EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Un comienzo con claroscuros

Héctor Manuel Popoca Boone

Julio 07, 2005

Entre tumbos, jalones y estirones, el gobierno de Zeferino Torreblanca va. Con aciertos y errores. Con certidumbres e incertidumbres. Con expectativas, realizaciones y decepciones.

Lo cierto es que tres meses de un nuevo gobierno no es tiempo suficiente para evaluarlo debidamente. Hay destellos de aquello que quiere llegar a ser y tropiezos en el intento de lograrlo. En este lapso de administración gubernamental lo distinguible es un ejercicio de claroscuros, más que de puntos negros o blancos solamente.

Una de sus fortalezas es haber desplazado al PRI del poder. El hartazgo ciudadano demandaba un cambio en el grupo gobernante, en el estilo de gobernar, en el discurso político y en la forma de atender las demandas del pueblo.

Estoy convencido que al nuevo gobierno lo mueven en la mayoría de sus acciones, la buena fe y propósitos loables. Pero se empañan, a la hora de ejecutarlos, por la falta de tacto, en la forma de realizarlos.

La mayoría del pueblo está de acuerdo que pongan orden, limpieza y transparencia en los programas gubernamentales. Pero excesos a la hora de las acciones o la tardanza en la toma de decisiones, provocan confusiones, desacuerdos o irritaciones innecesarias.

Aprobación generalizada es que hayan puesto un hasta aquí a los bloqueos de carreteras y de arterias urbanas. Negocio pingüe de algunos dirigentes sociales. A costa de los ciudadanos y con cargo al erario público.

Afortunadamente los procedimientos irregulares en las adquisiciones de bienes y servicios han sido enmendados. Bien por la racionalidad y disciplina presupuestal. Sin olvidar que el mérito en la administración pública no reside en el ahorrar sino en el gastar bien y a tiempo, en beneficio de la mayoría del pueblo.

Punto bueno es la depuración de las concesiones de transporte a la vista y con la participación de todos los interesados. Tiempo llegará en que prive la consigna de que la concesión es de quien la trabaje detrás del volante.

Hay consenso social para dignificar las relaciones entre gobierno y medios de comunicación masiva; así como con los practicantes de la comunicación social. Pero para eso no es menester que suspendan totalmente los convenios de publicidad con los medios. No es justo ni apropiado, máxime si existen ya certificaciones sociales de tiraje, calidad o incidencia.

Los medios cumplen tres tareas sociales muy importantes, entre otras: difundir la acción y obra gubernamental, son indicadores del pulso civil e instrumentos para concretar el derecho a la información.

Orear y poner orden en los desayunos escolares es acertado. Pero la forma errónea en que se dan a conocer las nuevas medidas provocan rechazo y repudio. Más por confusión y falta de información a la población, que por otra cosa.

Es correcto que limpien de aviadores y comisionados al sector público en general y al educativo en particular. Pero que se haga sobre la marcha sin despedir ni suspender salarios en forma generalizada; evitando así excesos y atropellos injustificados.

Es saludable que los legisladores locales se orienten más a legislar y no tanto a la concreción de la obra pública comunitaria. No deben proporcionárseles motivos para tergiversar sus funciones legislativas.

En México como en Guerrero, son tantos y frecuentes los hechos aislados de violencia, que todos vivimos aislados de la seguridad pública. Para colmo de males, el narcotráfico parece sentar sus reales en Acapulco y Zihuatanejo. Hechos violentos característicos, de tiempo acá, indican intentos de delimitar territorios adquiridos y doblegar autoridades.

En fin, el gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, por su talante personal, quiere hacer muchas cosas buenas. Sin embargo, cohesión, coherencia y espíritu de equipo aún no se ven en el gabinete ampliado. La novatez impera en algunas áreas. Algunos se pasan de lanza y otros son más papistas que el Papa.

No es fácil ser el director de una orquesta gubernativa heterogénea. A veces, pugnas internas soterradas, de intereses personales o de facciones, afloran más que la coordinación, concurrencia y cooperación en las tareas públicas.

Muchos de los problemas no los va a poder resolver el nuevo gobierno estatal si no busca con antelación, consensos y voluntades de muchos. Hace falta mayor comunicación y diálogo. Se requieren pactos y acuerdos con las mayorías para enfrentar los grandes y graves problemas estatales. Más vale convencer que imponer. Tampoco es fácil hacerlo en medio de inercias e intereses creados; sumamente enquistados.

Por último, sería saludable y harían un trabajo más productivo y eficaz algunos de los nuevos servidores públicos estatales, si estuvieran menos encandilados por la arrogancia intrínseca de ser los nuevos gobernantes y más apegados a sus responsabilidades públicas y políticas, de corto y mediano plazo.

Esperemos que nos les lleve demasiado tiempo remontar la curva del aprendizaje y consolidar las riendas. Sería imperdonable que desperdiciaran las ansias de cambio y el bono de gracia política que les ha concedido el pueblo elector guerrerense.