EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Todos en México somos un poco ladrones: Obregón

Anituy Rebolledo Ayerdi

Diciembre 03, 2020

 

Política y corrupción

La idea que hermana a la política con la corrupción es de muy antigua data e irá más allá al formar parte de la ideología de la clase dominante. El ex presidente Emilio Portes Gil decía al respecto que cada gobierno mexicano –municipal, estatal o federal–, termina invariablemente con una nueva “comalada de millonarios”.
La corrupción como ideología –permeando todas las clases sociales– se hace evidente en el consenso que la hace perfectamente normal, correcta, usual, habitual, muy nuestra y familiar; en contraposición con la honradez tenida casi como una virtud teologal. Hoy los estudiosos le han puesto colores a la corrupción. La blanca se refiere a prácticas no reconocidas necesariamente como corruptas, en tanto que la negra todos están de acuerdo en estigmatizarla.
El honrado es el pendejo mientras que el corrupto es el fregón, el vivo, el abusado. El idealista es humillado en esta complaciente reversión de valores por el realista, el chingón o chinguetas. Carlos Hank González, dueño de un gran imperio económico a partir de la política, elaboró una definición tan cínica como actual:
“Un político pobre es un pobre político”.

Corrupción, inequidad, injusticia

El doctor Alejandro Chanona Burguete abunda en su ensayo Ética y Política (5/7 /2005):
“El trastocamiento de los valores que pervierten a una sociedad cuando la corrupción, la inequidad y la injusticia son referente obligado para aludir a la clase política, tiene consecuencias devastadoras. Noventa años son una eternidad para dejar sembrado en el inconsciente social la idea de que actuar sin ética es una característica inherente a la política; de que obrar mal sí paga. El marco ético se relaja, los gobernantes deciden por encima de las leyes y normas, la sociedad se resigna o participa en las contrahechuras del antiguo modo de gobernar hasta hacerse costumbre”.

El Hijo del Ahuizote

Porfirio Díaz fue siempre alérgico a la prensa independiente, un persecutor implacable de sus críticos. Creará por ello un sistema mercenario de medios y periodistas. No obstante, el periódico El Hijo del Ahuizote (“perro de agua”) le dio la batalla de 1885 a 1909.
El gobernador porfirista de Guerrero, coronel Antonio Mercenario (1897-1901), se querella por calumnias contra el periódico El Hijo del Ahuizote. Acusa ante el Ministerio Público al director y a los redactores de la columna Ahuizotadas. Párrafos describiendo pálidamente el carácter corrupto y represor del gobierno guerrerense.
Una vez que el juez estima comprobado el cuerpo del delito, ordena la clausura del taller donde se imprime el periódico, lo mismo que la aprehensión de su director, don Remigio Mateos, y el jefe de redacción Alfonso Cabrera. Los sentencia más tarde a 2 años con 9 meses de prisión imponiéndoles, además, una multa de mil pesos o cien días más de cárcel. Por si ello fuera poco, y luego de una visita del gobernador Mercenario, el juez infame hará un añadido ominoso a las sentencias de Mateos y Cabrera: ¡la prohibición de leer y escribir en la cárcel!
A propósito de aquella aberración jurídica, don Luis Cabrera lanzará mucho más tarde un severo “Yo acuso” a la venalidad del periodismo al servicio del dictador. En el fustiga al periódico El Imparcial afirmando: “Es público y notorio, y se ha repetido en miles y miles de artículos impresos, que Rafael Reyes Espíndola, su director, recibe un subsidio no menor de 50 mil pesos cada mes”.

Padrinos

La Revolución Mexicana –afirma Pablo González Casanova– hereda del antiguo régimen muchas instituciones políticas tradicionales y entre ella la de los padrinos, los valedores, los tatas, los compadritos y los coyotes, todos influyentes y poderosos. Nombres que corresponden a los estereotipos del buen y mal gestor.
Buen o mal gestor –añade quien fue rector de la UNAM– es el intermediario que siempre se beneficia políticamente, aprovechando su gestión para fines más o menos lucrativos. Representa el intermediario una pieza de la corrupción en movimiento. Su situación de privilegio resulta efectiva para que los ciudadanos apadrinados por ellos obtengan algunas prestaciones. Sin embargo, estas prestaciones benefician a las clases bajas –los más exigentes con sus propios padrinos o líderes y el gobierno– no así las clases marginales, más pacientes y síquicamente menos o nada peligrosas.

Líderes

Los líderes han dejado de pertenecer a la clase obrera: ahora casi todos son millonarios. De allí que anden proclamando a gritos que ha cesado la lucha de clases. Renato Leduc

Obregón con Blasco Ibañez

Álvaro Obregón le pone precio a la Revolución Mexicana cuando acepta que el poder de los generales no resiste “cañonazos” de 50 mil pesos –él, el primero–. La tasa tan cara que sólo disfrutarán de ella los más listos y no las masas depauperadas que la habían hecho posible el movimiento.
El propio Manco de Celaya se erigirá, entre veras y bromas, en el prototipo de la gandallez nacional. La confiará en una entrevista con Vicente Blasco Ibáñez, escritor, novelista y político español, a través de las peripecias de su miembro cercenado.
–Usted debe saber –le cuenta Obregón al autor de La Barraca y Sangre y Arena– que perdí en una batalla el brazo que me falta. Me lo arrebató un proyectil de artillería que estalló cerca de mí cuando estaba hablando con mis ayudantes. Después de hacerme la primera curación, mi gente se preocupó por buscar mi brazo por el suelo. Exploraron en todas direcciones sin encontrar nada. ¿Dónde estaría mi mano con el brazo roto?, me preguntaba.
–¡Yo la encontraré!, se ofrece uno de mis ayudantes que me conoce bien. La mano vendrá solita y yo tengo el medio seguro para lograrlo, asegura convencido. Se saca del bolsillo un azteca de oro y lo levanta sobre su cabeza. De improviso, una especie de pájaro con cinco alas surge de un rincón para tomar ansiosa aquella moneda: ¡mi mano con el brazo roto!
–¡Oh, señor general!, usted no debe hacer caso de las murmuraciones, de las calumnias –responde el escritor hispano cuando el general Álvaro Obregón se duele que se le acuse de ladrón.
–Soy ladrón, sí, señor, lo reconozco, pero es que en México todos somos un poco ladrones. Por lo demás, deberá tomar usted en cuenta que no tengo sino una mano, mientras que mis adversarios tienen dos. Por eso la gente me prefiere a mí, pues no puedo robar tanto como los otros.
Blasco Ibáñez formulará más tarde un alegato demoledor contra el militarismo mexicano. Lo hará fuera del alcance de la única garra del general Quince uñas, por supuesto.

CROM, su significado

Cómo Roba Oro Morones (Luis Napoleón , el líder de la central obrera).
Morones lee las siglas al revés:
Más Oro Roba Calles (el presidente de la República).

La mordida

El lenguaje críptico creado alrededor de la corrupción –similar al caló del hampa– perderá toda su reserva al convertirse por la fuerza del uso en un habla cotidiana y colectiva. La propia palabra corromper captura en sus acepciones todas las variantes de su acción depredadora: echar a perder, pudrir, sobornar, entregar, viciar, molestar, fastidiar, oler mal…
La palabra clave de la corrupción es, no obstante, mordida. Pero más que un término gramatical es una vieja y venerada institución nacional a la que nadie o pocos escapan, según afirmaba el Manco de Celaya. Cuando se niega su existencia se le apostrofa o condena, pero siempre de dientes para afuera, porque es tan natural como respirar o comer.
El Diccionario de la Lengua Española mantuvo hace muchos años la referencia “unto de México” como sinónimo de mordida. El unto es la manteca producto de freír carne de cerdo y en este caso tiene la función de lubricar la maquinaria oficial. Untar la mano se dice aún en nuestros días cuando, billete en mano, alguien simula un saludo con cualquier servidor público. En el mismo sentido se utilizan moje, entre, caerse con su cuerno, caerse cadáver, pasar corriente, pasar a la báscula, “ai´ pa´ los chescos”. Y casi siempre será lo que sea su voluntad y su boca es medida.

Fiebre aftosa

El presidente Miguel Alemán emprende con Estados Unidos la Campaña México Americana para Erradicar la Fiebre Aftosa (CMAEFA) Siglas a las que el pueblo dará más tarde esta traducción: Como Miguel Alemán Estafó Fierros Americanos.

Dichos y refranes

Algunos dichos y refranes en torno al fenómeno que nos ocupa:

• Poderoso caballero es don dinero.
• Cuando se mueve el alcalde no se mueve en balde.
• Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
• ¿Le gustan los claveles o los clavelitos?
• No pido que me den sino que me pongan donde hay.
• Hay que ser puercos pero no tan trompudos.
• Todavía no es alcalde y ya quiere comer en balde.
• Todos muy honrados pero mi cobija no aparece.
• ¿Cuentas? ¡Me pusieron aquí para ayudarme!
• Honra y dinero no caminan por el mismo sendero.

Otras figuras del caló de la corrupción: gandalla, cochupo, topillo, carrancear, avanzar, transa, payola, etc. En el ámbito particular de los medios de comunicación se habla de “talis”, que no es la diosa griega de las letras sino simplemente la “lista”. También de chayote e iguala.

Aquí hay más:

* Ayúdame a ayudarte.
* Lo dejo a tu criterio.
* En arca abierta, el justo peca.
* No importa que roben, pero que salpiquen.
* La moral es un árbol que da moras.
* La condición hace al ladrón.
* Abierto el cajón hasta el más honrado es ladrón.
* En el año Hidalgo, pendejo el que deje algo.
* Año de Carranza si el de Hidalgo no te alcanza.
* ¡Honrado, sí! ¿Pero honrado, honrado, honrado? (sentencia del periodista Reemberto Valdez Ortega).

Impuesto sobre la renta
Epigrama de don Luis

Fue a famoso lupanar
un fiscal de mucha cuenta,
a fin de calificar
lo que había de pagar
de impuesto sobre la renta.
Y le dijo una beldad:
“Allí en sus datos concentre
que al fisco, por equidad,
le daremos la mitad
de todo lo que nos entre”

Gutiérrez Nájera

La corrupción ha sido también satirizada por los poetas. Manuel Gutiérrez Nájera (El Duque Job) colaboró en 40 periódicos con una veintena de seudónimos y el epigrama fue uno de sus fuertes. Una muestra:

El tesorero Espinosa
ha fabricado una casa
y así se explica la cosa:
la tesorería es escasa
y esta es casa de Espinosa.