenas y le sirvieran como lo que ya eran: eficientes y extraordinariamente brutales máquinas de terror y que formaron una de las más exitosas empresas criminales de México. Los Zetas originales ya no existen, pero sus sucesores, al decir de Guadalupe Correa-Cabrera –una académica de la Universidad George Mason– hoy dirigen una exitosa y diversificada organización criminal internacional (Los Zetas Inc., Temas de Hoy, 2018).
Recuperar la seguridad en México es una tarea urgente pero más difícil que cualquiera de las encomendadas a Hércules. Quienes en esta etapa la han emprendido deben de hacerlo porque ya no hay alternativa para el país, pero la sociedad debe entender la magnitud de tal empresa.

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