EL-SUR

Martes 30 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Tener miedo

Florencio Salazar

Octubre 16, 2023

Solo hay que tenerle
temor al miedo.
Winston Churchill.

Según un principio periodístico las buenas noticias no son noticias. Las noticias rondan como moscas: molestan por incómodas unas, trágicas otras. Dice Juan-Paul Sartre: “Si existe, entre nosotros, o en cualquier otro país, cualquier forma de opresión racial o económica, consideramos responsable a todo aquel que no lo denuncia. Y si actualmente, con tantos medios de comunicación y de información entre las naciones, se comete alguna injusticia, en cualquier lugar de la tierra, nosotros mismos empezamos a participar de la responsabilidad de esa injusticia”. El filósofo francés no deja vía de escape: de las injusticias de nuestro tiempo somos corresponsables.
La sociedad sólo es posible en la convivencia, en el respeto que nos merecemos unos y otros. Esa es la esencia de la civilización y contra ella pugna la violencia. A pesar del extraordinario desarrollo tecnológico, la sociedad global se vuelve más primitiva. Cuando Sartre habló de los tantos medios de información y comunicación, en la primera sesión de la UNESCO en 1946, no tenía idea de las plataformas digitales y de los algoritmos.
Se viralizó el asesinato de una adolescente por una compañera, mientras otros jóvenes filmaban la golpiza en una escuela de la Cdmx; asesinan a seis jóvenes mujeres en Celaya; a cinco los obligan a matarse unos a otros en Los Altos de Jalisco; el Tribunal de La Haya ordena la detención del presidente de Rusia Vladimir Putin por crímenes de guerra en Ucrania; Donald Trump declara que puede ser detenido y recibe una alud de apoyos del Partido Republicano, sin importar los graves delitos que se le imputan; se reúnen los líderes de Corea del Sur y Japón ante la amenaza nuclear de Corea del Norte. Ante el terrorismo de Hamas, Israel exige la salida perentoria de la población civil de Gaza, que son millones e igualmente víctimas. Hoy, minuto por minuto, estamos enterados de lo que ocurre en cualquier parte del mundo.
Parece un contrasentido que la información esté acabando con el asombro al hacer del horror parte de la vida cotidiana Desde lo próximo hasta lo lejano, vemos pasar los días con sobresalto y decidimos hacernos los desentendidos. La realidad es que nuestra sociedad tiene miedo. Se ha perdido la tranquilidad para llegar tarde a casa, prácticamente se han cancelado las salidas nocturnas y se evita usar vehículos del servicio público. Hemos estrechado nuestra libertad.
Afirma el filósofo español José Antonio Marina que el miedo es una emoción paralizante, pero también de alerta. Por el miedo se puede perecer o sobrevivir. El miedo personal es una manifestación principalmente psicológica; en lo social el conflicto individual se potencia con lo externo. Por el miedo, el cobarde acaba con el valiente, pero también se somete a los violentos. El poder destructivo es brutal porque acaba con lo único irreparable, la vida.
Cuando el Estado se niega a ejercer el monopolio de la violencia abandona a la población a su suerte. Son visibles las variables de su descomposición: Estado indolente, desinteresado en el cumplimiento de su deber; Estado ineficiente, incapaz de cumplir su misión; Estado corrupto, violador de la ley; y Estado fallido, todo lo anterior. El temor generalizado podría provocar que la población se abrazara a un gobierno autoritario como tabla de salvación. Tabla que, en rigor, sería la muestra elocuente del naufragio.
Pocos motivos tenemos para ser optimistas y, sin embargo, debemos serlo. Como dice la sabiduría popular: la esperanza muere al último.