EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Trump y el nuevo desorden internacional

Gaspard Estrada

Junio 13, 2018

El pasado fin de semana, los gobernantes de las siete principales economías del planeta, acompañados de los del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, se reunieron en Canadá en el marco del Grupo de los Siete, creado a mediados de los años 1970 a iniciativa del entonces presidente de Francia Valéry Giscard d’Estaing. En aquel momento político, la idea del entonces jefe de Estado francés era crear un encuentro regular entre jefes de Estado y de Gobierno de las principales economías del mundo occidental, en el cual primaran discusiones de carácter informal, en aras de generar mayor proximidad entre los dirigentes y así mejorar el proceso de toma de decisiones de estos líderes frente al bloque comunista. Después de una primera ampliación a Canadá e Italia a finales de los años 1970, el G-7 se transformó en el G-8, a raíz de la admisión de Rusia en este grupo selecto. Para ese entonces, la Unión Soviética ya se había dislocado. Durante poco más de una década, en los años 1990 y 2000, el G-8 constituía un verdadero centro de toma de decisiones a nivel global. Sin embargo, con la llegada de los países emergentes, representados por la creación del acrónimo BRICS por el ex economista en jefe del banco norteamericano Goldman Sachs, Jim O’Neill en 2001, el peso económico y la relevancia política de este grupo comenzó a disminuir. Hoy, por ejemplo, el producto interno bruto de India es superior al de Italia. Ante tales desequilibrios, la creación de un nuevo foro, más representativo de la correlación de fuerzas, terminó apareciendo después del estallido de la crisis financiera global de 2007-2008. Para ello se transformó lo que era una reunión técnica de ministros de hacienda y presidentes de bancos centrales, fundada en 1999, en una reunión anual de jefes de Estado y de Gobierno de las 20 principales economías del mundo, incluyendo a China, India, Brasil, Rusia, México y Argentina, entre otros. Desde entonces se ha intentado hacer de ese foro el eje de la resolución multilateral de las grandes problemáticas del mundo, junto con el G-7 (luego de la exclusión de Rusia, después de la anexión de Crimea), que fue preservado por los gobiernos occidentales como una manera de proteger su influencia y su espacio de poder.
La novedad política ligada a la llegada de Trump es que Estados Unidos, que había sido uno de los pilares de este orden internacional –en buena medida porque le era útil a sus intereses– está trabajando en contra de éste. A base de recriminaciones públicas vía Twitter, de cambios intempestivos de posicionamientos, y de falta total de sensibilidad política, Donald Trump está poniendo de cabeza el orden internacional construido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Su última ocurrencia, crear aranceles para sus aliados más cercanos como la Unión Europea, Canadá y México, ha generado sorpresa, molestia y preocupación, ante las graves consecuencias que esta medida podría tener si se prolonga en el tiempo. En efecto, cada uno de estos países ha tomado represalias contra Estados Unidos, que han sido proporcionales a las tomadas por Trump. El problema de fondo es que estas medidas pueden llevar a que el gobierno de Estados Unidos tome más medidas en contra de estos países, creando de esta manera una guerra comercial global. Es para evitar esta situación que se creó el GATT y más adelante la OMC, para generar un marco de diálogo multilateral sobre temas comerciales y así evitar este tipo de guerras.
Sin embargo, para Trump todo esto no tiene importancia. En su afán de satisfacer a su base electoral –y a su ego como presidente de Estados Unidos– está haciendo pedazos el orden internacional. Lo más paradójico de esto es que a final de cuentas, el país que podría verse más beneficiado por esta política sea China, que nunca ha apreciado el sistema multilateral de la postguerra donde se siente sub representado.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina (OPALC), con sede en Paris.

Twitter: @Gaspard_Estrada