EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Turismo

Arturo Martínez Núñez

Enero 26, 2021

El turismo debe de ser unos de los principales motores para el desarrollo económico de Guerrero. El turismo mexicano nació en Acapulco. Antes de Acapulco, los habitantes del altiplano no solían hacer viajes más allá de balnearios cercanos a la Ciudad de México como San José Purúa, Tequesquitengo, Tequisquiapan y otros por el estilo. Es a partir de la llegada al poder de Miguel Alemán cuando la Revolución Mexicana se bajó del caballo y se subió al Cadillac, que se comenzó a buscar el fomento del turismo como actividad económica.
Guerrero, Acapulco, se convirtió en un punto central en donde se daba cita el jet-set internacional, sobre todo a partir de los años 40 en que los destinos a los que solía acudir este tipo de visitantes, sobre todo en la Costa Azul francesa, estaban en crisis saliendo de la Segunda Guerra Mundial. Acapulco fue descubierto por los estadunidenses como un destino paradisíaco al que se podía arribar después de un viaje relativamente corto entre seis y ocho horas desde Los Ángeles en los albores de la aviación comercial moderna.
Celebridades como John Wayne, Johnny Weismüller y muchas otras fincaron en Acapulco sus residencias de descanso y fueron unos enamorados y grandes promotores del puerto
Acapulco creció de manera acelerada, sin planeación, sin orden y sin destino. Era tanto lo que se generaba y tan pocos los prestadores de servicios que el pastel alcanzaba para todos. Esto se mantuvo así durante muchas décadas en las que otros destinos planeados surgieron, sobretodo a partir de los 70 como Cancún y la Riviera Maya, Huatulco, Los Cabos, Manzanillo, Puerto Vallarta y el propio Ixtapa- Zihuatanejo, que se empezaron a convertir en alternativas para un Acapulco en donde parecía no terminar la bonanza donde a partir de los años 60 y 70, las discotecas y centros de diversión tuvieron su epicentro.
Parecía que la gallina de los huevos de oro era inagotable y que la prosperidad duraría para siempre. Pero como destino y negocio, a partir de los 90 Acapulco alcanzó su pico de crecimiento y comenzó una decadencia que coincidió con la madurez de los demás centros turísticos del país; así Acapulco se convirtió en un destino de la nostalgia, en un destino viejo, en un destino que dejó de estar de moda, en un destino al que los turistas extranjeros dejaron de tomar en cuenta.
Acapulco necesita modernizar sus servicios públicos, el transporte, la seguridad y sobre todo la infraestructura hotelera. La bahía de Acapulco y la de Puerto Marques son únicas en su belleza y su aptitud para el turismo y los deportes acuáticos. Si a esto le sumamos los sistemas lacustres de Tres Palos y de Coyuca de Benítez, podríamos tener una Riviera que nos permitiera tener desarrollos inmobiliarios alrededor, unidas a las bahías de Puerto Marques y Santa Lucía, haciendo unos dragados, uniendo las barras con las salidas al mar, todo esto en el marco de un análisis de impacto ambiental para garantizar que en la búsqueda del desarrollo no deterioremos el entorno.
Imaginemos desarrollos turísticos ecosustentables, imaginemos paseos por nuestras lagunas, visitas a la selva, imaginemos un estado que ponga toda su atención en preservar la naturaleza como su principal riqueza y como el principal atractivo para los visitantes. En Guerrero debemos de seguir el modelo de Costa Rica y vender el turismo sustentable y el ecoturismo como nuestra principal bandera.
Debemos de aprovechar también las condiciones y las vías de comunicación para, con seriedad, convertirnos en un punto para el turismo de salud. Es necesario hablar con los grandes grupos hospitalarios para que pongan hospitales de primera calidad o centros de recuperación en donde si por ejemplo un paciente con altas posibilidades económicas se hace una operación en el ABC de Santa Fe o en el Ángeles de Interlomas, lo pueda hacer con los mismos doctores y con la misma calidad, pero en un lugar con mejores condiciones para recuperar una mayor oxigenación como lo permite estar al nivel del mar.
Guerrero tiene un potencial turístico aún poco explotado, pero este nuevo desarrollo debe de hacerse de la mano de los ejidatarios y de los pequeños propietarios, nunca más desarrollos a espaldas del pueblo o en contra del pueblo. Eso pasó cuando se intentó construir la presa de La Parota, y los ejidatarios sintiéndose desplazados por la Comisión Federal de Electricidad iniciaron una lucha que a la postre significó el peor escenario, porque ni se construyó la presa ni hubo desarrollo para la margen izquierda del río Papagayo.
Guerrero es cultura, Guerrero son paisajes alucinantes, son los valles de la Tierra Caliente de la depresión del río Balsas y son las estribaciones del Filo Mayor en donde hay momentos en lo que uno está por encima de las nubes.
Guerrero, con sus vastos manglares y sus playas cálidas, ricas en biodiversidad y en fauna marina, tiene todo para ser una potencia turística. Lo que necesitamos es dejar de seguir viendo hacia el pasado, de seguir llorándole al Acapulco del ayer y al Guerrero del ayer y pensar en el Guerrero de mañana, en como queremos ver a Guerrero en 20, en 30 y en 50 años.
Esa es la tarea de todas y de todos, esa es la manera de recuperar el turismo.