EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Tres años: bamos vien

Eduardo Pérez Haro

Diciembre 01, 2015

Para Gloria Murillo.

Hace tres años Enrique Peña Nieto asumió la titularidad del Poder Ejecutivo nacional. Se cumple la mitad del régimen de gobierno en curso y no hay progresos que cuenten al lado de la continuidad de rezagos y el realce de retrocesos. Nada es igual que hace tres años, cierto, pero lo de hoy no es mejor sino al contrario. Como suele decir Vicente Granados, el que no avanza retrocede.
Hay quienes quisieran leer algunos avances en el afán de evitar el pesimismo como recurso defensivo contra la depresión o por simple afición zalamera (cultura de la conveniencia aspiracional). Hay quienes sabedores de la falta de resultados piden tiempo para dejar madurar las medidas (reformas estructurales) y a su amparo se tornan juiciosos y rijosos contra los inconformes recargando sus vituperios por algún acto desmedido de la CNTE o los anarquistas, pero en su mayoría, los mexicanos tienen una desilusión fundada en la falta de oportunidades de empleo y, en esa circunstancia, el encarecimiento de la vida, dirán que exagero o miento porque los indicadores del Inegi, que se explotan sin reservas por el discurso oficial, señalan abatimiento del nivel de desempleo, formalización del empleo y la tasa histórica de menor inflación…
…Y sin embargo, podemos reafirmar que el desempleo y el alto costo de la vida son los factores generales que están en el primer plano de las desilusiones y desesperanzas que minan a la población nacional de la ciudad y el campo. Los datos en que descansa el discurso oficial no revelan estratos y condiciones del empleo aludido con lo cual se oculta su verdadera y precaria significación; y la tasa de inflación se refiere a un promedio ponderado de más de trecientos productos y servicios pero que no son los que enfrenta el consumidor de escasos recursos y, lo que es peor, los precios no se ven presionados porque los bienes y servicios no tienen demanda efectiva (otra vez aunque digan que el consumo viene en aumento, ya haremos un artículo para demostrar la cavernosidad de esas aseveraciones), ya no digamos en alimentación sino en salud. Por ejemplo, ¿usted cree que los precios de los medicamentos y los servicios clínicos y hospitalarios no tienen incrementos? Usted, como yo, sabemos que gran parte de la población vive y sobrevive enferma sin asistencia médica ni tratamiento alguno que no vaya más allá de los remedios caseros.
Mas no sólo hay desilusión y desesperanza; hay también desaprobación e inconformidad por amplios segmentos de las poblaciones de base que para efectos prácticos no sólo se trata del sector popular sino de clases medias depauperadas y pequeños y medianos empresarios que no hacen parte de las preferencias gubernamentales, que tienen que asumir un fisco amenazante y además salirle al paso a la competencia de las grandes empresas nacionales y extranjeras, a lo que cabe agregar que la inconformidad no sólo es por la falta de resultados económicos, sino a la falsedad de declaraciones sobre la seguridad y la impunidad con la que se despliega el crimen organizado y la delincuencia común pues todo mexicano sabe que cuando se es víctima de una agresión o delito es mejor “apechugar” que involucrar a las fuerzas de seguridad y en general al Poder Judicial porque se traduce en un escalamiento del problema contra uno.
Entre los contenidos del mensaje de toma de posesión de la Presidencia de la República hace tres años había una expectativa y un compromiso de mejora en la economía y en la seguridad pública que a la distancia no sólo no se cumple sino se incumple que es lo mismo pero no es igual porque la economía de hoy es más débil en los hogares y en el agregado nacional que la que se recibió en 2012. Y las bases para imaginar su reencauzamiento y realce no están a la vista sino al contrario, dado que la gran apuesta que se levantó sobre la privatización del petróleo fue abandonada por los inversionistas nacionales y extranjeros porque los bajos precios del hidrocarburo tiraron por los suelos sus expectativas de negocios.
Una doble falla, pues en principio se pensó en deshacerse de un recurso estratégico sin ir a la par de un proceso de reindustrialización y desarrollo, simple y llanamente se supuso que vendrían grandes capitales al contar con permisibilidad y ventaja para entrar a la exploración, explotación y procesamiento de los hidrocarburos aunado al abaratamiento de la fuerza de trabajo (reforma laboral) pero no fue así. Ni siquiera lo alcanzará a ver Peña Nieto en el tiempo que le resta, pero insistimos, la falla no se reduce a su choque con precios bajos, sino a su pérdida dentro del acervo de los recursos del Estado para direccionar el desarrollo nacional y por la ausencia de un esquema de desarrollo basado en la generación de nuevos productos acordes a las exigencias de los nuevos patrones de consumo cifrados por la sustentabilidad y la salud.
De origen, la reforma energética era incorrecta peor aún cuando se estrella con la caída de los precios y no habiendo reforma energética ahora resulta que la reforma más importante es la educativa y Peña Nieto la relanza cambiando al tristemente célebre mexiquense Emilio Chuayffet para poner a uno de sus predilectos –Aurelio Nuño– quien asegura, con la presencia masiva de policías, la realización de evaluaciones del magisterio en una clara afrenta al verdadero sentido de una reforma de la educación.
Una reforma que no es eductiva porque no pasa por contenidos, ni condiciones de la infraestructura, cobertura y calidad de la educación, sino un claro acto represivo frente al magisterio disidente del corporativismo que desde hace cerca de cuarenta años inició la denuncia de la antidemocracia y corrupción del SNTE creado por los regímenes priístas.
Todos sabemos que no hay tal reforma educativa y que la apuesta es a que el futuro de la educación en México se erija sobre la base de la égida del sector privado a quienes no les suena mal como negocio en sí y hasta se disponen a echarle ganas y cambiar la currícula en favor del espíritu emprendedor que tanto ilusiona a la metodología individualista y pragmática del empresariado que en los actuales tiempos que se cobijan con la máxima neoliberal de procurar la menor intervención del Estado para dejar todo en manos del sector privado. Claro que al afirmar que se privatiza la educación no estamos aduciendo la venta de la SEP, faltaba más, ¡nadie la compraría! No, nada de eso, nos referimos a que la educación de los cuadros requeridos se hará por la educación privada que crece aceleradamente.
En fin tres años sin nada bueno, pues no sólo estamos en el balance sin resultados, sin avances de lo prometido y comprometido sino en la continuidad de rezagos y francos retrocesos, porque no sólo no mejora la economía sino que empeora y la inseguridad se acrecienta, una realidad tan de todos que ya resulta innecesario repetir pero que además se ha revestido de actos desmedidos de violencia coludida entre las fuerzas públicas del Estado y el crimen organizado. Y aunque el ex procurador desvele su cansancio y el mismo presidente su hartazgo con el ¡ya chole! tendremos que decir todas las veces que sea necesario ahí están Tlatlaya, y Ayotzinapa y la Casa Blanca en un lugar emblemático del régimen porque la lista de hechos siniestros es innumerable, usted lector que suele aproximarse a los diarios sabe bien que nadie exagera cuando se habla de hechos de corrupción o de violencia como un martirio de todos los días.
A menos de dos años de haber iniciado la administración, el actual régimen de gobierno perdió su perspectiva. Los crímenes de Iguala fueron el punto en el que se conjugó todo, Tlatlaya se recuperó como denuncia del juego sucio del ejército, la Casa Blanca exhibió los excesos del jefe supremo de las Fuerzas Armadas, Ayotzina-pa mismo fue revelación de colusiones y ocultamientos de hechos desmedidos y funestos, y por sí fuera poco la progresiva caída de los precios del petróleo vendría a desvanecer cualquier posibilidad de hilvanar las reformas a manera de estrategia de crecimiento económico. El régimen terminaba su aventura. Tempranamente y desprovisto de los recursos de la imaginación y la política, todo este año 2015 nos han dicho que México ya cambió, que está en movimiento y que todo es gracias a las reformas estructurales, en pocas palabras que Bamos Vien. Un discurso sin respaldo ni contenido, un discurso carente de ortografía, que nadie se compra.
Pero poco parece importar a un régimen tan petulante y vacío, pues sin rubor alguno se acomodó en las elecciones intermedias y se perfila a su refuerzo en el 2017 y su renovación en el 2018, pero ya se dio cuenta que le será menos fácil de lo que imaginó hace tres años pues sabe que la desilusión y la inconformidad buscarán refugio en Morena, el partido político de Andrés Manuel López Obrador. Nadie sabe para quién trabaja, pero no hay que quitarle el mérito que el propio presidente Peña Nieto tiene en este realce de un partido al que le habían dejado pasar porque no representaba ningún peligro para México pero que gracias a sus impericias, extravíos y abusos le ha creado una amplia base social que difícilmente le podrá quitar que no sea con argucias legaloides, compra de votos y adherencia de las instituciones electorales amén de otras trope-lías pues en el PRI no se ven márgenes de maniobra, en una perspectiva que pudiese moverse bajo otro código. Pero lo que pase ahí adentro del PRI lo veremos más adelante.
Lo cierto es que lo que resta al régimen peñanietista parece que será encauzado a ganar elecciones y poco muy poco dedicará a enderezar el rumbo de la nación porque sinceramente no hay de dónde agarrarse, uno más de los errores que habrá que sumar a las fallas del Presidente pero también al PRI como formación política con una gran responsabilidad por lo que a sus méritos de antaño hubiere lugar y por el contraste que ello guarda con respecto a sus insolvencias para repetirse en la conducción de un proyecto de nación que se desconfiguró al grado de oponerse a la nación.
Importante será que al tenor de un balance pálido y manchado de sangre, se procese una discusión amplia sobre las exigencias democráticas de todo régimen que aspire a rencauzar los contenidos y formas del desarrollo como una condición para reinscribir a México en la dinámica de reordenamiento glob@l. Ya no hay espacio para ensayos democráticos a medias como le viene sucediendo a los países del sur de nuestro continente y allende las fronteras porque el revés conservador y autoritario no se anda con cuentos.
El asunto de la democracia tiene que perfilarse como cuestión de fondo en la que se apoya el mediano y largo plazos, es preciso que las discusiones de años sobre las diferencias entre crecimiento y desarrollo a la luz de la sustentabilidad, los derechos individuales y la equidad de género, dejen atrás su condición marginal y discursiva y pasen a tomar carta de legitimación en la historia del presente siglo. No estamos poniendo a discusión el mercado vs democracia pero tampoco imaginamos democracia sin sociedades, ni suponemos representaciones sólidas por una expresión efímera y pagada en la emisión del voto con lo que no estamos hablando de simples desaseos o faltas , sino de vacíos democráticos que debilitan las posibilidades de gobierno máxime si asumimos la necesidad de poner a prueba vías que pasan por contravenir y reacomodar las relaciones con el mundo, especialmente con Estados Unidos.
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