EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Temporada estetoscópica

Ana Cecilia Terrazas

Mayo 16, 2020

AMERIZAJE

 

Ya pasó casi medio año de una manera distinta de vivir en este mundo.
En este período las certezas con más fuerza se escabullen y las estabilidades tartamudean apuntando hacia casi todos los terrenos y ramas del conocimiento –ya en filosofía, economía, sociología, educación, medio ambiente, política…– dando pie, necesariamente, a explicar lo que pasa desde otros puntos de apoyo.
Poner atención implica indefectiblemente escuchar, no hablar. Esta época es contexto idóneo para la escucha atenta y no desde la pasividad. Estar a la escucha es acción, es gerundio, es movimiento y será vanguardia. Dos estampas antes de continuar:
Visualicemos primero a un ser querido. Su espalda está descubierta. Una doctora o doctor, con estetoscopio de por medio, escucha con atención gracias a este instrumento lo que ocurre en los pulmones de su paciente. Así sabe, porque lo escucha, cómo está su salud, su perspectiva de vida; si está enfermo, más o menos bien o completamente sano.
Otra escena. Recordemos a manera de fotografía de un álbum que sólo sea nuestro y sonoro, alguna ocasión en la que, pegando directamente nuestra oreja al pecho de alguien más, escuchamos el latir de su corazón. Sin demasiado rollo, en ese momento estábamos conectados a esa otra persona de manera inenarrable.
En ambos casos esa acción de estar a la escucha vincula, conecta, re-elabora, y relata la comunicación humana desde el sonido, el sonido emanado de otra persona resonando en mí.
Dice Donovan Hernández Castellanos –un joven mexicano inteligente, profesor de filosofía– que hoy toca el turno a escuchar la respiración del otro.
Lo resume con base en una entrevista publicada al filósofo camerunés Achilles Mbembe, a fines de marzo de este año en la que se explaya sobre su dicho “este es un virus que afecta nuestra capacidad de respirar”. (1)
La humanidad entera teniendo literalmente que ser escuchada, persona por persona, paciente por paciente, en su capacidad pulmonar, en el ritmo de su respiración, es el ejemplo concreto de lo que el historiador inglés de medios de comunicación David Hendy refirió en Ruido. Una historia humana del sonido y la escucha, aludiendo al compositor John Cage:
“Si abrimos nuestros oídos a sonidos que generalmente pasan desapercibidos […] empezamos a reconectarnos con todo un abanico de experiencias humanas previamente desatendidas…”. (2).
Ahora bien, la entrada al conocimiento por la puerta del oído no es algo nuevo, pero sí su teorización desde la filosofía crítica. Dice el filósofo Jean Luc Nancy, en su bellísimo ensayo A la escucha, algo así como que la verdad en lugar de verse debería oírse. Lo expone a partir de pensarnos como sujetos-diapasones en donde sucede el acontecimiento de la resonancia que da origen a lo que hay que conocer, escuchar, oír.
Para Nancy esa resonancia que ocurre en la persona provoca que ésta sea doblemente afectada, tanto para ser ex-hibida como para ser in-terpretada fuera de las estructuras de la cultura y del lenguaje. (3)
Armo también esta columna con la pasión que tiene por la producción sonora una académica de la Universidad de Sussex, Kate Lacey. Ella sugiere para esta época –lo vislumbró desde 2016– “recolocar y discutir las implicaciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas de estar en el mundo en y a través del sonido”. (4)
Lacey ha sido una impulsora del “capital sonoro”, porque asegura no puede postergarse más el que seamos escuchas atentos, profundos, con discernimiento, con la mayor consciencia posible.
Todo esto no es más que la versión acústica de la ética del Otro tan estudiada por Emmanuel Lévinas. Este encuentro ético levinasiano, tan reconocido y muchas veces citado por su hermosura y verdad, está más vigente que nunca.
Los ensayos, desvíos y errores que enmarcan las acciones, noticias, declaraciones o simples charlas en torno de esta pandemia, enfatizan una temporada no tan corta de callar fuerte, decir poco, escuchar mucho.
Lo más sensato, además, será escuchar al otro, a la otra, a la otredad literal y metafóricamente. Deberemos ir leyendo esa verdad sonora, en sus voces, necesidades, cuerpos, tonos, timbres y frecuencias. Es verano estetoscópico y habrá que oír cómo anda la respiración ajena.

(1)

Achille Mbembe: “La pandemia democratiza el poder de matar”

(2)
https://exchange.prx.org/series/33248-noise-a-human-history

(3)
Jean-Luc Nancy, A la escucha, Traduc. Horacio Pons, primera ed., Buenos Aires, Argentina, Amorrortu, 2007, 96 pp.

(4)
Kate Lacey, “Auditory Capital, Media Publics and the Sounding Arts”, en Marcel Cobussen, Vincent Meelberg y Barry Truax (eds.), p. 218.

@anterrazas