EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Temporada de huracanes

Abelardo Martín M.

Mayo 31, 2022

Al inicio de la próxima semana dará comienzo, conforme a lo programado, la VI Cumbre de las Américas, convocada por el gobierno de Estados Unidos para realizarse en la ciudad de Los Ángeles.
Lejos están los tiempos de la última década del siglo XX, cuando tras la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del campo socialista, el Presidente estadunidense Bill Clinton tuvo la iniciativa de organizar el primero de estos encuentros, en la ciudad de Miami, en 1994.
En su momento, el objetivo fue muy simple: posicionar a Estados Unidos como la potencia triunfante de la Guerra Fría y refrendar su dominio mundial, para empezar en el continente americano, bajo la bandera del fortalecimiento de la democracia y el libre mercado.
En las siguientes reuniones, particularmente las que han tenido lugar a medida que avanza el siglo XXI, el disenso sobre algunos temas se ha convertido en un fenómeno recurrente.
Uno de ellos, la posición norteamericana de marginar a Cuba, hizo crisis en la cumbre que tuvo lugar en Cartagena de Indias, Colombia, hace justamente un decenio. En aquel entonces Rafael Correa, presidente de Ecuador, anuncio su ausencia de la reunión en protesta por la exclusión de la isla caribeña.
Hoy, el sueño de convertir el continente en una zona de libre mercado está abandonado, el narcotráfico es visto desde posiciones encontradas que no han podido conciliarse al pasar de los años y de las reuniones, y la democracia, objetivo primario, es un tema utilizado por el gobierno esta vez anfitrión, para impedir que algunos países asistan a la VI Cumbre: Cuba, Venezuela, Nicaragua.
Ahora, es el Presidente de México quien ha condicionado su asistencia a que sean considerados todos los gobiernos del continente. La moneda está en el aire, porque las invitaciones ya han circulado, pero la oficina del presidente Joe Biden no le ha contestado a Andrés Manuel López Obrador su requerimiento específico.
Debilitado por una serie de factores, entre ellos la fuerza del trumpismo y la derecha norteamericana, el mandatario parece atrapado ante la perspectiva de llevar a cabo una cumbre desinflada, entre naciones excluidas y otras ausentes por razones de solidaridad, o ceder a la presión de su vecino del sur y desatar internamente los demonios que conspiran para derrotarlo en la próximo elección presidencial.
No se ve cómo, además, Biden podría tender la mano a líderes que en algunos casos tienen abiertas causas penales en territorio estadunidense. En cualquier escenario, obtener consensos en la región se ha vuelto cada vez más complicado.
En el plano interno, los próximos días también serán de definiciones políticas. El próximo fin de semana tendremos elecciones que si bien no abarcan todo el territorio nacional ni a la mayoría de la población, sí inciden en regiones importantes y en la conformación del mapa del país.
Los estados de Tamaulipas, Durango, Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo elegirán gobernadores, además de alcaldes y congresos locales. Sus resultados, junto con los que se obtengan el año próximo, en que se renovaran las gubernaturas de Coahuila y el estado de México, definirán la alineación de fuerzas con la que llegaremos a la elección presidencial de 2024. Por ello este proceso electoral a punto de culminar llama la atención de todo el país.
En Guerrero, de manera más inmediata, nos enfrentamos a la temporada de huracanes. El primero, que ya se ha alargado por años, es el huracán de la violencia y la presencia cada vez más asfixiante del crimen organizado en muchas regiones del estado, situación que se agudiza por la inacción, la connivencia e incluso la complicidad de las autoridades, lo cual ha sido muchas veces denunciado.
Otros huracanes están en puerta. Agatha, el que está a punto de internarse en tierras oaxaqueñas y guerrerenses mientras escribimos estas líneas, frente al cual los gobiernos estatales y municipales han anunciado que tomaron ya las previsiones del caso.
Esperemos que los daños del meteoro no sean tantos, y que por el contrario la derrama de abundantes lluvias beneficie a las actividades agropecuarias, y al caudal de ríos y presas no sólo en nuestros estados, sino en más amplias regiones.
Ido el huracán, lo demás quedará y habrá que atenderlo. Nadie puede resignarse a la violencia endémica y a la delincuencia como referente de la vida cotidiana.
De todos estos temas tendremos nuevas reflexiones en nuestra próxima entrega.