EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Un gobierno con perfil ético

Jesús Mendoza Zaragoza

Diciembre 03, 2018

Entre los aspectos novedosos que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha querido insistir está la vinculación explícita entre política y ética. El sábado, en su toma de posesión habló de su convocatoria para elaborar “una Constitución Moral que ayude a fortalecer valores nacionales, culturales y espirituales”. Yo interpreto este interés como el intento de darle a su gobierno un perfil ético sustentado en valores universales adaptados a las circunstancias del país. No será tarea fácil la elaboración de un código de ética para gobernar ni lograr que sea asumido en un contexto en el que la política ha sido manejada sin referencia alguna a valores y a principios. El sistema político mexicano se ha caracterizado por esa gran carencia, que ha puesto a sus principales actores en los niveles más bajos de confianza en el país. La corrupción, la mentira, el engaño y la violencia han sido los anti valores preferidos en el ejercicio de la política.
El empeño por poner bases éticas para que el nuevo gobierno desarrolle sus tareas, es de vital importancia. Es necesario recuperar la confianza en la política y en la administración pública para que el nuevo gobierno cuente con la necesaria colaboración de la sociedad. Pienso que sin esta confianza no es posible resolver los problemas del país, tales como la violencia y la inseguridad, la desigualdad y la impunidad y otros más. Aquí, la pregunta es: ¿cómo hará el gobierno para asimilar los valores nacionales, culturales y espirituales en las instituciones públicas y en los servidores públicos? Este desafío está más allá de leyes y reglamentos, pues los valores se aceptan y no se imponen. Se requiere una mística del servicio público, que se construye mediante procesos educativos.
En el Plan Nacional para la Paz y Seguridad, ha sido determinado que la regeneración ética de la sociedad será uno de los ocho ejes fundamentales. Esto quiere decir que la Constitución Moral ha de poner condiciones para que pueda darse esa regeneración ética en los ciudadanos y en la forma de gestionar todos los asuntos en la sociedad. En dicho documento se mencionan ya algunos valores en contraposición al modelo neoliberal de la economía. Y aquí nos encontramos con otra carencia histórica: los actores económicos trasnacionales y nacionales no están acostumbrados a aceptar límites éticos a sus operaciones en el campo de las finanzas, del comercio, de la producción ni de la empresa. La economía debe estar libre e cualquier regla que limite su crecimiento. Eso significa, también, libre de ataduras éticas. Por eso, la economía de mercado que, entre nosotros tiene ese rostro neoliberal, es reacia a la ética. Las consecuencias las vemos en el país. En dicho documento se enumeran los seudovalores neoliberales, tales como el individualismo, el consumismo, la competencia y el éxito material como los rectores de las relaciones económicas. La imposición de esta “ética del dinero” es la que se ha impuesto en la economía y en las relaciones sociales.
“La regeneración ética –dice el documento citado– será la intención ejemplificante de un ejercicio de gobierno austero, honesto, transparente, incluyente, respetuoso de las libertades, apegado a derecho, sensible a las necesidades de los más débiles y vulnerables y pendiente en todo momento del interés superior; será, asimismo, una convocatoria permanente a toda la sociedad para retomar principios gregarios y remontar el grave deterioro del tejido social”. Esto significa que el comportamiento ético del gobierno pretende impactar en la sociedad, para recomponer las relaciones sociales a partir de una ética solidaria e incluyente, de valores tradicionales y espirituales.
“Por el bien de todos, primero los pobres”, ha sido la divisa de López Obrador desde que fue jefe de Gobierno en la capital del país. Dicha expresión tiene una honda carga ética y, aún, mística. El asunto es que se convierta en un principio rector de las instituciones, de las políticas públicas, de las relaciones económicas y de la convivencia social. No será fácil que la clase política la adopte. Tampoco será fácil que gran parte de la sociedad la asuma. Para esto se requiere la educación: para formar valores, actitudes y principios.
La ética, como expresión del bien vivir, es fundamental para transformar el país. La Cuarta Transformación tiene futuro si va sostenida en esos valores culturales, nacionales y espirituales que López Obrador pregona. Si no avanza el talante ético de la política, se quedará en intento. Y si los ciudadanos nos volvemos solidarios y corresponsables en la vida pública, cada uno desde donde vive y trabaja, podremos colaborar durante este sexenio para que se cumplan las expectativas que tenemos de justicia y de paz.