Silvestre Pacheco León
Noviembre 09, 2020
Los grandes medios de comunicación norteamericanos jugaron con nosotros presentándonos la elección de presidente en su país como un espectáculo mediático para hacernos creer que se estaba ante el riesgo de que las pasiones entre seguidores de los partidos contendientes se desbordaran, como si los actos de radicalismo de izquierda suscitados recientemente como protesta contra la violenta actuación de las fuerzas del orden en contra de los derechos humanos hubieran sido una actitud generalizada en aquel país.
Resulta que ni la palabrería insultante de Trump ni tampoco las manifestaciones de los grupos radicalizados, que fueron los contenidos noticiosos más socorridos, pusieron en entredicho la fortaleza de las instituciones en la sede del imperio.
La vía electoral para darle continuidad al régimen neoliberal siguió siendo la privilegiada por la sociedad norteamericana que quizá por el propio ambiente de confrontación fomentado por los medios impulsó la más alta participación de su historia como ratificación de que está satisfecha con el modelo económico heredado, aunque la mayoría haya decidido cambiar de conductor contradiciendo la costumbre de favorecer a quien en tiempo de elecciones tiene la ventaja del gobierno para mantenerse en el poder.
Creo que así debemos interpretar la iniciativa de armarse que tomaron la mayoría de los norteamericanos pensando en el uso de las armas como medio de defensa (y de conquista nos dice la historia) ante la eventual radicalización de los bandos ideológicos que durante la campaña dieron muestras de querer desbordar los límites de lo legal.
Ese juego mediático interesado en formar opinión privilegiando las elecciones más allá de lo coyuntural para opacar los temas de mayor importancia como el desempleo, la caída de la economía, la cobertura de la salud, las pensiones, los derechos humanos, el cambio climático y el manejo de la pandemia.
Pero también es importante señalar que en este predominio de los medios masivos de comunicación como intermediarios entre los candidatos y los ciudadanos, aquellos adquieren un poder cuyo impacto pudimos ver en las elecciones norteamericanas cuando varias cadenas de televisión dejaron de trasmitir un discurso de Donald Trump porque a su juicio decía muchas falsedades que afectaban negativamente al sistema electoral.
Esa conducta ha dado pie para que en México se intente justificar como correcta y hasta se escuchen partidarios que pasando por encima de la libertad de expresión pretenden que tal medida pudiera trasladarse a nuestro país en un intento por golpear al presidente de la República quien diariamente cumple con su papel de mantener informada a la sociedad sobre la marcha de la administración pública.
En el caso norteamericano estamos frente a una medida autoritaria de los medios de información que han decidido ejercer la censura como una forma de tomar partido en una lid electoral que los desacredita.
Por desgracia los deseos no son nunca suficientes para cambiar la realidad, por eso hablar de la decadencia del imperio forma parte del propio ambiente creado por los medios que predicaron el caos por las elecciones competidas.
El espectáculo montado por los medios haciendo ver que las acciones de los grupos radicales era una expresión de la mayoría, más bien encubría muchos de los problemas económicos que aunque no son privativos de los norteamericanos, su manejo en la metrópoli imperial representa una referencia para las economías del mundo.
Me refiero a las serias limitaciones que ha mostrado el sistema de salud en Estados Unidos cuyo acceso privado limita el acceso para las familias menos favorecidas en términos de sus ingresos lo cual nos lleva a revalorar el ambicioso plan del gobierno federal de nuestro país que contempla una cobertura de los servicios de salud del ciento por ciento con presupuesto asegurado por una reforma constitucional.
El tema de la desigualdad y la concentración de la riqueza en Estados Unidos y en el mundo denunciados durante las movilizaciones antiglobales de Seattle en 1999 tampoco se ha traducido en propuestas del nuevo gobierno aunque es digno de mencionarse que conforme a lo dicho públicamente por el demócrata triunfador, Estados Unidos retomará los compromisos para combatir el cambio climático.
Después de aquel radicalismo de los antiglobalizadores en Estados Unidos se pasó al tema social con el activismo de la organización Black Lives Matter cuyo movimiento levantó la indignación nacional a raíz de la muerte del afrodescendiente George Floyd a manos de la policía en junio del presente año, articulando propuestas avanzadas para poner a salvo los derechos humanos combatiendo frontalmente las conductas clasistas y de la supremacía blanca así como redireccionar el presupuesto que recibe la policía etiquetando una parte en beneficio de los sectores más vulnerables.
Pero el tema que parece haber sido definitorio en el triunfo del Partido Demócrata es el de la pandemia, pues allá como acá es el más preocupante para la población por lo extendido del mal que traspasa cualquier barrera física y estatus económico.
Por eso el triunfador demócrata Joe Biden estableció en su discurso del sábado como prioridad de su gobierno atender el problema del coronavirus con un equipo de científicos que iniciará su trabajo en esta misma semana como parte del proceso transicional en el que espera que se produzcan los cambios que atenúen el impacto que la pandemia tiene en ese país.
Conforme a las noticias de la situación post electoral en Estados Unidos salvo el discurso que no ha variado de Trump, no se habla de impugnaciones al proceso y parece que ahora terminará imponiéndose lo que Biden manejó como su deseo de unir a todo el pueblo norteamericano como referente que quiere que su nación siga siendo en el concierto mundial.
De esa lección nuestro país tendrá que aprender para aplicarse en los estados donde habrá elecciones locales pues eventos tradicionales como los mítines, las marchas y las visitas domiciliarias propias de las campañas tradicionales podrían hacer zozobrar los intentos de los gobiernos locales para avanzar en el proceso de restablecer las actividades económicas, recuperar los empleos y el nivel de ingreso de los trabajadores, pues no conviene olvidar que de acuerdo con los resultados de la encuesta estatal que ha dado a conocer el gobierno, hay una mayoría de guerrerenses que temen a la pandemia y creen que lo más grave está por venir.
Ante esa realidad no se pude pensar ni en repetir la tradicional manera de hacer campañas ni tampoco hacer política ficción.