EL-SUR

Miércoles 08 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Un gobierno acorralado

Humberto Musacchio

Febrero 08, 2018

El gobernador panista de Chihuahua, Javier Corral, reclamó a la Federación 700 millones de pesos que le correspondían a la entidad y la respuesta de la Secretaría de Hacienda fue inaceptable, insolente e ineficaz, pues mediante la subsecretaria Vanessa Rubio quiso desentenderse de su obligación y endilgó duros calificativos al mandatario de la entidad norteña.
El escamoteo de recursos se debía a que, de acuerdo con la costumbre del priismo, Haciendo jinetea el dinero público –de los ciudadanos– para hacerlo llegar por debajo de la mesa a su partido, que siempre ha vivido del dinero legal e ilegal que le proporcionan los gobiernos, lo que se confirmó –aunque no hacía falta– mediante la confesión de un funcionario, por supuesto priista, que participa en esos enjuagues.
En otro momento y con otros actores, el asunto habría quedado en denuncia, réplica y berrinche sin que las cosas pasaran a mayores. Pero Javier Corral no es de los políticos que ante un portazo se den la media vuelta. Lejos de amedrentarse, decidió contraatacar, y lo hizo por múltiples vías: convocando a los chihuahuenses a realizar una marcha a la capital del país y movilizando a las fuerzas vivas panistas y propanistas, especialmente los empresarios, pues la falta de recursos económicos resulta inmovilizante para un gobierno estatal, pero los perjuicios se extienden al conjunto de la sociedad, pues se carece de capacidad para fomentar la actividad económica.
Se inició, pues, la marcha, y bandas de priistas trataron sin éxito de detenerla. Funcionarios del gobierno federal intentaban desanimar a los caminantes y al mismo tiempo pagaban una feroz campaña contra Corral y sus seguidores. Sin embargo, lejos de desalentar a los chihuahuenses, cada golpe que intentaban propinar el gobierno federal y su partido sólo servía para impulsar con mayor fuerza a los marchistas y a quienes se quedaron en Chihuahua.
Al ver que la fuerza de Corral crecía con cada ataque, en el círculo presidencial hubo alguien inteligente que propuso una modificación de fondo en la estrategia. Ese alguien fue Alfonso Navarrete Prida, que personalmente le hizo entrega a Corral no de 700, sino de 900 millones de pesos que desactivaron la protesta, pese a que la marcha llegó hasta la ciudad de México, de donde se regresó satisfecha a sus lares.
Se pretendió descalificar lo pactado porque las autoridades de Chihuahua no han sido capaces de esclarecer el asesinato de Miroslava Breach, pero se trata de cosas distintas. Por su parte, Andrés Manuel López Obrador  tildó de “faramalla” el acuerdo entre Corral y Navarrete Prida porque tiende a favorecer a los candidatos del PAN y del PRI, como si los acuerdos no fueran parte de la convivencia civilizada. Por supuesto, se acusó a Corral de tener móviles políticos, de llevar agua al molino del PAN y favorecer de esta manera al candidato de su partido, lo cual es cristalinamente cierto. Lo reprobable hubiera sido que el par de políticos renunciaran a las vías políticas para zanjar sus diferendos.
La salida que dio Navarrete Prida al conflicto se explica porque lejos de restarle fuerza a la causa del PAN, la marcha y las declaraciones de Corral golpeaban, un día sí y otro también, al gobierno federal, al que hacían ver como faccioso, pues mientras llena de dinero las arcas de sus gobernadores, se muestra rejego ante los mandatarios de oposición. De paso, los acontecimientos le quitaban reflectores al candidato presidencial del PRI, arrinconado en su propia mediocridad.
En la imposibilidad de “ganar ganar”, como dicen los tecnócratas, Navarrete salió a impedir que aquello se convirtiera en un juego de “perder perder”. De paso, mostró que sabe manejar la política interna y puso en evidencia la altanera e inoperante mediocridad de la claque hacendaria, ciega y sorda ante una realidad que poco tiene qué ver con la rigidez de sus concepciones neoliberales.
Cuando la campaña electoral arrecia y uno tras otro fracasan los intentos de desprestigiar a la oposición, cabe esperar una actitud más sensata de quienes hoy están en el poder. Vienen los meses en que será más intenso el intercambio de improperios, difamaciones y mentiras, como esa de la intervención rusa en México, fábula concebida en Washington y repetida aquí por quienes actúan como gringos nacidos en México, como los impresentables Javier Lozano y Enrique Ochoa. Nivel, señores, nivel…